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Aún se conservan textos que tienen la rúbrica de Eugenio Espejo, el primer bibliotecario del país

Bibliotecas de la capital guardan verdaderas joyas bibliográficas

En Quito hay varios incunables de diferentes partes del mundo, incluidos los primeros ejemplares impresos en el país. También las narraciones de la Misión Geodésica, desde el punto de vista francés y el español.
En Quito hay varios incunables de diferentes partes del mundo, incluidos los primeros ejemplares impresos en el país. También las narraciones de la Misión Geodésica, desde el punto de vista francés y el español.
01 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

Escritos principalmente en latín y castellano antiguo, otros en alemán y francés, cientos de libros antiguos guardan en sus páginas lo que fue el Ecuador siglos atrás.

¿Sabe usted dónde está el acta de grado de Eugenio Espejo, el primer libro que se imprimió en Ecuador o cuál es el libro más antiguo que hay en el país? Algunas joyas bibliográficas reposan en diversas bibliotecas de la capital y aunque parecería que están olvidadas —o que pocos saben de su existencia—, estas son el espejo de lo que fue la sociedad nacional hace centurias.

La primera biblioteca del Ecuador llegó junto con los jesuitas en el año 1621, con la Universidad de San Gregorio Magno, ubicada donde hoy es el Centro Cultural Metropolitano (CCM) (García Moreno y Chile). Pero en 1767, por orden del rey Carlos III, se expulsó a la Orden de la Compañía de Jesús de la Real Audiencia de Quito. En 1786 desaparece esta universidad, conjuntamente con las universidades San Fulgencio (1621) y Santo Tomás de Aquino (1688).

Después de darle diversos usos a este espacio que dejaron los jesuitas, en 1788 se inauguró la Universidad Pública de Santo Tomás y, seguidamente, en 1792, se inauguró la Biblioteca Pública siendo Eugenio Espejo el primer bibliotecario.

Después de la batalla de Pichincha, en 1822, esta universidad pasa a ser la Universidad de Quito, y en 1836 se la denomina oficialmente Universidad Central del Ecuador (UCE). Posteriormente, la institución es reubicada. A inicios del siglo XIX, la Biblioteca Pública pasa a ser Biblioteca Nacional y luego la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo.

Por estos cambios, los libros de la biblioteca de los jesuitas se dispersaron a lo largo de la historia.

Una versión de La Verdad, de Santo Tomás de Aquino, es el libro más antiguo que existe en Ecuador. Data de 1480 y reposa en el Fondo de Ciencias Humanas del Ministerio de Cultura y Patrimonio.

Este fondo también guarda el primer incunable (edición aparecida entre la invención de la imprenta y los comienzos del siglo XVI) del país. Se trata de la Piissima Erga Dei Genetricem Devotio de San Buenaventura, impreso en 1755 en Ambato. Pequeño, con tapas de cuero y escrito en latín, trata sobre temas religiosos.

Según Leonel Sánchez, encargado del Fondo, otra de las joyas que ahí se conservan es una colección de 27 volúmenes de Alexander Von Humboldt donde se ilustran sus viajes desde 1814. Primicias de la Cultura de Quito, el primer periódico que circuló en la Real Audiencia en 1792, también se encuentra allí. Y si le interesa saber cómo imaginaban a América desde el continente europeo, en el libro América constan las primeras ilustraciones a color hechas por Thedoro de Bry en 1617, según lo que los viajeros le conversaban. Es así que se ven en él animales gigantes luchando contra aborígenes.

Tapas de madera forradas con cuero de becerro y repujado en oro son las características de algunos de los libros que quedaron del fondo jesuita. Muchos de ellos se encuentran justamente en la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo, y datan del siglo XV.

De acuerdo con Bertha Novoa Mena, encargada del lugar, este fondo jesuita cuenta con 8 incunables. Uno de ellos es sobre historia universal desde la teoría del creacionismo. Fue escrito en latín por Hartmann Schedel, en 1493.

Cómo evangelizaron los españoles a los indios americanos paso a paso está detallado en el Itinerario del Párroco de Indias (1666). Escrito en castellano antiguo y con una cubierta de pergamino; en el libro, el rey de España indica, por ejemplo, cómo inculcar la creencia en un solo dios.

“Su vuelo dejó sorda la tierra, mudo el cielo”, dice una de las líneas del poema ‘Los Afectos’. Este forma parte de uno de los 5 tomos del Ocioso de Faenza, del padre Juan de Velasco (1790).

Esas paredes también resguardan el primer mapa hecho a mano de la Real Audiencia de Quito, dibujado por Francisco Requena en 1779.

Telegramas con la firma de Eloy Alfaro, cartas a Manuela Sáenz, Floresta americana (1850) del naturalista francés Aimé Bonpland forman parte del fondo.

¿Qué tal conocer cómo llegaron a la conclusión de que el planeta era redondo y achatado en los polos? En el Fondo Antiguo Luciano Andrade Marín, ubicado en el CCM, reposa la edición original del libro de Carlos María de la Condamine tras venir en la Misión Geodésica Francesa en el siglo XVIII. Allí se encuentran informes técnicos de las mediciones.

Según Patricio Guerra, Historiador del CCM, otra de las joyas de este fondo es el libro Relación Histórica de viaje a América hecho por orden de su majestad, de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, de 1748, en el que relatan sus viajes por América Meridional en la misma expedición.

Si busca libros curiosos, en este fondo encontrará el Diccionario Infernal que data del siglo XIX y está escrito en francés. Contiene la definición de demonios, fantasmas, monstruos, conjuros y más. Sin embargo, el mismo diccionario pero en español (1842) lo encuentra en el Área Histórica de la UCE. Pero es el acta de grado de maestro de Eugenio Espejo la que se roba la atención de los lectores. El acta está fechada el 8 de junio de 1762 y se encuentra en el famoso libro de oro. Este tiene tapas de madera cubiertas de cuero y repujado de oro.

El olor a papel viejo se pierde en la biblioteca Aurelio Espinosa Pólit. Allí los libros ya están digitalizados.

Dentro de su catálogo constan algunos de los primeros ejemplares impresos en Quito como La Hidra de Muchas Cabezas, de Pedro Milanesio (1766), así como documentos coloniales como un libro de matrimonios que data de 1537. Cartas dirigidas al rey de 1450 en las que se habla acerca de los derechos de los indios, proclamas de Juan José Flores y de Eloy Alfaro forman parte de su colección. (I)

Datos

El Fondo Jesuita de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo cuenta con 8.300 títulos, 8 de los cuales son incunables y alrededor de 80 son considerados ‘raros’.

En 1754 llega la primera imprenta a Ecuador de manos de los jesuitas y se instala en Ambato. Alrededor de 1759 llega a Quito. El primer tipógrafo fue el sacerdote alemán Schwartz.

El Área Histórica de la Universidad Central cuenta con 2 incunables europeos: Liber Chronicarum (1497) y Supplementum Chronicarum (1485). Y un incunable mexicano: Recognitio summularum (1554).

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