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Los objetivos de la corrupción en las elecciones

German Rodas Chaves, escritor, historiador y coordinador de la Comisión Nacional Anticorrupción.
German Rodas Chaves, escritor, historiador y coordinador de la Comisión Nacional Anticorrupción.
Cortesía
17 de agosto de 2020 - 00:00 - Germán Rodas Chaves

Algunos de los atracadores del dinero del pueblo también se alistan para las elecciones. Nos lo han dicho públicamente en las últimas horas. Ellos necesitan protegerse frente a la justicia y sin importarles si los resultados eleccionarios les son favorables o no, saben que su participación –gracias a los resguardos que propicia la ley en beneficio de los candidatos- puede contribuir a que se difuminen los casos de corrupción en los que se hallan involucrados.

También hay otros personajes que se darán cita en el ámbito electivo: los que no han sido sancionados en los asaltos a los bienes del Estado y que intentan ir por las reelecciones o que para lograr su encubrimiento apoyarán abiertamente –padrinazgo de obscenidad necesaria- a aquellos que les ofrezcan protección desde la Asamblea Nacional y desde el poder Central.

Unos y otros llevarán en su equipaje de campaña el peso del delito y el afán de poner en vigencia el perdón y el olvido como consigna fundamental a sus desafueros. La Patria les es ajena, de tal suerte que sus discursos solamente expresarán demagogia y vocinglería vacuas.

A esta variedad de candidatos, por lo afirmado, no les mueve ninguna filosofía; carecen de orientación doctrinaria; no aspiran a fomentar el debate de las ideas; no piensan, solo existen. Les interesa la tarima para dar paso a la comedia y al drama, a manera de artificio que oculte sus arbitrariedades.

La circunstancia relatada vendrá acompañada de una bofetada adicional sobre la conciencia de nuestro país: la campaña eleccionaria, en los casos aludidos, se financiará con los dineros de la corrupción.

En efecto, los recursos mal habidos a causa del dolo –comportamiento que no permitió enfrentar adecuadamente la pandemia y que dejó al descubierto los sobreprecios en la adquisición de insumos médicos y de medicinas- apuntalará la parafernalia electoral de aquellos que degradaron la condición humana.

En este contexto, en la campaña se filtrarán los dineros que provienen de la fastuosa obra pública construida con sobreprecios –te recuerdo ahora Odebrecht- o que se aprovechó de las necesidades de las víctimas del terremoto en Manabí y en Esmeraldas y, del mismo modo, de los préstamos internacionales en el esquema de una deuda espuria que nos ha ido dejando sin soberanía.

A todos ellos, sin excepción, el país debe cerrarles el paso para no infestar las utopías que serán manipuladas sin rubor y, en el ánimo de dotarse de gobernantes con algún respeto, la ciudadanía debe discernir, como pocas veces, entre la ignominia y el nuevo amanecer.

En un panorama de tal naturaleza, todas las autoridades electorales en este momento deben recurrir –ya es hora- al concepto y a la praxis de la probidad para no permitir la mutilación de la ética. El Ecuador reclama el derecho de volver a vivir de pie. (O) 

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