Adrián Lozano Beltrán / Psiquiatra
Los países más felices tienen las mayores tasas de suicidio
El suicidio es un tema tan complejo que no existe una sola razón por la cual una persona atenta, de forma deliberada, contra su propia vida. Mientras más factores de riesgo surjan, más probabilidades habrá de que un individuo cometa un suicidio.
Entre los que más sobresalen están el consumo de alcohol y los trastornos depresivos en aquellas personas que sufren una patología dual: una condición clínica en la que coexisten, al mismo tiempo, un trastorno adictivo y uno mental.
Se estima que más del 90% de los suicidios consumados tiene detrás una patología mental asociada. Para el psiquiatra Adrián Lozano, del Hospital Metropolitano, el suicidio no es un acto de valentía ni de cobardía, sino una respuesta a un trastorno mental. Este constituye la complicación más grave de los trastornos psiquiátricos. ¿Una persona sana, sin trastornos psiquiátricos, puede suicidarse si atraviesa situaciones difíciles?
No necesariamente. Lo que hay que tomar en consideración es que una persona que está totalmente saludable no se suicida. Son personas que tienen factores de riesgo. Por eso, incluso la Iglesia Católica asegura que no se trata de personas que tienen un problema aberrante, como se creía antes. Recuerdo que hace unas 2 décadas no se permitía enterrar a estas personas en el camposanto, pero hay que entender que las personas que se suicidan padecen un trastorno mental o que tienen una vulnerabilidad específica.
Pero la sociedad todavía condena con dureza a las personas que se quitan la vida. Eso no ha cambiado.
Así es. Lamentablemente aún no entienden que esto es el resultado de una enfermedad, de una alteración del cerebro que es el órgano que controla nuestra conducta. Si este tiene alguna falla de origen químico o genético, la conducta se altera y el ser humano pierde el control. La enfermedad mental se caracteriza porque el cerebro se vuelve en contra del ser humano. Los seres humanos podemos soportar el dolor físico no así el psíquico, porque este no tiene límite.
¿Y este dolor agobia?
Por supuesto, y estas personas no están agobiadas porque la realidad sea adversa, sino porque sufren un trastorno mental y optan por una salida desesperada. Por eso es necesario tener mucha comprensión con ellas, no hay que criticarlas ni estigmatizarlas, sino ayudarlas.
Hace poco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que en el mundo se registran aproximadamente 800 mil suicidios al año. ¿Esta cifra refleja la realidad o son más las personas que se quitan la vida?
Me parece que es mucho más que esta cifra, porque por una cuestión social, no siempre se revela la causa de muerte de quienes cometieron un suicidio. Hay muchos casos que están subregistrados, que es la gran mayoría. La OMS dice que son 800 mil suicidios, pero no se habla de las tentativas suicidas que también es muy importante.
¿Podría igualar a esta cifra?
A las tentativas suicidas habría que multiplicarlas por 6.
¿Son más frecuentes en hombres o mujeres?
Actualmente son casi iguales; en lo que sí se diferencian es en los métodos utilizados. Las mujeres usan formas más blandas y los hombres más agresivas, como ahorcarse o pegarse un tiro. En las mujeres es común la ingesta de fármacos o el envenenamiento.
¿Qué tipo de trastornos conducen al suicidio?
Son diferentes, entre ellos, las personas que tienen esquizofrenia, un bipolar, un obsesivo, un depresivo, es decir, hay muchos trastornos de personalidad que hacen que las personas sean vulnerables. Existen varios factores que hacen que una persona tenga mayor predisposición al suicidio.
¿Hay factores de tipo biológico?
Sí, en ese caso hablamos de la carga genética. Es más probable que una persona con un abuelo o un tío suicida tenga más posibilidades de quitarse la vida.
¿Inciden también los factores sociales?
Precisamente el tipo de educación, el maltrato infantil, el bullying, la discriminación social, la marginalidad social y económica son también factores predisponentes. Actualmente, uno de los que más incide es la violencia, pero no la violencia exagerada de la guerra, sino aquella que se constata en el día a día, cuando se impone un estilo de vida muy competitivo que hace que, sobre todo, para los jóvenes el mundo se vuelva demasiado exigente y con pocas expectativas. Lo que más vuelve vulnerables a los jóvenes es el inicio temprano del consumo de alcohol y de drogas. Hay una fórmula que nosotros sabemos que siempre se va a dar: un adolescente depresivo que consume alcohol o drogas tiene 6 veces más riesgo de suicidarse. El alcohol y las drogas agravan los cuadros.
