Lourdes Cuesta, asambleísta de CREO por Azuay, impulsa el juicio político contra Carlos Ochoa, superintendente de Comunicación. “Él cree que tiene poder desmedido, pero el poder es efímero”, subrayó la asambleísta. En la campaña de 2017 su movimiento planteó la derogatoria de la Ley de Comunicación.

¿Cuáles son las pruebas que presentaron para fiscalizar a Ochoa?
Las pruebas están divididas en tres grandes bloques. El primero tiene tinte de responsabilidad penal, por ejemplo la alteración a la Ley de Comunicación, con la que Ochoa sancionó a los medios. Los informes de Contraloría en los que Ochoa muestra su falta de probidad para ser funcionario al haber utilizado mal los fondos del Estado.

En el segundo bloque demostramos el uso y abuso de poder; cómo Ochoa defiende sus intereses personales utilizando a la Supercom. El último bloque es su discrecionalidad para sancionar o no con todo el peso de la ley. El 94% de las multas son a medios privados e independientes.

¿Usted cree que el juicio termine con la censura y destitución?
No hay motivos para no censurar a Ochoa. Incluso el juicio puede derivar en que nosotros vayamos a la Fiscalía para presentar acciones penales, tal como manda la ley. Además está la discrecionalidad con la que actuó. Él ha interpretado la Ley de Comunicación a su antojo para perseguir a quienes piensan distinto.

Pero, ¿conseguirán los votos en el plenario?
Creo que sí. Ochoa no es un funcionario que represente a nadie, ni a los morenistas ni a los correístas. Tampoco a los periodistas ni a los medios ni a la sociedad civil. Es una persona que ha generado rechazo en todos los sectores.

¿Cuál es su opinión sobre la Ley de Comunicación?
Es un arma cargada, asentada sobre una mesa y lista para ser disparada en contra de los ciudadanos.  Carlos Ochoa es el gatillero de esa arma, es el ejecutor, es el verdugo.

El Superintendente dice que no lo pueden juzgar por otros temas como el de GamaTV.
Ochoa omite que uno de los requisitos para ser funcionario es ser una persona de probidad notoria. Él de probidad no tiene nada, así como tampoco es un personaje notorio. (I)