Vacuna COVID-19: tema político y económico
Una noticia alentadora marcó el inicio de esta semana cuando científicos de la Universidad de Oxford dieron a conocer que los resultados en la fase 3 y 4 referente al testeo en humanos de una posible vacuna para el virus SARS-CoV-2, logró generar hasta un 90% de inmunidad en algunos sujetos. De igual manera, la OMS ha mencionado que de los 45 proyectos que están dando un seguimiento, 4 de estos se encuentran en fases similares.
Esto nos lleva a pensar que pronto se obtendrá vacunas seguras y efectivas para responder a la pandemia, lo que nos permitirá regresar a la tan ansiada “normalidad”. No obstante, cuando llegue dicho momento, la humanidad tendrá varios desafíos que enfrentar. Entre ellos la fabricación y distribución para poder satisfacer la demanda mundial. También lleva a cuestionar cuáles serían los primeros países en tener acceso a estas preparaciones.
Para responder a dicha pregunta, se tiene que tomar en cuenta una serie de factores. En primer lugar el económico ya que la implementación de una fábrica de vacunas tiene un costo que ronda entre los 50 y 700 millones de dólares. A su vez, el personal empleado en estos lugares tiene que ser altamente capacitado. Por último, la experiencia previa estima que para generar uno de estos centros se puede demorar entre 2 y hasta 7 años.
Por estas razones, es imperativo que las autoridades a nivel global tomen acciones para lograr tener acceso a las vacunas de manera rápida. Por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos ya firmó un convenio con una farmacéutica para producir más de mil millones de dosis de una posible vacuna. A su vez, el gobierno de los Países Bajos junto con varias empresas, mantiene proyectos para generar microcentros de producción modulares, los cuales son encadenados a una red de producción global, permitiendo a pequeñas plantas aportar con los componentes necesarios para abaratar costos y potenciar la producción
Si bien, las inequidades son inherentes a la producción de vacunas, estas se intensifican gravemente cuando se habla de un tema vital. En consecuencia, el gobierno de Ecuador debe comenzar a implementar estrategias locales y motivar a una coordinación regional por medios de los mecanismos de integración, para lograr que América Latina sea parte de la producción global de dichas vacunas. Esto evitará que estemos a la espera de las donaciones caritativas de las potencias mundiales y en las listas de espera para poder adquirir estos insumos. (O)