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El gran pasaje, centro comercial de estilo que moderno, se incorporó al paisaje de la zona en la década de 1970

La Plaza del Teatro es un espacio en constante evolución y movimiento

Las últimas adecuaciones realizadas a la Plaza del Teatro restringieron hasta casi eliminar la presencia de comercio autónomo en la zona y lo constituyeron en un sitio dedicado básicamente al arte. Foto: Archivo / El Telégrafo
Las últimas adecuaciones realizadas a la Plaza del Teatro restringieron hasta casi eliminar la presencia de comercio autónomo en la zona y lo constituyeron en un sitio dedicado básicamente al arte. Foto: Archivo / El Telégrafo
29 de marzo de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

La imagen que tiene el quiteño actual de la Plaza del Teatro es la de un espacio que combina, al menos, 3 estilos urbanísticos.

Por un lado están las edificaciones ubicadas en los costados oriental y norte con el característico estilo heredado de la Colonia y algunas de corte neoclásico, al igual que ocurre con la edificación que hoy por hoy le da nombre al espacio: El Teatro Nacional Sucre.

Sobre la acera occidental, en cambio, y separado del conjunto por la calle Guayaquil, se muestra un edificio de estilo moderno al que se conoce como El Gran Pasaje y que funciona como un centro comercial desde la década de 1970.
Los usos y el nombre del espacio, sin embargo, han variado a lo largo de la historia de la ciudad, a la que ha estado unido.

La historia del sitio se remonta a mediados del siglo XVI cuando en uno de sus costados habría funcionado un matadero donde se sacrificaban a las reses para comercializar su carne en los alrededores. Es por esto que muchas personas empezarían a tildar al lugar como ‘La Plaza de las Carnicerías’.

A inicios del siglo XVII, el Cabildo de la ciudad decide cerrar las carnicerías civiles y construir un solo edificio estatal destinado a esas labores, realizando así la primera ‘limpieza’ del sector y permitiendo de esa manera la instalación de casas y mansiones señoriales cuyos dueños antes no se atrevían a construir en las cercanías.

En algunas de las primeras fotografías captadas de la ciudad, se puede observar todavía la antigua edificación.

En el libro Quito, guía de arquitectura, publicado en 2004, se indica que para 1763 el Ayuntamiento habría construido en el centro de la plaza, una fuente para el uso común de los vecinos, entre ellos los comerciantes y moradores que no disponían de agua en sus lugares de trabajo o viviendas.

“Esta obra costaría más de 1.000 pesos en materiales, jornales, herramientas, piedras sillares y acueductos”, señala el texto.

Luego de 23 años, el entonces presidente de la Real Audiencia de Quito, José de Villalengua y Marfil, levantó en ese mismo espacio una plaza de toros, en donde se realizaron varias corridas que despertaban el interés de los amantes de la tauromaquia.

Estas actividades se desarrollaron más o menos regularmente hasta que, en 1867, el Congreso Nacional de la época autorizó la construcción del actual Teatro Nacional Sucre en el lugar.

La edificación del escenario se inició en 1879, cuando gobernaba el país el dictador Ignacio de Ventimilla. La obra concluiría en 1886, bajo el mando del presidente José María Plácido Caamaño.

Su inauguración ocurrió el 25 de noviembre de aquel año, causando gran impacto entre la ciudadanía de la época. Desde entonces, el emblemático espacio cambió su nombre a Plaza del Teatro.

El edificio siguió un modelo de inspiración europea, pues se trata de un teatro a la italiana. Es una de las salas de ópera más antigua de Sudamérica, fue inaugurada antes que el Teatro de Cristóbal Colón de Bogotá (1892), que el Teatro Amazonas de la ciudad brasileña de Manaos (1896) y que el Teatro Colón de Buenos Aires (1908).

En el gobierno del presidente Galo Plaza Lasso, el teatro fue cerrado para una primera reconstrucción y modernización, la cual concluyó en 1952.

En 1994, el edificio fue cerrado nuevamente para ser rehabilitado. Se reinauguró a los 117 años de su primera apertura, el 24 de noviembre de 2003 con la presentación de la Ópera Rigoletto en coproducción con la Asociación Pro-Lírica del Perú. Desde entonces la actividad artística que se desarrolla en este escenario ha sido interrumpida.

El 13 de noviembre de 2006 se estrenó allí la primera ópera ecuatoriana, Manuela y Bolívar, del compositor Diego Luzuriaga.

Este despliegue de ‘arte elevado’, sin embargo, no impidió que otras manifestaciones de corte popular se apropiaran del teatro y sus alrededores. Algunas de manera ocasional y otras de forma cotidiana.

En el escenario, por ejemplo, se representaron con frecuencia entre la década de 1930 y la de 1970 las famosas Estampas Quiteñas protagonizadas por el popular artista Ernesto Albán Mosquera, quien daba vida al personaje Evaristo Corral y Chancleta.

Las comedias costumbristas reflejaban en gran parte el hacer y sentir de los capitalinos y se burlaban de los gobiernos de turno, con gran aceptación por parte de las clases menos favorecidas.

En tanto que la plaza sumó a su condición de espacio público natural y sitio obligado de paso la función de lugar de encuentro durante las celebraciones. Esto sucedió, por ejemplo, a finales del siglo XIX y principios del XX con ocasión de la Fiesta de Inocentes y los carnavales quiteños, momentos en los que el uso de disfraces cumplía el objetivo de ‘democratizar’ la urbe mediante la celebración generalizada.

Más tarde, a finales de la década de 1950, la plaza se convirtió en uno de los escenarios preferidos por los quiteños y la entonces abundante población migrante para recordar la fundación española de la ciudad.

Incluso, el equipo de fútbol de la capital (Deportivo Quito) fue fundado en la zona, por lo que pasó a ser conocido por como ‘el equipo de la Plaza del Teatro’.

Datos

El diseño del proyecto del Teatro Sucre fue realizado por el arquitecto alemán Francisco Shmidt y su estilo recuerda las grandes casas de ópera europeas.

El teatro dispone de 4 localidades: Platea principal, Primera fila de palcos, Segunda fila de palcos y Luneta. El número total de asientos es de 804, correspondiéndole a la Platea principal la mayoría (404).

El escenario se ubica tras un telón de terciopelo rojo que está allí desde su inauguración en el siglo XIX; este se recoge de manera vertical en dos secciones. Delante cae un telón metálico antiincendios.

Durante las presentaciones, en la actualidad, es común que se coloquen pantallas gigantes en la plaza para que la ciudadanía disfrute de los espectáculos.

En la esquina suroriental de la plaza funcionó durante décadas el Cine Variedades. En ese espacio funciona hoy el Teatro Variedades Ernesto Albán.

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