Dice que buscar es aburrido, por ello Concha Buika prefiere encontrar. Si bien suele trazarse objetivos o metas, ella siente que estos son solo la excusa para andar y ahí es donde está lo divertido: en el trayecto para lograrlo.

La ‘Niña de fuego’, como se titula una de sus canciones, expresa que no se rompe la cabeza pensando hacia dónde dirigirse en su carrera artística, solo deja que las cosas sucedan por sí solas.

Por ejemplo, ahora está experimentando con la música electrónica, un género que últimamente le ha llamado mucho la atención y seguramente le dará material para un disco futuro.

No obstante, Concha Buika no cree en la división de géneros musicales, al menos no se enfoca en ellos con la idea de abordar uno u otro, pues siente que todos suenan igual porque, al fin y al cabo, todos son lo mismo: acordes, armonías, ritmo y la voz del cantante.

Asimismo se enfoca en lograr que lo que haga suene bien, en disfrutar lo que hace.

En una entrevista al diario Yucatán la artista manifiesta que quiere trascender en la vida, por lo que la única forma de hacerlo es dejar una huella en este mundo. De ahí que busque hacerse presente con su música y sus textos, pues también escribe.

Considera que no es justo que solo la guerra y quienes la hacen trasciendan, más bien se debe tratar de dejar una marca en este mundo de una forma mejor, como ella pretende hacerlo con su arte.

Su música va más allá de las fronteras y cada día se extiende más. Concha cuenta que cuando escribe canciones o textos literarios -aun sin proponérselo- da un mensaje a quien escucha sus letras o lee sus libros, pero, sobre todo, produce en ellos sensaciones.

Al hablar de sus proyectos en puerta, revela que acaba de concluir un libro de cuentos y cantos, y prepara una exposición fotográfica.

No es la primera vez que hace algo similar, pues en 2008 el álbum ‘Niña de fuego’ se vendió acompañado de un libro de poemas.

Sin embargo, en esta ocasión quiso separar la parte literaria de la música, y en marzo presentará el libro de manera individual, el cual contiene algunos cantos a los que llama “pucheros”, pues esos temas marcan el tiempo de cocción de un platillo.- Iris Ceballos Alvarado.

El texto incluye cantos que dan la pauta para saber cuánto tiempo cocer un platillo. Los llama “pucheros” y dice que al cantarlos no solo se sabe el tiempo exacto que debe durar la cocción, sino que se termina de cocinar contento y, claro, la comida sabe mejor. Así lo hace ella y se da el lujo de usar o no el solo de ‘Mi niña Lola’ dependiendo de si quiere más o menos cocido el alimento.

En entrevista con el diario estadounidense The Herald Scotlan, la española reveló que su padre abandonó la familia cuando tenía 9 años y su madre hacía música y la ponía a ver películas para que calmaran sus tormentos.

“La música nos dio un enfoque“, dijo. “Fue como un gran instrumento que nos mantuvo ocupados. Mi madre tocaba canciones como la canción ‘Billie Holiday’ y el ‘Abbey Lincoln’ una que están en mi nuevo álbum y que era demasiado poco para comprender los sentimientos en las palabras, pero no pude ver el efecto que tuvieron sobre mi madre. Siempre había música sonando y creo que me convertí en un cantante antes de que pudiera hablar. Quiero decir, yo siempre pude encontrar la nota que quería cantar, pero no siempre pudo encontrar la palabra correcta para decir, y todavía estoy así”.

Otra risa poderosa causa una pausa en la conversación antes de llegar en el momento en que se descubrió que tenía una voz que puede mover a la gente hasta las lágrimas, ya sea las lágrimas de tristeza o alegría.

“Debe de haber sido la primera vez que la gente me aplaudió, pero eso me tomó por sorpresa ser cantante, era una de mis fantasías. Voy a confesar algo: de joven yo era una gran mentirosa, difícil de controlar, sin embargo hicimos todas estas historias”.

Buika justifica su proceder. “Creo que cuando un niño hace todas esas cosas es creativo. Puede ser hermosa y ahí es donde mi composición de canciones viene, no tanto por las mentiras, sino en ser capaz de poner lo que quiero decir en una historia.

Fue así como en 2000, a los 28 años, Buika grabó su primer álbum, Mestizo y siguió esto cinco años más tarde con Buika. Sin embargo, fue cuando empezó a trabajar con el productor Javier Limón, quien también lo ha hecho con otros cantantes de carácter, incluyendo a la estrella del fado Mariza y especialista el ladino israelí Yasmin Levy, que realmente comenzó a hacer un impacto.

Limón produjo tres álbumes para Buika, incluyendo el clásico de infarto ‘Nina de fuego’ y ‘El último trago’, en la que interpretó a dúo con el maestro del piano cubano Chucho Valdés. Su aspecto, cantando dos canciones, en 2011 en la película de Pedro Almodóvar, ‘La piel que habito’, mejora aún más su creciente reputación internacional. Su último disco, ‘La noche más larga’, fue producido por Buika y sus músicos de gira, el pianista Joan ‘Melon‘ Lewis y el percusionista Ramón Porrina, quienes forman un equipo que caracteriza la actitud de Buika.

“Me gustan los equipos pequeños porque si has tocado el piano durante 20 años, quiero oírte“, asevera. “No quiero que sea inundado por el bajo y coros y todo eso. Me encanta construir catedrales de sonido con dos o tres músicos. A veces en los festivales que tenemos que seguir de nueve piezas bandas y vamos a estar sentados en el backstage diciendo: Ellos nos están matando por ahí, pero si se puede vivir en su música y poner todo de tu vida en las canciones, pero cuando uno esta sobre el escenario debes dejarlo todo ahí porque es una cuestión de vida o muerte”.