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Entrevista / Carlos Diego Mesa Gisbert / delegado del gobierno de bolivia para promover la demanda ante la haya, expresidente de esa nación y periodista

“Un periodista que comete delitos no puede tener un fuero de intocabilidad”

Foto: Andrés Darquea/El Telégrafo
Foto: Andrés Darquea/El Telégrafo
19 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción Actualidad

Los compromisos que habría olvidado Chile durante 110 años motivaron la demanda de Bolivia ante la Corte de La Haya para exigir una salida soberana al mar. Y al frente de esa lucha, por encargo del mandatario Evo Morales, está el expresidente y periodista Carlos Mesa, quien la semana pasada estuvo en Quito para reunirse con el presidente Rafael Correa y explicarle “de primera mano” por qué el diálogo ya no fue suficiente. En esa visita ‘recibió’ la noticia de su propia muerte y así reflexionó sobre el poder mediático.

¿Cuál fue el resultado de la reunión con el Presidente Correa?

El objetivo de la visita al Presidente no es buscar la adhesión o solidaridad del Ecuador, por supuesto sabemos la simpatía que existe hacia el mandatario (Evo) Morales, pero sí explicarle en qué consiste nuestra causa y evitar que tuviera información equivocada porque el tema es delicado y se podría pensar que Bolivia intenta distorsionar la legislación internacional y los tratados.

¿En qué consiste la demanda boliviana?

En 1879 Bolivia rescindió un contrato de concesión para la explotación de salitre -una riqueza muy importante en ese momento- a cargo de una empresa anglo-chilena, que dio lugar a una respuesta desmesurada de Chile e invadió militarmente Antofagasta, donde estaba la sede de la empresa. A partir de allí expandió el proceso militar hasta tomarse la totalidad del territorio boliviano: 120 mil km² y 400 km lineales de Costa que Bolivia tenía en el Pacífico.
Bolivia quedó enclaustrada a pesar de haber tenido mar y en 1904 firmó un tratado de paz con Chile en el que cedió la totalidad del territorio y a cambio del derecho al libre tránsito, un ferrocarril y una compensación económica. Después de 1904, e independientemente del tratado, Chile se comprometió con Bolivia varias veces en otorgarle una salida soberana al mar, una negociación que se intentó con dos mandatarios (Michelle Bachelet y Sebastián Piñera) hasta que el presidente Morales decidió llevar el caso a la Corte de la Haya. Nuestra demanda se basa en un principio de derecho internacional reconocido por la Corte internacional de Justicia:los compromisos y promesas formales que un Estado hace a otro son jurídicamente exigibles.

¿Qué espera Bolivia de La Haya?

Que la Corte Internacional de Justicia obligue a Chile a negociar para otorgarle una salida soberana al mar. ¿Sobre qué base? Buena fe entre las partes, bases razonables de negociación (los propios compromisos que asumió Chile), y que se haga en un plazo definido porque ya hemos esperado 110 años. La negociación debe ser obligatoria porque Chile no ha querido hacerlo voluntariamente.

¿Cómo incide en la frontera la resistencia de Chile a negociar?

Vamos a plantearlo así: desde 1978 Bolivia y Chile rompieron relaciones diplomáticas por la frustración de una de las negociaciones a las que hice referencia, pero obviamente hay un intercambio importante porque una parte de las exportaciones de Bolivia pasan por territorio chileno. En la parte oficial, el flujo es normal, pero en la práctica las cosas se hacen más lentas, los camiones hacen 3 veces más colas, los temas burocráticos son más largos, pero Bolivia lo ha dicho: la disposición es de diálogo y el tema del mar se discute en La Haya.

¿Faltó voluntad política?

Uno de los aspectos que quiero subrayar es que el presidente Morales tuvo muchísima esperanza en el primer gobierno de la presidenta Bachelet en que era posible llegar a un acuerdo por la identidad ideológica, por la sintonía política que tienen ambos países, pero eso lamentablemente no ocurrió. Ambos gobiernos  firmaron una agenda de 13 puntos y el número 6 era el marítimo. ¿Qué implicaba esto? Que había que reunirse en una mesa de negociación sobre el tema del mar. Lamentablemente pasaron los 4 años de gobierno de la Presidenta y esa mesa de trabajo no se abrió; con el presidente Piñera, tampoco. Esa experiencia que vivió el presidente Morales, que la vivimos yo y mis antecesores, demostró que no hay una voluntad política ni una buena fe de Chile.

¿Cuál es la aspiración boliviana?

