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Los alrededores del ‘Patrón’ ofrecen un tour de delicias

Pollo broaster, salchipapas y también platos típicos ecuatorianos forman parte de la variada oferta gastronómica alrededor del plantel. Foto: Archivo / El Telégrafo
Pollo broaster, salchipapas y también platos típicos ecuatorianos forman parte de la variada oferta gastronómica alrededor del plantel. Foto: Archivo / El Telégrafo
01 de marzo de 2015 - 00:00 - Karen Gaspata y Benjamín Crespo, Colegios Bolívar y Mejía

Josué Yánez (18 años), estudiante del Instituto Nacional Mejía se aproximó al negocio Los ricos motes del Mejía, un local ubicado desde hace 6 años en la calle Vargas.

Preguntamos a Josué por qué prefiere la comida de ese local y su respuesta fue: “Es un local que nos agrada y al que acudimos más que nada porque está cerca del ‘cole’”.

Yánez no es el único alumno del ‘Patrón’ que acude al establecimiento para disfrutar de su variada y deliciosa comida; además ofrece precios que los chicos consideran convenientes.

La propietaria, María Teresa Cayataxi (36 años), aseguró que fue la primera en abrir un negocio en la zona de venta de alimentos ‘especializado’ en atender a un público juvenil. Para ello, ideó platos rápidos de consumir y de precios accesibles, tal como lo confirmaron muchos de sus clientes.

La mujer asegura que con el paso del tiempo empezó a desarrollar una “numerosa, fiel y buena” clientela por lo que el primer sitio en el que se había ubicado empezó a quedarle chico. Y que por ello decidió trasladarse a un espacio más grande.

Ella considera que de esa manera cumple con quienes “le hacen el gasto todos los días” al ofrecerles un mejor servicio.

Sin embargo, algo que le apena es que el cambio de horarios de estudio que ocurrió en el colegio llegó a afectar en parte a su negocio.

Esto porque, según Cayataxi, los alumnos del bachillerato eran sus principales comensales y ahora no pueden comprarle.

Así mismo, la comerciante comparte la queja de la mayoría de sus colegas de la zona aledaña al establecimiento educativo respecto a las manifestaciones estudiantiles.

Dijo que cuando “los muchachos se ponen revoltosos” y salen a protestar y terminan enfrentándose con los miembros de la Policía, ‘el negocio se daña’”.

“Algunos de esos días es mejor cerrar las puertas porque con los correteos de uno y otro lado y las bombas lacrimógenas no se puede trabajar”, aseguró.

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