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El Telégrafo
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La liberación de energía sísmica produce más fallas geológicas

La liberación de energía sísmica produce más fallas geológicas
Foto: AFP
11 de junio de 2017 - 00:00 - Silvia Murillo

¿Se puede predecir un terremoto? La respuesta que por años han dado los científicos, especialmente los geólogos, es que estos son impredecibles. Sin embargo, con el paso del tiempo y los avances tecnológicos, se han hecho estudios respecto al comportamiento de la corteza, sobre todo donde están ubicadas las fallas geológicas.

En 1912, por ejemplo, el meteorólogo, astrónomo y geofísico alemán, Alfred Wegner, expuso al mundo la teoría de la ‘deriva continental’, según la cual, los continentes se desplazaban sobre el fondo oceánico.

Mientras que en 1962, el geólogo estadounidense Harry Hess propuso que, a través de las grandes dorsales oceánicas por actividad volcánica, se expulsaba magma continuamente  procedente del manto y que se extendía a ambos lados formando el suelo oceánico.

Los científicos creen que el movimiento de las placas tectónicas explica la formación de montañas y de las distintas irregularidades en la superficie de la Tierra. A su vez, concluyen que este es el causante de la mayoría de terremotos que suceden cuando hay fricción entre 2 placas o cuando una de estas se hunde por debajo de la otra, a lo que se llama subducción.

Es justamente este proceso el que ha ocasionado una histórica sucesión de terremotos en el mundo y, a estos se suma también, el que vivió Ecuador el 16 de abril de 2016, a las 18:58, con una magnitud en la escala de Richter de 7.8, y cuyas provincias más afectadas fueron Manabí y Esmeraldas.

Es así que un equipo dirigido por la Universidad de Nagoya reveló los mecanismos que existen detrás de los diferentes sismos en un límite de placa en la costa oeste de América del Sur, lo que arroja luz sobre estos eventos históricos y que potencialmente ayudaría en la predicción del riesgo futuro de estos desastres naturales.

 Hiroyuki Kumagai, de la Escuela Superior de Estudios Ambientales de la Universidad de Nagoya, dijo que “la zona de subducción entre Ecuador y Colombia, donde la placa de Nazca pasa por debajo de la placa de América del Sur, es particularmente interesante debido a la frecuencia de grandes terremotos allí”.

Este científico y su equipo de trabajo establecieron un modelo que podría predecir los terremotos, teniendo en cuenta los sismos que se han producido en los últimos 100 años en Ecuador y Colombia.

Ellos destacan las relaciones entre los movimientos telúricos, el tamaño y la ubicación de las rupturas en los límites de placas que los causó.

 Los investigadores utilizaron una combinación de fuentes de datos y modelos para estudiar los grandes terremotos que azotaron la costa oeste de América del Sur en 1906, 1942, 1958, 1979 y 2016. Estas fuentes incluían información de las formas de onda de tsunamis registrada a través del Pacífico.

Ellos también emplearon datos sobre la velocidad a la que las placas se mueven una sobre otra y el simulado ‘deslizamiento’ de una asociada con el terremoto de 2016 para demostrar que los eventos de 1942 y 2016 fueron provocados por rupturas en el mismo sitio.

Masahiro Yoshimoto, del equipo de Kumagai, indicó que “nuestros datos también revelan por primera vez las diferencias en los mecanismos de ruptura entre fosas oceánicas y regiones costeras más profundas en esta zona de subducción”.

Estudio de la corteza

Rommel Muñoz, presidente del Directorio Nacional del Colegio de Geólogos del Ecuador, se une al criterio de estos científicos de que los eventos sísmicos sí se podrían predecir, pero utilizando otras técnicas.

El geólogo manifestó que si se analizara el comportamiento de la corteza terrestre, especialmente donde están las fallas geológicas, se podría tener un indicio de la proximidad de un movimiento telúrico.

“Antes de un terremoto siempre existe liberación de isótopos radiactivos (átomos); esto se mide con equipos especiales, no con los geófonos (sensores que calculan la vibración). Cuando existe el movimiento de placas tectónicas, de fallas, esa aceleración de isótopos se funde por debajo de la tierra y sale cuando se abre la corteza”.

Para él, el análisis de los parámetros geoquímicos (elementos químicos) es importante, al igual que los geofísicos (suelo, rocas y otros elementos). Reiteró que los sismos sí se podrían predecir siempre y cuando exista un monitoreo constante.

Sin embargo, para Mónica Segovia, del Instituto Geofísico (IG), este tipo de eventos no se pueden pronosticar.

“Predecir quiere decir: cuándo, dónde y de qué magnitud, y eso no se puede saber. En el país conocemos que en cualquier parte puede haber un sismo, en la zona de subducción o en alguna falla del continente, pero no vaticinar cuándo”.

Un estudio de riesgo sísmico en Ecuador realizado por el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional y el Institut Français de Recherche Scientifique pour le Développement en Coopération (ORSTOM), señala que el país no solo se ve afectado por movimientos originados en la zona de subducción sino también por los superficiales relacionados con la deformación andina actual.

El documento indica que en 1541 se produjo el primer terremoto y que la sismicidad histórica del país muestra que el Callejón Internadino ha sido muy afectado por las sacudidas sísmicas de gran intensidad (superior a IX, según la escala de Mercalli). Las zonas de la Costa están sujetas a una poderosa actividad por la subducción.

Repetición de ciclos

Segovia refirió que el gran terremoto de 1906 produjo una zona de ruptura bastante grande en la Costa. La geofísica hizo referencia a un proceso cíclico entre los grandes sismos de 1906, 1942, 1979, 1958.

