La historia cuenta que antes de la Colonia, donde hoy es el barrio San Sebastián de Latacunga, habitaban las tribus de los puambus y panzaleos. Ambas se enfrentaban continuamente en el sector denominado Gualundun.

En ese lugar, una mujer de mediana edad era testigo de las múltiples derrotas de los panzaleos. Entonces les gritaba “shuyayrucos”.

Esta palabra se conoce hasta la actualidad, pero fue modificada. De hecho, los nacidos en esta tierra suelen decir que son orgullosamente ‘shayrucos’. Así lo explicó Juanita Venegas, secretaria del despacho parroquial y conocedora de la historia de esta barriada.

San Sebastián fue fundado el 28 de abril de 1538 como parte de la labor evangelizadora de los padres dominicos. Es uno de los más antiguos de la cabecera cantonal de Latacunga. La iglesia, ubicada entre las calles Juan Abel Echeverría, Josefa Calixto Pino e Isla San Bartolomé, da fe de ello.

El templo posee una sola nave en sentido norte-sur, paralela al largo muro que da a la plaza, y la fuente que se encuentra en el centro tiene, a su vez, un par de torres de tamaño mediano en la parte frontal del crucero sobre la puerta y el balcón.

Las paredes fueron construidas de cascajo y tienen 2,50 metros de ancho. Para mantenerlas pegadas se utilizó cebo, panela y barro.

Por causa de eventos naturales, la sacristía muestra señales de fracturas, a pesar de esto, se sigue utilizando. Antiguamente en la torre se encontraba un conjunto de campanas de bronce de tamaño regular y una pequeña, para el servicio del culto. Dentro del templo hay esculturas antiguas como un Sagrado Corazón de Jesús tallado por Caspicara. Turistas visitan el lugar especialmente los fines de semana.

Los patrones de los habitantes del barrio son la virgen de El Rosario y san Sebastián. Por eso, las festividades se organizan el 20 de enero, cuando el calendario católico rinde homenaje a este santo.   Al frente de la iglesia está la plaza Montalvo, que  hace 30 años no era más que un parque desarreglado. Hoy, gracias a la gestión de Claudio Guerrero, monseñor y sacerdote de la parroquia  Juan Montalvo, se renovó el lugar.

Los sábados, la plaza se llena con  centenares de comerciantes que venden de todo. Los ‘cachineros’ (vendedores de ropa usada) son la principal atracción. Sus artículos y precios bajos atraen  a gente de muchos lugares de la provincia.