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El trabajo informal en los balnearios es el sostén de numerosas familias
Las trenzadoras de Esmeraldas crean varios modelos de peinados
Tras caminar varias horas bajo el sol de la playa de Atacames, Carla Bermúdez, de 38 años, trabajadora autónoma de la provincia de Esmeraldas, promociona a los turistas nacionales y extranjeros, diferentes clases de peinados trenzados y masajes relajantes.
Cuando un turista solicita el trenzado, ella riega aceite de coco en sus manos, al tiempo que toma el cabello y lo teje en una trenza.
El aceite es un ingrediente clave porque ayuda a suavizar las manos antes de iniciar el tejido.
En su catálogo muestra una gran variedad de peinados, entre los que se destacan la diadema, las palmas, las mallas, el sol y el jamaiquino.
Por su trabajo puede cobrar entre $ 5 y $ 30, todo depende de la complejidad del peinado.
Cuando el número de clientes se reduce, ofrece masajes relajantes de cuello, espalda, pies y piernas por un valor de $ 5.
“Es sacrificado lo que hacemos, pasamos en la playa varias horas del día y, a veces, no tenemos ni un cliente. Los turistas ya no vienen a Atacames, por los aguajes y el fenómeno de El Niño”, comenta otra de las trenzadoras. Solo en los feriados, tienen un mayor número de clientes y pueden vender, pero ahí surge otro problema. Según Carla Bermúdez, hay una gran cantidad de mujeres, provenientes de otras regiones de la provincia de Esmeraldas y la competencia aumenta.
Las trenzadoras, como muchos las llaman, tienen la habilidad de mover sus dedos con tal rapidez que, en pocos minutos, hacen una trenza perfecta.
Los estilos, como el jamaiquino, son uno de los más demandados por quienes buscan imitar los tradicionales dreadlocks, más conocidos como ‘rastas’, un tipo de peinado formado por trenzas enmarañadas, característico de los rastafaris.
Algunas crean diferentes modelos de peinados, arrodilladas sobre la arena, y otras cargan sus bancas para tener mayor comodidad. La trenza se ha convertido en un símbolo de la cultura afroesmeraldeña. Se trata de un trabajo laborioso que exige habilidad y rapidez.
“Este tipo de peinado es de nosotros, viene de la época de la esclavitud”, dice una de las mujeres.
Hay quienes consideran que estas trenzas han adquirido una apariencia occidental, porque también se trenza el cabello en forma de cintillos y el resto se lo deja suelto.
Trabajo informal
La creciente informalidad del mercado laboral es un fenómeno notable en las economías mundiales, en la que los trabajadores no cuentan con la protección ni los derechos que otorgan un trabajo formal.
En la actualidad, artesanos, comerciantes minoristas y trabajadores autónomos e informales, buscan la manera de equilibrar sus economías diversificando sus ventas.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en diciembre de 2014, a escala nacional de la población empleada, el 50,9% se encuentra en el sector formal; el 39,7% se encuentra en el sector informal, el 3,2% son empleados domésticos y el 6,2% son empleados no clasificados.
El Comisario Municipal del cantón de Esmeraldas, Marcos Saavedra, indica que los trabajadores informales carecen prácticamente de toda forma de protección social.
Mantienen un acceso restringido al seguro de salud, al seguro por desempleo y accidentes de trabajo, lo que hace que los trabajadores informales estén demasiado expuestos a los riesgos normales del trabajo.
Por otro lado, la falta de acceso a la protección de los sistemas de pensiones, impide que estos trabajadores se jubilen y los obliga a trabajar durante más tiempo.
“En la medida en que crece el sector informal, también aumentan la pobreza y la desigualdad asociadas al sector, lo que hace aún más distante el objetivo del desarrollo económico. Se trata de un empleo de baja productividad y bajos salarios que, en la mayor parte de los casos, simplemente constituye una estrategia de supervivencia”, señaló Saavedra. En América Latina y El Caribe, el ingreso a la vida laboral de los jóvenes está marcado por altas tasas de desocupación e informalidad. Según la OIT, 6 de cada 10 jóvenes que sí consiguen ocupación se ven obligados a aceptar empleos en la economía informal, lo que en general implica malas condiciones de trabajo, falta de protección laboral y bajos salarios.
El artesano Carlos Zambrano, de 24 años, oriundo del cantón Eloy Alfaro (Esmeraldas), menciona que el trabajo informal es duro pero otorga cierta independencia al trabajador.
Carlos elabora aretes, collares, manillas, llaveros y monederos, en materiales reciclados y propios de su provincia como semillas, tagua, madera y mate. Toda su producción es hecha a mano y cuenta con un buen acabado, diversos colores y variedad de tamaños. Con más de 15 años en este negocio, comenta que empezó elaborando pulseras y después diversificó sus productos. “Ahora también tallo en madera cosas para decorar las casas como marimbas, maracas y palmeras”.
Zambrano forma parte de la Asociación Sol y Mar de Atacames, constituida por personas que se dedican a la elaboración y venta de artesanías. Igual que esta, existen asociaciones como Tejiendo con Nuestras Manos, Nuevo Amanecer, Nueva Imagen, Sol y Mar, Coral Negro, entre otras, encargadas de organizar a los diferentes comerciantes informales en cooperativas que venden artesanía, dulces típicos de la zona, agua de coco, ropa de playa y elaboran peinados trenzados.
También proliferaron los trabajadores que efectúan su actividad artesanal de manera autónoma.
Según cuentan estas mujeres, las niñas y las jóvenes son las que más demandan el servicio. Cuando los cabellos son largos y encrespados, la labor es más difícil, pero no imposible. Los cabellos lacios y cortos son más fáciles de manipular.
Hay mujeres, cuyas largas y abundantes cabelleras quedan reducidas a trenzas tipo rasta en menos de una hora.
Mientras realizan diferentes peinados, muchas de las mujeres trenzadoras entablan largas conversaciones con las clientas que confían sus cabellos a estas afroesmeraldeñas. Dicen que la charla hace más entretenido el trabajo. (I)