Con una campaña cargada de generalizaciones y frases comunes para captar adeptos, Jorge Yunda llegó a la Alcaldía de Quito. Llegó en medio de discursos anticorrupción de sus contrincantes y a pesar de su corta experiencia en la administración pública. Alcanzó el puesto de alcalde, pese a las intensas críticas en su contra que parecen no quitarle el sueño.

Así como tampoco le roba la paz la otra cara de la ciudad de Quito. Esa que no se construye para los turistas. Donde la basura se esconde debajo de las veredas. Esa donde el wifi ha reemplazado a la convivencia ciudadana. Donde miles de personas sin trabajo salen a las calles todos los días a vender lo que sea. Una ciudad donde se violenta a diario la vida de mujeres y niños. La ciudad donde asesinaron a Carolina, cuya muerte dejó al descubierto una red de trata de adolescentes. Es el lugar donde desaparecen adolescentes y jóvenes. Donde existen crímenes por odio. Donde a diario se denuncian casos de acoso, delitos, secuestros. Una urbe que envejece, a pesar de su renovada infraestructura y de los proyectos inmobiliarios que inundan los centros urbanos y las parroquias rurales.

Esta ciudad raras veces aparece en tiempos de elecciones. Allí lo evidente se vuelve discurso. La recolección de la basura, el caos vehicular, la inseguridad, la movilidad o el nuevo metro son temas útiles para esquivar programas de cambio. Sin embargo, los pendientes que resultan ser punta de lanza de cualquier candidato, a la hora de verdad, ocultan nuevas realidades. La urbe puesta en vitrina, en tiempo de elecciones, es muy diferente a la que vivimos.

Una campaña, como decía el actual alcalde, trabajada desde la alegría es algo que nos viene bien a todos, sin duda. Que el humor es una cosa muy seria, estamos de acuerdo. Pero lo último que Quito necesita es que se maquillen sus problemas de fondo y que la participación de los y las ciudadanos (as) quede atrapada en las redes sociales. Las campañas políticas se tejen con la gente, en las calles, al igual que los proyectos de ciudad. En lo primero, Yunda acertó. Veamos cómo en tiempos de gestión, el flamante alcalde aporta a esa ciudad que queremos. (O)