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El Telégrafo
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El histrión rodó 98 filmes entre cortos y largos desde 1914

Chaplin supo mezclar el drama social con comedia

Chaplin supo mezclar el drama social  con comedia
20 de abril de 2014 - 00:00

Escoger alguna de las películas que Charles Spencer Chaplin dejó como legado es una tarea más que compleja. Su pensamiento tanto social como político tenía que ver mucho con sus orígenes. No es lo mismo ‘El chico’ (1921) que ‘Tiempos modernos’ (1936) o ‘El gran dictador’ (1940). Todas tuvieron connotaciones distintas.

Quizás lo justo sea empezar por ‘El chico’, que -pese a no ser la primera pues su debut fue en 1914- dejó al descubierto su propio origen.

Nacido el 16 de abril de 1889 en la calle londinense East Lane, Chaplin tuvo una infancia difícil y desoladora, marcada por la miseria y  la falta de un padre (Charles Chaplin, padre, era un artista alcohólico de vodevil que había abandonado el hogar). Su madre, Hannah, quien era hija de unos zapateros, fue una actriz fracasada.

Hannah se vio obligada a mantener por sí sola a sus hijos Sydney y Charles. Estaba en la cumbre de su carrera artística con el pseudónimo de Lily Harvey, pero comenzaba a fallarle la voz. De ahí su fracaso, aunque curiosamente ese hecho se convirtió en el debut de Charles, quien apenas tenía cinco años.

Resulta que durante una función de 1894 en Aldershot la voz de Hannah se quebró en plena canción y el empresario envió a escena al pequeño Charles, quien imitó la voz de su madre.
El fracaso y la falta de dinero trastornaron la salud mental de Hanna Hill, quien comenzó a dar muestras de extravío.

Aquel extracto de su vida se refleja precisamente en ‘El chico’, que tuvo como coprotagonista a Jackie Coogan, quien en los 60 se hizo popular por su personaje del tío Lucas en Los locos Adams.
Es clara la historia de un vagabundo que adopta a un pequeño y se convierte en el mejor padre que alguien pueda soñar, despierta recuerdos de su propia infancia.

Chaplin parece encarnar al padre que nunca tuvo, mientras que Edna Purviance puede ser una idealización de su propia madre. Por primera vez la comicidad inherente al ‘slapstick’ (a punta de porrazos) se ve matizada por escenas de fuerte carga dramática, que no obvian ni por un instante el contexto de pobreza en que viven sus personajes y que, de hecho, era tan familiar para el cineasta.

Pero la cosa no terminó ahí: en 1921 Chaplin y la actriz Mildred Harris pierden un hijo, muerto al poco tiempo de nacer. Es entonces cuando rueda ‘El chico’, establece una estrecha entre él y el pequeño Coogan. Es la más elocuente respuesta a su estado de ánimo en aquellos días.

Durante su niñez Charles y su hermano Sydney asistieron un tiempo a la escuela para niños pobres de Hanwell, sufriendo su severa disciplina y las burlas de los niños más afortunados.
Ya en 1901 con su madre internada en un manicomio y su padre fallecido, Chaplin representó el rol de protagonista en Jim, the Romance of a Cockney. Tenía 12 años. Todo eso lo alternaba con sus oficios de soplador de vidrios, mandadero o vendedor callejero.

Su transición de Inglaterra a Estados Unidos fue en 1907, primero fue contratado en el Casey Court Circus como una de las primeras atracciones, y finalizó con otro convenio para la célebre compañía de pantomimas de Fred Karno, en la que también actuaba Stan Laurel.

Con Karno el futuro Charlot había perfeccionado y diversificado sus notables recursos mímicos, y el director lo incluyó en la troupe que realizaba una gira a París en 1909 y al año siguiente otra de seis meses por Estados Unidos.

Chaplin llegó a Hollywood en 1913 y en febrero del siguiente año se estrenaba su primera película, Making a Living (Ganándose la vida, también conocida como Charlot periodista). Era la época en que rodaba 35 cortometrajes al año.

Lo del vestuario o más la apariencia con la que universalizó a Charlot surgió mientras escogía piezas del guardarropa de los estudios Keystone. Con prendas al azar surgió el hombrecillo de bigote corto, ojos vivaces, sombrero tipo bombín, bastón de caña y caminata semejante a la de un pato.

El nombre de Charlot se lo dio en 1915 el distribuidor de sus filmes en Francia, por lo que el exitoso mimo cambió nuevamente de productora en 1916. Con la Mutual realizaría 12 películas en dos años, entre ellas ‘The Pawnshop’ (El prestamista), ‘Easy Street’ (La calle de la paz) y especialmente ‘The Immigrant’ (El inmigrante), las tres con Edna Purviance.

Era conocido como un enamoradizo. De Harris, con quien perdió a un hijo, se divorció en 1920 pero debió pagar 200 mil dólares de la época. Tuvo otras tres esposas: Lita Grey, Paulette Goddard y Oona O’Neill. Con ellas procreó diez hijos, entre ellos destaca Geraldine.

Y si es de escoger otro filme célebre está ‘Tiempos modernos’, con Goddard. Se trató de una ácida parábola sobre el maquinismo industrial y las miserias del capitalismo.

Luego le dio vida a ‘El gran dictador’ en plena II Guerra Mundial. Se trataba de una divertida y feroz parodia del nazi-fascismo, en la que el actor se desdoblaba en un Charlot transformado en peluquero judío y un Adolf Hitler (en el filme fue Astolfo Hynkel en la ficticia Tomania) que era tan mitómano como paranoico.

Era un desafío para Chaplin porque debía encarnar nuevos roles, sin bombín ni zapatones.
Chaplin y Goddard se distanciaron en 1941 y poco después el cineasta se vio envuelto en un proceso por la paternidad de la hija de la actriz Joan Barry, llamada Carol Ann. Condenado en abril de 1942 por violación de la Ley Mann, debió hacerse cargo de la manutención de la niña. El escándalo no le impidió casarse a su 54 años con Oona, la hija del dramaturgo Eugene O’Neill, con quien estuvo  el resto de su vida.

La crítica social que rezumaba su obra, agregada probablemente a su origen judío y al hecho de ser extranjero (nunca se nacionalizó), lo llevaron a comparecer en 1949 ante el inquisicional Comité de Actividades Antinorteamericanas. Al año siguiente, mientras él y su familia viajaban por Europa, se ordenó a las autoridades de inmigración que lo retuvieran a su regreso. Chaplin decidió no volver jamás y se instaló en una lujosa residencia en Corsier-sur-Vevey, en la plácida ribera del lago suizo de Léman, frente a Ginebra. Oona se encargó de liquidar sus asuntos económicos y profesionales en Estados Unidos.

Inglaterra ofreció a su hijo pródigo un sitio para continuar su trabajo.
Ya octogenario, Chaplin tenía todavía ánimo y energías para escribir y rodar una última película, ‘A Countess from Hong Kong’ (La condesa de Hong Kong, 1966).
Pese a contar con dos protagonistas de lujo como Sofía Loren y Marlon Brando, y al propio director en el rol menor de un camarero, el filme no tuvo éxito y quizá no lo merecía.

En 1972 aceptó un breve retorno triunfal a Hollywood, para recibir un Oscar por la totalidad de su obra. Falleció a los 88 años en Suiza, el mismo día de Navidad, en 1977.

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