“La ruptura que hubo con el terremoto de 2016 fue similar a la de 1942. Lo que hemos observado en el Ecuador es que existe esta repetición de ciclo, pero decir exactamente cuánto dura y que va a pasar lo mismo de 1942 y 1958 (16 años de intervalo), no podemos asegurarlo. No podemos decir que a partir de 2016 van a transcurrir 16 años y otra vez se va a romper la parte norte; es complejo”.

Jorge Coronel, docente de la carrera de Ingeniería en Geología de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), afirmó que el sismo de 7.8 de hace poco más de un año, no obedece a ninguna falla específica sino que el Ecuador y toda América del Sur están sobre el Cinturón de Fuego, que es donde más ocurren los terremotos del mundo.

“Lo que pasó el 16 de abril de 2016 nos trajo a la memoria o nos hizo recordar que estamos en ese Cinturón de Fuego y que somos propensos a este tipo de eventos”.

El experto enfatizó que a raíz del sismo de 2016, las placas tectónicas no se volvieron más vulnerables. “Se generó un evento extremo que liberó energía y cuando eso sucede el sistema vuelve a estar en equilibrio hasta que se dé otro movimiento, pero no se sabe cuándo”.

El profesor de Aeronáutica Ares J. Rosakis, quien fue parte del grupo académico en Yachay Tech, sostuvo a raíz del 7.8 en Ecuador, que el epicentro entre Muisne y Pedernales fue ocasionado porque allí existe una falla entre las 2 placas tectónicas: la de Nazca y la Sudamericana.

Asimismo, él aclaró que la historia del terremoto no comenzó el sábado 16 de abril de 2016, sino hace más de 100 años con el de 1906.

Rosakis sostuvo entonces que el potente sismo de 8.8 de 1906, hace 111 años, fracturó e hizo una ruptura que ahora se la conoce como ‘Lengua de Fuego’.

Su tesis fue apoyada por el exrector interino de Yachay Tech, José Andrade, quien añadió que en esa ruptura de la ‘Lengua de Fuego’ están los epicentros de los terremotos como el de 1942 que generó un tsunami, el del sábado 16 de abril del 2016, y el de la madrugada del 20 de abril que fue una réplica, en Muisne.

Con respecto a las fallas geológicas, Muñoz precisó que la gran mayoría de los asentamientos urbanos están situados en lo que es toda la Costa ecuatoriana, por lo general bajo fallas geológicas que hay que establecer si son activas o están soldadas (inactivas).

“¿Cuando se puede reconocer que una falla es activa? Solamente los geólogos estamos en capacidad tanto visual como de campo para determinar con exactitud el sitio donde existen estos problemas”.

Según Muñoz, “las obras de infraestructura (construidas con fallas) colapsarían porque la placa Oceánica (Nazca) se mueve de oeste a este. Por millones de años esta ha empujado los sedimentos de la zona marina, que es lo que conocemos como Cordillera de los Andes. Y esta placa de Nazca se desplaza hacia la Continental que se mueve en sentido contrario”.

Al haber presión -destacó- se inestabiliza la corteza terrestre.

 El geólogo mencionó que en la zona del Atlántico existe el área de subducción, donde están ubicados Colombia, Ecuador, Perú y Chile, que son los límites, pero los sismos se van a dar en todos los lugares donde está el Cinturón de Fuego y por lo general están relacionados al movimiento de las placas.

Fallas activas y soldadas

Una de las fallas que está asociada a Guayaquil es la de Puná-Pallatanga, que viene desde el océano Pacífico, va por Alausí, sigue por Armenia (Colombia), Venezuela. Muñoz expresó que esta es larga y divide la cordillera Occidental.

“En los suelos blandos o hidromorfos se va a amplificar la onda expansiva del sismo de 1 a 6 veces más, por lo que los edificios de 4 pisos -los que están en la parte sur de la ciudad- son los que van a tener problemas”.

Explicó que allí se forma la zona de tamizado (separación de sólidos), que es donde la tierra se tamiza territorialmente en toda la corteza.

“Al tamizar se van a asentar los suelos y las obras mal edificadas serán vulnerables en la parte de abajo. Una casa de 2 plantas estará más hundida y los puentes se fracturarán”.

En ese sentido, su colega, el ingeniero Coronel, aclaró que la mayoría de sismos se han originado en la zona norte de la Costa, es decir en Manabí y Esmeraldas, en lo que es la península para abajo, y también en Colombia, “pero casi no hay registros de Guayas”.

Más bien dijo que “frente a las costas ecuatorianas hay una cordillera submarina, la de Carnegie, que se está metiendo debajo del Ecuador hace muchos millones de años; es algo submarino que viene desde la parte de las islas Galápagos, y eso se mueve de 5 o 7 centímetros por año, es decir décimas de milímetros por día, pero cuando algo se atasca se acumula energía que luego se libera”.

Coronel recordó que Ecuador está asentado sobre bastantes fallas activas e inactivas, y que las primeras generalmente están marcadas en los mapas que ellos utilizan con líneas rectas color rojo.

“Las inactivas o inferidas no se ven en el terreno, pero se cree que están por ahí, pero no necesariamente son estas fallas las que causan el terremoto. Nuestros sismos, los de toda América del Sur, de Chile, Perú, Colombia, son causados principalmente por la subducción de una placa sobre otra y a causa de eso se producen estas fallas en el terreno, pero no es que estas provocan los grandes sismos”.

El Instituto Geofísico posee una red de aparatos en todo el país, entre sismógrafos, acelerógrafos y GPS que les ayuda a determinar cómo se está deformando la corteza.

Segovia afirmó que “los acelerógrafos y geófonos nos ayudan a detectar los sismos; localizamos los eventos y procesamos los estudios respectivos”. (I)

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