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La Alcaldía de Mauricio Rodas, un año perdido para la ciudad de Quito

La Alcaldía de Mauricio Rodas, un año perdido para la ciudad de Quito
15 de junio de 2015 - 00:00 - Jorge Luis Serrano, Sociólogo, exviceministro de Cultura, exdirector del Consejo Nacional de Cine

Cumplido el primer aniversario de la nueva administración de la capital, bien vale repasar varios temas de interés.

Se entiende y es de esperar que el cambio de administración de una ciudad admita un período de adaptación. La lógica no se puede forzar para exigir que todo marche como si nada o incluso mejor.

Si en instituciones públicas medianas o pequeñas se debe esperar razonablemente para ver resultados, no se diga en una institución tan compleja como el Municipio de Quito que demanda, aparte del conocimiento teórico de los procesos necesarios para su marcha, la sapiencia y astucia práctica que solo el día a día puede dar.

Sumemos el hecho de la inexperiencia del Alcalde, quien se estrena en la gestión pública asumiendo el manejo de la ciudad más compleja del país como un verdadero neófito en el asunto.

Eso podría ser entendido como un verdadero acto de fe de la ciudadanía, aunque recordemos que Rodas llegó más bien gracias a un voto castigo que, por diversas razones, cosechó su predecesor.

Hay que sumar también que el cambio de equipos, modelos y la orientación misma de la relación de la nueva administración con la ciudadanía llega, precisamente, sobre una agenda desmontadora de procesos puestos en marcha por Augusto Barrera. Desmontar para apropiarse, tomando en cuenta que el respeto a la institucionalidad no es una tradición que cultiven los ‘nuevos’ políticos.

Los principales eventos de la administración Rodas han sido, hasta ahora, inauguraciones de obras encaminadas por Barrera, como la Ruta Viva o la adquisición de 40 nuevos buses, mientras que problemas como el tránsito han sufrido estancamiento e incluso se han agravado mientras el inicio de la construcción del Metro no tiene fecha.

El estancamiento también se ve y se siente en el tema de la recolección de basura pues la ciudad no está bien atendida. Quito empieza a tener problemas con la basura que no tenía. Por otra parte, la gestión de la cultura en, de y para la ciudad ha sido uno de los flancos más débiles, alcanzando un hito, mediocre y millonario, con la ejecución de la primera edición del Festival Quitonía. Un verdadero y carísimo fiasco.

Un proyecto del que ya no se habla y que venía dando resultados importantes, de la mano de Barrera es el soterramiento de cables. No se conoce nada al respecto ni cuáles son las zonas priorizadas. La iniciativa está detenida.

Mientras, el eslogan de campaña, ‘Podemos vivir mejor’, va quedando como una frase hueca, pues se mira una persecución a vendedores informales; entonces surge la pregunta: ¿quiénes podrán vivir mejor en la ciudad de Mauricio Rodas? Es conocida la política socialcristiana de exclusión social de los espacios públicos y la afinidad entre lo que empieza a pasar en Quito y lo que se ha visto en otras ciudades es evidente.

Otros ‘hitos’ del primer año tienen que ver con alianzas y acuerdos con importante carga política, aunque se presenten como técnicos, como el anunciado sobre tarifas y pasajes en conjunto con los transportistas, quienes recibirán millonarias compensaciones a cambio de seguir haciendo lo mismo; así como un metódico y sistemático programa comunicativo y de propaganda que implica el cambio de logo en vehículos, buses y espacios de la municipalidad, tarea en la que sí se ha visto empeño y ‘resultados’.

Esta estrategia se caracteriza por no mencionar fechas ni cifras exactas, mientras el afán por borrar las huellas de la administración anterior, apropiarse de lo bueno y acusarla de cualquier error, forma parte de la agenda política.

De cualquier forma, aunque no tiene fecha todavía, el anuncio más importante de Rodas tiene que ver con la continuidad del Metro de Quito. Un año tuvo que esperar la ciudadanía para conocer la voluntad política del nuevo alcalde de continuar con el megaproyecto. Un año fue necesario para que el nuevo administrador despeje sus dudas. Triste. Pero además uno se pregunta si ese anuncio representa una renuncia tácita de Rodas a correr por las presidenciales en 2017. Al menos 2 puntos me hacen pensar que así podría ser, aunque en política no se deba dar nada por seguro. Sin embargo, si anuncia que va a emprender la obra del Metro significa que aspira cosechar políticamente esa decisión y eso solo puede pasar con la inauguración. En segundo lugar, por ser un actor nuevo en política tiene que mostrar resultados y capacidad de gestión; las elecciones de 2017 están demasiado cerca para eso y los problemas de la ciudad requieren soluciones de mediano y largo plazo.

Esto dejaría la vía libre a otros actores de oposición, aunque hay que preguntarse sobre sus reales posibilidades.

Finalmente, si tomamos en cuenta la verdadera intencionalidad de largo alcance que el Alcalde, delfín de una derecha remozada, tiene de cara a la gestión uno debe preguntarse, cuál será el primer servicio público privatizado de Quito. ¿Será la basura? Una fórmula para preparar el terreno de las privatizaciones es empeorar el servicio, desmejorarlo a niveles de rechazo. Hay que ver cómo evoluciona el tema. Pero diría que, por lo pronto y como quien no quiere la cosa, ha arrancado de manera incipiente una especie de privatización del espacio público con aquella noticia de los “apadrinamientos” de parques y espacios verdes por parte de la empresa privada. La noticia se dio a conocer cuando una importante empresa se hizo cargo del cuidado del parque del Quito Tenis. Uno se pregunta: ¿si el mecanismo fuese desinteresado, entonces el aporte de la empresa privada no debería recogerse en una suerte de caja común y permitir que barrios periféricos o mal servidos puedan beneficiarse del apoyo? Cuando es la propia empresa la que elige qué parque o qué espacio quiere “apadrinar” entonces se subrayan las diferencias sociales y los mecanismos de exclusión geográfica.

En definitiva: mientras Rodas ha aprovechado este tiempo para fortalecer sus alianzas locales e internacionales, con ciertos episodios vergonzosos como la ‘audiencia con el Papa’, uno, como habitante de la ciudad, no puede sino lamentar el año perdido para Quito. Un año en el que no se ha visto por dónde vendrán las soluciones ni qué tipo de ciudad es la que se propone. Recordando los inicios de Mauricio Rodas en política con el insostenible “índice ethos de pobreza” no sería de extrañar que, en algún momento, aparezca con algún tipo de medición que demuestre que la ciudad está cambiando, aunque en realidad no solo no cambie sino que empecemos a regresar a un pasado demasiado cercano para haberlo olvidado. (O)

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