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El autor pide al progresismo estar a la altura de los nuevos tiempos

La elección de Ecuador derriba la teoría del fin de ciclo en la región

Mauricio Macri llegó al poder con la promesa de mantener las conquistas sociales, lo cual no fue así.
Mauricio Macri llegó al poder con la promesa de mantener las conquistas sociales, lo cual no fue así.
Foto: AFP
07 de abril de 2017 - 00:00 - Augusto Taglioni. Especial para EL TELÉGRAFO

Buenos Aires.-

La victoria de Lenín Moreno en Ecuador significó una bocanada de aire fresco para el progresismo latinoamericano. Quienes sentenciaban el fin de ciclo de las experiencias nacionales y populares en la región se quedaron con el grito atragantado demostrando que lo que verdaderamente hay es un continente en disputa.

Si vamos a los datos objetivos de las últimas seis elecciones presidenciales, solo una (Argentina) fue ganada por las que se consideran ‘las fuerzas del cambio’. Claro, en el medio el chavismo perdió las elecciones legislativas agudizando el enfrentamiento con la oposición, destituyeron a Dilma Rousseff y Evo Morales perdió un importante referéndum para habilitar una nueva reelección. Todos estos escenarios, y podemos incluir también el referéndum por la paz en Colombia, contribuyeron con la idea de que una nueva ola conservadora se instalaba como efecto contagio frente a una sociedad derechizada. Ecuador refutó esta teoría.

No obstante, lo que ha marcado las elecciones en Argentina y Ecuador es la definición ajustada en segunda vuelta cuando en ocasiones anteriores el triunfo era con amplia diferencia. ¿Por qué sucede esto? Ambos procesos no pudieron contar con sus presidentes en la boleta, ya que, tanto Cristina Fernández de Kirchner como Rafael Correa no estaban habilitados para un nuevo mandato. Sus candidatos (Daniel Scioli y Lenín Moreno) tuvieron que cargar con el peso de reemplazar a dos figuras muy fuertes, con liderazgo y una porción alta de apoyo popular. Ambos quisieron inyectarle su propio estilo y los dos prometieron ‘continuidad con cambios’. Con escenarios tan similares, ¿por qué uno ganó y el otro perdió?

Saberlo con certeza es imposible, lo que sí se puede confirmar es que lo ajustado del resultado marca que las sociedades tienen una nueva agenda que el progresismo o la ‘nueva izquierda’ tiene que poder interpretar.

Las sociedades no votan con el espejo retrovisor, eligen en función de coyunturas y situaciones concretas y pensando siempre en no querer perder lo logrado. Quienes antes de la llegada del progresismo estaban entre el 25% de argentinos sin trabajo o eran parte de los enormes bolsones de pobreza de un Ecuador institucionalmente destruido, saben que volver atrás puede significar la vida de sus familias. Ahora bien, tal vez exista en el electorado cierto cansancio a determinados estilos, peleas o coyunturas particulares y es genuino desear un cambio.

Sin entrar en el detalle de lo que siente o piensa el electorado, está claro que todos estos países tienen un piso alto de derechos adquiridos. Eso la derecha lo sabe y, por eso, Mauricio Macri en Argentina ganó prometiendo que “se puede vivir mejor” y “no vas a perder nada de lo que tenés”. Con 16 meses de gobierno, los argentinos saben que eso fue una mentira para ganar votos y lo que vino fue el desempolvado decálogo menemista del nuevo tiempo.

La situación en Ecuador fue similar, con la diferencia de que ganó la continuidad. ¿Habrá jugado el efecto de ‘el cambio’ en Argentina? Puede ser, especialmente porque en ese país está creciendo la conflictividad social. Más allá de cualquier elemento externo, Ecuador tiene algunas particularidades interesantes, una de ellas es su presidente.

Hay que destacar que Rafael Correa ha superado obstáculos que no cualquier mandatario puede. Desde un intento de golpe pasando por la caída de los precios del petróleo y culminando con un terremoto que dejó a la deriva a pueblos como Manabí, donde Moreno obtuvo 63% de los votos en la segunda vuelta.

El progresismo tiene un desafío que puede superar si empieza a leer correctamente las señales de la región.  Más, teniendo en cuenta que  el año próximo hay elecciones en Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia y México. ¿Se imaginan una nueva camada de mandatarios progresistas en un contexto de un mundo que se cierra? Sería una gran oportunidad para demostrar que los procesos de distribución de la riqueza no solo fueron gracias al alza de los comodities, sino más bien a la voluntad política.

Los pueblos se ponen exigentes, eso no es negativo, hay que ponerse a la altura para representarlos. De eso se trata, de construir nuevas mayorías. Ecuador pudo. (O)

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