Frans, el médico que trasplanta hígados, celebra su cumpleaños 2 veces al año

“El gusto por la medicina debe ser genético” afirma el cuencano Frans Serpa, un doctor de 44 años quien ‘echa la culpa’ a sus papás médicos por esta inclinación. También les agradece tener 2 fechas para celebrar su cumpleaños; esto último debido a una equivocación de Iván, su padre.

Serpa, quien fue el responsable del primer trasplante de hígado realizado en un hospital público del país, cuenta que nació el 19 de abril de 1972, pero que su papá se confundió al momento de inscribirlo en el Registro Civil. Y que por ello su fecha de nacimiento es, oficialmente, el 6 de mayo.

“Tengo dos motivos para celebrar —comenta con una sonrisa—: Mis padres (Iván y Alexandra) influyeron en mí y en mi profesión y estoy agradecido. Cuando vivía en el barrio Santa Anita, de Cuenca, cuando estudiaba en la escuela Luis Cordero, ya sabía que iba a ser doctor”.

Estudió en la Universidad Estatal de Cuenca y desde el segundo año se vinculó al tema de las cirugías. Eso lo fue cautivando poco a poco. Antes de graduarse ya admiraba a los cirujanos porque “ellos resuelven muchas enfermedades, dan alivio al dolor, eliminan cánceres, tumores”, explicó.

Conseguir su especialización no fue fácil. Cuando debía viajar al exterior para obtenerla, el país vivía la época de la crisis bancaria. A pesar de eso, sus ganas por estudiar fueron más fuertes. Envió hojas de vida a varias instituciones médicas del mundo y recibió una propuesta de Brasil para integrarse al grupo de cirugía de un hospital.

Comenzó su residencia en cirugía general y aparato digestivo. Luego se involucró a fondo en los trasplantes de páncreas e hígado. “Mi jefe, ahora mi amigo, me llevó a trabajar y luego dejé de ser estudiante y pasé a ser formador. Enseñaba a los chicos y era muy satisfactorio”, afirma.

Ya con experiencia se dedicó durante 3 años a montar un grupo de trasplantes en una ciudad próxima a San Pablo (Brasil). Justo cuando iba a iniciar el programa, tuvo una llamativa propuesta.

“Me dijeron que forme un grupo en el Ecuador. Mi corazón latió muy fuerte y regresé en 2009 para empezar de cero. El proyecto arrancó con el primer trasplante de hígado en un hospital privado”, cuenta.

No es fácil ser doctor

Tiene un sinnúmero de anécdotas. Una de ellas ocurrió cuando por una falla de coordinación, fue a extraer un órgano a Guayaquil y no tenía forma de regresar a Quito para realizar una intervención similar. “Salí del quirófano a las 23:00 y a esa hora no hay vuelos. Me subí en un taxi y llegué a Quito a las 06:00 y de inmediato me puse a trasplantar de nuevo”.

En otra ocasión tuvo que operar a un Testigo de Jehová. Su equipo se comprometió a no transferirle sangre, pues esa religión lo prohíbe. “En el momento que uno coloca el hígado, el corazón se puede parar. En ese señor dejó de latir por 20 minutos; lo masajeamos un rato y luego nos dimos por vencidos y lo dejamos. Al siguiente día estaba despierto como si no hubiera pasado nada”, recuerda entre risas. (I)

DATOS

La meta particular de Serpa es convertir al Hospital Carlos Andrade Marín, del IESS, en el mayor centro de trasplantes de órganos del Ecuador.

Este año planifica realizar 10 trasplantes de hígado. Afirma que luego de una jornada laboral, lo más bonito es llegar a casa, sabiendo que hizo todo por ayudar y que cumplió su misión de salvar vidas.

Es fanático de Deportivo Cuenca, pero sus dos hijos son hinchas de Liga de Quito. Además, siente gran pasión por el motociclismo, actividad deportiva y recreativa que practica.