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La zona, hoy convertida en espacio público, sirve ocasionalmente como sitio de acampada de distintos grupos políticos y sociales

El Arbolito pasó de ser estadio de fútbol a parque y lugar de actividades políticas

Los cubanos que exigen visa humanitaria a México han sido los ocupantes ocasionales más recientes que ha tenido el parque El Arbolito.
Los cubanos que exigen visa humanitaria a México han sido los ocupantes ocasionales más recientes que ha tenido el parque El Arbolito.
daniel molineros/ el telégrafo
09 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Quito

Los últimos ocupantes ocasionales del parque El Arbolito han sido los integrantes del grupo de cubanos que reclama visa humanitaria a México en su afán de llegar a los Estados Unidos. Sin embargo, no han sido los únicos que han utilizado ese espacio público como sitio de acampada o reunión en las últimas décadas.

A partir de 1990, el parque se convirtió en el sitio habitual de espera de los indígenas cuando llegan a la capital para efectuar movilizaciones. Allí duermen, cocinan y, en algunos casos, resisten a la espera de que sus dirigentes les den directrices sobre qué hacer.

El espacio público también suele ser utilizado como punto de concentración de gremios, sobre todo cuando planean marchas hacia la sede del Poder Legislativo. Pero no siempre fue así. Antes de convertirse en parque, fue el escenario en el que se escribió la historia futbolística de la ciudad.

De esa época conserva parte del nombre, pues primero fue conocido por los quiteños como el estadio de El Arbolito, aunque su nombre oficial era Estadio de El Ejido. La denominación popular, según quienes lo conocieron, obedecía a la especie arbórea que existía en uno de los graderíos. Fue inaugurado en 1932 y demolido en 1966, tras caer paulatinamente en el olvido a raíz de la inauguración del estadio Olímpico Atahualpa, en 1951.

Construido con estilo arquitectónico art déco, tenía capacidad para albergar a 20 mil espectadores. Según los registros de AFNA (Asociación de Fútbol No Amateur), el gobierno de Carlos Julio Arosemena Tola entregó 300 mil sucres para la construcción. Para las personas de más de 75 años, El Arbolito trae recuerdos que se han convertido en una especie de leyenda.

Marco Sigcha, de 82 años, recuerda emocionado los domingos en los que acudía al escenario deportivo para ver partidos entre equipos como Argentina (hoy Deportivo Quito), América, Liga Deportiva Universitaria y Aucas. “Esos eran clásicos de verdad y el fútbol que se jugaba antes era de verdad porque se jugaba por la camiseta; no como ahora, que si no hay billete no salen a la cancha”, dice.

Sigcha se autocalifica como ‘hierba del estadio’. Dice que “madrugaba a las 07:00 para comprar el boleto y lograr una buena ubicación en las gradas”. Este mecánico automotriz jubilado siempre elegía la misma zona de los graderíos, en donde se encontraba con su “gallada de amigos”. “Nosotros le íbamos al Auquitas, el mejor equipo de aquella época. Fuimos pentacampeones de Pichincha durante la época del fútbol amateur”, dice don Marco con un dejo de nostalgia en la voz.

Entre las figuras del cuadro oriental que se le vienen a la memoria cuando habla de sus ídolos de aquella época menciona a César Garnica, que cuentan que rompía redes de lo fuerte que pateaba; Carlos (Garnica), Gonzalo Pozo, Luis Torres y Pedro Acevedo.

Pero no solo Aucas viviría momentos de gloria en El Arbolito. Deportivo Quito jugó allí frente a Barcelona, en 1957, el primer partido oficial de un campeonato nacional de fútbol. Y sobre el césped del estadio se fraguaron las rivalidades más enconadas del fútbol capitalino: surgieron allí los clásicos Aucas-Liga y Liga-Deportivo Quito, encuentros que se viven hasta hoy. (I)

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