Lorena Tapia: "Las carreras de Galápagos deben orientarse hacia la economía local"
La educación y el fortalecimiento del agro son dos de los puntales en los que trabaja actualmente el Consejo de Gobierno de Galápagos.
Sobre estos temas, Lorena Tapia, presidenta del Consejo insular, conversó con diario EL TELÉGRAFO y adelantó que habrá intervención total de la infraestructura educativa de la provincia, donde se forman 6.000 alumnos entre primero de básica y tercero de bachillerato.
¿En qué consiste la reforma planteada por el Ministerio de Educación para el nivel básico y bachillerato?
Hay un cambio del currículo con la incorporación específica de elementos ambientales, que hoy es opcional, pero se quiere hacerlo obligatorio en todas las instituciones, con el fin de que los maestros sepan aprovechar los espacios naturales de las islas y así lograr una mayor conciencia ciudadana.
¿Cuál es la situación de la educación superior en las islas?
Este aspecto es un reto muy importante porque en Galápagos nunca se ha hecho un estudio de pertinencia educativa y que analice la oferta y la demanda.
El Consejo de Gobierno junto con la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) acordaron desarrollar el estudio de pertinencia con encuestas a profesores y alumnos para determinar cuáles son las necesidades de personal y evaluar cómo están las carreras que se ofertan al momento.
¿Cuándo estarán los primeros resultados del estudio?
El análisis estará a principios de julio y luego volveremos a la mesas de trabajo para ejecutar las recomendaciones, es decir, se establecerán qué carreras deben mantenerse a distancia y cuáles deberían ser presenciales. Actualmente ya existe una infraestructura que está a cargo de la Universidad Central del Ecuador (sede Galápagos) y que está abandonada.
¿Se debe mantener la actual oferta académica?
Estamos convencidos de que debe haber una transición de la economía de Galápagos. Esto implica que no puede destinarse solo a turismo y temas ambientales, porque a pesar de ser su fuerte, la vulnerabilidad de su espacio ha hecho que existan profesionales capacitados, pero imposibilitados de trabajar. No hay espacio para más gente en esta área.
¿A qué carreras se apuntaría?
Creo que se debe volver los ojos al campo para fortalecer la agricultura, que tiene un gran potencial, incluso de genética. En el mundo no hay otro tomate como el de aquí, pero en estos años se abandonó el cultivo y hay una dependencia total del continente de productos perecibles que se podrían producir; por eso hemos retomado el trabajo con los sectores productivos.
En el área de lácteos, por ejemplo, ya existen certificados necesarios, incluso de bioseguridad, por lo que estamos listos para generar la restricción de yogur porque se desea, calidad y producción local.
¿Qué profesionales requiere al momento las islas?
Creo que una carrera necesaria en Galápagos -con miras a la construcción del muelle de aguas profundas- es la de servicios portuarios. La prioridad será dar respuesta a la demanda de la sociedad galapagueña que quiere educación superior, pero la oferta debe ir marcada en la economía local a fin de que se garantice la seguridad del trabajo al profesional.
¿Qué productos se producen en el Archipiélago?
Al momento hay naranjas, sandías, melón, tomatillo, lechuga, leche de excelente calidad y por eso están las restricciones.
¿La producción no abastece al mercado local?
El problema es la tecnología que no permite, sino producir por estacionalidad y, además, está la estructura de costos. En ambos temas trabajamos para que los productores oferten de forma competitiva en costo y calidad, y los habitantes prefieran esos y no los del continente; así se generarían fuentes de empleo.
¿El campo está abandonado?
Hay pocos agricultores y por esa razón la gente que se dedica al agro se ha visto obligada a recurrir a mano de obra del continente, ya que la de Galápagos no quiere trabajar en eso.
El mismo problema hay en el manejo de ganado: se deben importar profesionales, los cuales -por la normativa de Galápagos- tienen que dejar las islas cuando se acaba el contrato y con eso se va el conocimiento. Por ello, los productores deben enseñar nuevamente a vacunar y empezar el proceso. El gran reto es generar plazas de trabajo para los galapagueños convencidos de que son rentables. (I)