¿Es posible prevenir un suicidio?
Pues sí. Se realizan campañas a escala mundial, porque el asunto es grave. Para que la Organización Mundial de la Salud se pronuncie sobre este tema, es porque hay una preocupación epidemiológica que se nos está yendo de las manos.
¿Por qué lo dice?
Porque tanto la depresión como el suicidio están creciendo exponencialmente. Hoy, la depresión es la segunda enfermedad que causa discapacidad en el mundo y muy pronto será la primera. Lo más preocupante es que el suicidio afecta más a los adolescentes, el grupo más vulnerable, más frágil.
¿Cómo reconocer la depresión en los adolescentes?
Es un tema sobre el cual hay mucho desconocimiento. Pocos saben cómo es la depresión en los adolescentes y en los niños. Todavía se piensa que la depresión es, sobre todo, tristeza y llanto, cuando se revela de otras maneras: bajo rendimiento académico, aislamiento. Algunos incluso se tornan disruptivos con la autoridad y presentan problemas para dormir. Uno de los principales síntomas es el insomnio. Muchas veces, se menosprecian los mensajes que ellos dan.
¿El suicida advierte que atentará contra su vida?
La gran mayoría de veces sí lo hace, y tengo que decir que la advertencia la dan cuando acuden al médico general más que al psiquiatra.
¿Y los médicos generales los toman en serio?
Por suerte los médicos sí, quienes no los toman en serio son los profesores y los propios familiares cuando hablamos de adolescentes. Los jóvenes suelen decir: “este no es el mundo que me gusta, no me agrada, no me siento bien”. Hay que tomarlos en serio.
¿Cuánto tiempo transcurre entre pensar en el suicidio y cometerlo?
Es demasiado rápido. Hay que indicar que el suicidio es solo la punta del iceberg. Por debajo hay todo un componente de tipo biológico, psicológico y social. Insisto en que los suicidios son fruto de una enfermedad grave.
¿Cómo evitar que una persona que ya atentó contra su vida, lo intente de nuevo?
Hay que brindarle la asistencia y la terapia adecuada. Es conveniente que esta persona se aparte de su medio ambiente y se hospitalice para que tenga al menos 72 horas para estabilizarse. A este proceso lo conocemos como intervención en crisis.
¿Y en qué consiste?
Bueno, este proceso es importante, porque se evalúa el riesgo que tiene el paciente de volver a intentarlo. Tenemos tablas para realizar esta evaluación.
A mayor desarrollo mayor número de suicidios, ¿es así?
Hay indicadores que revelan que cuando crece el producto interno bruto, paralelamente aumenta el número de suicidios.
Incluso los países más felices del mundo son los que registran también las tasas más altas de suicidios. ¿Parece paradójico?
Lo que ocurre es que la felicidad no tiene nada que ver con una enfermedad mental que es la que puede llevar a una persona a cometer un suicidio. Eso tiene que quedar claro. Hay que insistir en que el suicidio es producto de una enfermedad. Por ejemplo, el hecho de que yo resida en un país donde hay una buena calidad de vida, no me libra de tener diabetes.
¿La altitud geográfica es un factor que incide en el número de suicidios, por ejemplo, gente que vive en ciudades donde hay escasas horas de luz?
Sí, esto ocurre, pero está más vinculado a la parte de la depresión y es lo que ocurre típicamente en los meses de invierno. Hay muchas personas que son más susceptibles a los cambios de luz y los suicidios se incrementan en la época de invierno, sobre todo.
Hay muchos niños, menores de 10 años que se suicidan, aun cuando no tienen conciencia de lo que es la muerte. ¿En ellos también hay una enfermedad?
Sí, hay personas que nacen con una vulnerabilidad y tienen problemas químicos o genéticos y cualquier detonante los hace más susceptibles.
Hay estudios que sugieren que el mayor número de suicidios ocurre en la noche. ¿Esto es cierto?
No sabría decirlo, pero me parece que es un momento de soledad y porque el individuo está, por decirlo así, a solas con su cerebro, con sus pensamientos. El problema, en sí, es que el cerebro se vuelve en su contra. Por ejemplo, en enfermedades como la artritis reumatoide o el lupus las defensas se vuelven en contra de quien tienen estas dolencias. No importa que sea el país más feliz, si tu cerebro no está bien se vuelve en tu contra.
¿En Europa hay mayor número de suicidios que en América Latina?
Últimamente la tasa es uniforme para todo el mundo, pero donde sí aumentan un poco las cifras es en zonas urbanas en relación con las áreas rurales. (I)