No siempre los lugares comunes son tan comunes. Todo depende de cómo los narras. Había una vez… 4 ilustradores fantásticos que quisieron contar cuentos a los niños del mundo, justo en su día. Seguro 3 de ellos se nos han cruzado en el camino o se pusieron debajo de nuestro paraguas o compartimos la misma cola del bus… Y uno escribió desde un reino muy muy lejano… Son Tomás Lara Eskola, Liliana Gutiérrez, Eulalia Cornejo y Mauricio Maggiorini Tecco —ecuatoriano desde Madrid— y empiezan así: Había una vez…

¿Cuan común puede volverse un lugar? Depende. Todo depende. Michel De Certeau habla de los ‘relatos de espacio’ que son los que “atraviesan y organizan los lugares”. Volvemos a la narración. Y el argentino Ricardo Piglia lo remata con algo que siempre sonó bien: uno de los elementos más intensos de la relación del sujeto con la realidad es la narración.

Así es: un relato convierte a nuestro barrio en algo bien distinto de una zona extraña de la ciudad. Y una de las funciones del periodismo tendría que ser convertir todos los lugares en nuestro barrio.
Entonces, ¿de qué lugares comunes estamos hablando si esos lugares se han convertido en espacios para la conversa?

Todo a propósito de nuestra sexta cita a la que llegamos con cuentos como regalos y con el lugar más común y bonito que hemos imaginado: había una vez… Y seguimos atentos a esas historias que nos devuelven a un espacio, al país del Nunca Jamás y así… Una cantidad de lugares no tan comunes.

Y de7en7 es el lugar de nuestras citas y queremos lo que el comunicólogo James Carey quería: “Ver los medios como terceros lugares de encuentro informal, similares a los bares o a los clubes, que están entre las grandes organizaciones y los pequeños núcleos familiares, sin ser instituciones intermedias sino más bien lugares de conversación sin restricciones”. Que así sea.