Punto de vista
La muerte civil se conecta con el ‘destierro’
Uno de los miedos más antiguos del ser humano es la muerte y todo lo que está relacionado con ella nos provoca una reacción inconsciente y subjetiva de rechazo.
Jurídicamente, la muerte civil implica una desaparición de los derechos de la persona. El estatus del ciudadano se pierde y no puede hacer ni deshacer contratos.
La muerte civil implica una pena, una condena, por lo tanto, un proceso de debilitamiento de la identidad. Quien entra en muerte civil se va secando poco a poco hasta desaparecer del contexto socio-jurídico.
La muerte civil se conecta directamente con el ‘destierro’. Simbólicamente, quien ha sido sentenciado a perder sus derechos ciudadanos entra en un limbo físico y virtual. Es importante preguntarse frente a la muerte civil qué es útil y qué es inútil al dar la muerte civil.
Además, la muerte civil es una forma de perder prestigio y honra frente al gran público. La identidad del individuo se deteriora y su valor simbólico se deprecia. No puede hacer créditos, no puede elegir ni ser elegido, pierde la confianza de su entorno social y se estanca.
Su vida está ceñida a los hechos jurídicos y hasta que no enmiende su culpa, el peso de la ley ahogará sus expectativas. Como conclusión, la muerte civil desempeña una herramienta clara que frena los actos de corrupción y visibiliza el interés jurídico de una sociedad que quiere trabajar por y con integridad. (O)