Queremos una negociación con mente abierta, sin prejuicios y sin precondiciones. La única condición es acceso soberano al mar: ¿dónde?, ¿cómo?, ¿en qué contexto?, ¿qué superficie? Eso se discutirá. Si Bolivia planteara un preconcepto estaría distorsionando la esencia de su pedido, que es dialogar y llegar a un acuerdo con Chile, sobre las características y dificultades que cada país tenga. Nuestra mente está tan abierta que no iremos con ningún preconcepto, las bases serán todas las ofertas que a lo largo del tiempo Chile le ha hecho a Bolivia.

En otro tema, ¿cómo recibió la noticia de su propia muerte, que se difundió el jueves pasado en las redes sociales, basándose en un blog?

He vivido en carne propia este escenario que combina la democracia plena de acceso a los medios y la irresponsabilidad ilimitada que pueden tener. CNN recogió el rebote de una información. El problema aquí es cuando recibes información de una fuente X tienes que saber si es fidedigna. No sé si CNN al final hizo un despacho específico sobre el tema, sea en televisión o Twitter, desconozco el tema porque me rebotaron muchísimos elementos.
Pero lo básico es que debemos combinar algo muy difícil: el derecho pleno a la libertad de expresión y la obligación de ser responsable. El punto es cómo haces que esa lógica de responsabilidad legislada no dé lugar al peligro de que a título personal yo te sanciono porque eres irresponsable. ¿Quién define el grado de responsabilidad? Hay cosas tan grotescas como la que acabas de mencionar, de un mal uso terrible. Imaginarás que he tenido que llamar a mi esposa y a mis hijos (en La Paz) porque me enteré cuando la noticia ya se había regado. Eso generó una gran preocupación a mi familia.

Hay medios que defienden la autorregulación.

La autorregulación podría ser un camino, pero no necesariamente. El otro tema es más delicado, el control de los monopolios y el control del poder omnímodo del Estado. Tú no puedes aceptar un monopolio absoluto en los medios de comunicación porque convierte la democracia en una dictadura desde el sector privado; y el exceso de control de poder desde los medios estatales también puede llegar a ser distorsionador. Entonces estamos enfrentando un momento nuevo en el que no hay que tenerle miedo a la discusión, en el que hay que aceptar que existen intereses privados y estatales que pueden distorsionar la libertad de expresión.

¿Qué tan efectivo cree que ha sido regular a través de una ley como en el caso de Ecuador? En Perú e Inglaterra también se discute la creación de una ley.  

Es necesaria, siempre y cuando esa legislación establezca unos límites que no afecten el elemento básico de la libertad de expresión, pero que a título de libertad de expresión no se plantee la lógica de que no se puede legislar a nadie porque hay poderes que limitar, tanto del Estado como del sector privado, que son terriblemente peligrosos. Tenemos que establecer una protección a la sociedad y combinar el derecho penal, el derecho civil, con la legislación vinculada a los medios. En otras palabras, un periodista es una persona como otra cualquiera y un periodista que comete delitos no puede tener un fuero de intocabilidad cuando cometió un delito penal o haya atentado contra la dignidad de otra persona.

El tratamiento que los grandes medios mexicanos dieron al caso de la desaparición de los 43 normalistas abrió en las redes sociales un debate sobre los monopolios mediáticos.

Si haces un mapa mediático y dices que en ese país el 85% de medios de comunicación está en manos de dos personas, obviamente hablamos de un monopolio u oligopolio, ahí tiene que haber una ley que lo impida porque la concentración de poder distorsiona la libertad de expresión y genera el mismo efecto negativo de quienes defienden la libertad de expresión contra el monopolio estatal o contra el abuso del Estado.

¿Cómo fue su relación con los medios, pese a ser periodista?

Complicada, cuando estuve en la Presidencia tuve una primera etapa de luna de miel y luego otra en que me hicieron pedazos. Fue duro y notabas la injusticia, pero a veces como Presidente uno también tiene delirio de persecución y crees que cualquier cosa que publican es en contra de uno. Pero con lo ocurrido me pregunto: ¿Qué derecho tiene un medio de comunicación de afectar de manera tan grosera con una mentira de ese tamaño? Es decir, mi madre es una mujer de 88 años y recibir la noticia de que he muerto es muy grave, muy grave.

Usted es una figura pública y puede responder, ¿pero si lo mismo le pasara a un ciudadano?

Absolutamente, tienes toda la razón. En ese sentido creo que un periodista debe ser responsable por sus actos ante el sistema jurídico normal, es decir, no debe haber ningún fuero específico; si has cometido un delito, que se te juzgue a través de los mecanismos que cualquier ciudadano tiene, sin necesidad de un aforo especial.

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