González asegura que hubo desinformación cuando en realidad los derechos de militares y policías no iban a ser afectados
‘La campaña de desinformación fue la causa del 30-S’ (Audio)
El exjefe del Comando Conjunto, Ernesto González, reconoció que la vida del presidente Rafael Correa corrió peligro y que la revuelta fue producto de una campaña de desinformación al interior de la Policía y de las Fuerzas Armadas.
Los policías sublevados colocaron francotiradores en los edificios aledaños al hospital donde estaba Correa, listos para usar armamento letal. Los militares se encargaron de liberar al Presidente y cuando inició la operación fueron repelidos a bala.
González recordó que la revuelta policial de aquel día de 2010 surgió porque supuestamente la Ley Orgánica de Servicio Público (Losep) eliminaba bonificaciones en la fuerza pública, por motivo de ascensos. González aseguró que nunca existió esa posibilidad.
“La verdad es que no se iba a conculcar ningún derecho. Se iban a establecer compensaciones, pero esta información no fue difundida a todo el estamento militar, pese a que se hicieron campañas (...) hubo una campaña de desinformación en el sentido de que se iban a afectar derechos”, afirmó en una entrevista radial, el pasado lunes.
González presentará mañana su libro Testimonio de un comandante, en el que cuenta su versión de los hechos sobre el 30S. Recuerda que ese día, al menos 20 de los 24 comandos provinciales se habían insubordinado.
El ahora general en servicio pasivo aseguró en Radio Visión que la situación siempre se vigiló “pero no pensamos que iba a llegar a ese nivel”. En ese sentido reconoció que la inteligencia militar se equivocó al no haber previsto la revuelta.
Agregó que el 30S cada cual intentó solucionar el problema por su cuenta, cuando, según él, el mando militar estaba al frente. De acuerdo a su versión, el general de la Policía, Euclides Mantilla, ordenó al Grupo de Intervención y Rescate (GIR), rescatar al Presidente.
Lo propio hizo el entonces ministro del Interior, Gustavo Jalkh al Grupo de Operaciones Especiales (GOE). A eso se añadió la marcha encabezada por el canciller Ricardo Patiño hasta el hospital de la Policía.
González contó que antes del operativo militar un contingente del GIR acudió para liberar a Rafael Correa pero “los mismos compañeros (policías) no se lo permitieron. Les pegaron una garrotiza”.
De igual manera, el entonces comandante de la Policía aseveraba que la situación estaba controlada, que los amotinados prepararían una calle de honor para que saliera Correa mientras ellos entonaban el himno de la institución.
Pero esa versión contrastaba con la información de la inteligencia militar. “La Policía había apostado francotiradores en los edificios aledaños. Estaban con armamento militar”, indicó. Además cuando la multitud llegó a las inmediaciones del hospital de la Policía fue fuertemente reprimida, tanto que ocasionó la muerte del estudiante Juan Pablo Bolaños.
“Ya no había condiciones de seguridad para que saliera el Presidente. Si él salía podía ocurrir todo. ¿Qué pasaba en el país si mataban al Presidente? ¿A un Presidente tan popular? Lo mataban y el país se acababa. Nosotros nos imaginamos que la población civil se iba a ir contra la Policía Nacional”, reflexiona. A esa conclusión llegó el mando militar que seguía los eventos en el cuarto de guerra de las FF.AA. Fue allí donde finalmente se planeó la operación de rescate, después de que Correa lo ordenara.
Para el exjefe del Comando Conjunto, el Primer Mandatario estaba retenido y no secuestrado. El general ofrece una explicación técnica puesto que Correa no estaba incomunicado y siempre estuvo al mando del país. Tampoco define la situación como un golpe de Estado, pero un informe de Naciones Unidas calificó aquella jornada como un “intento de desestabilización”.
AUDIO
En su libro, González hace un recuento pormenorizado de su relación con el Gobierno. Al que fuera su ministro de Defensa, Javier Ponce, lo califica como un “buen ministro”, que aprendió rápidamente la mecánica de la institución militar.
Describe una tensa reunión el mismo día del 30S. Los comandantes militares estaban reunidos en Quito, en el salón de guerra del Comando Conjunto. En esa cita participó en algún momento Ponce.
González reconoce que la discusión de hacer la rueda de prensa y de si pedir o no la reforma de la Losep se llevó más tiempo del deseado. Ponce se habría desesperado y se retiró de la sala molesto.
Ante eso González le preguntó lo que le pasaba y Ponce le habría espetado: “No pierda el tiempo y dé el golpe de Estado comandante”. El uniformado rechazó esa afirmación y reafirmó su compromiso con el Estado de derecho.
Horas después, según la versión de González, su edecán recibió una llamada del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez. El militar ecuatoriano se negó a contestar pues consideraba que lo que ocurría era un asunto interno del país.
El bombardeo de Angostura
En otro tema, González confirma las conclusiones a las que llegó la comisión investigadora del bombardeo en Angostura. Aunque tiene otra mirada.
“Después de la firma de la paz las FF.AA. fuimos desatendidas por los diferentes gobiernos. Empezó el problema con Colombia porque llegó el presidente Álvaro Uribe Vélez y emprendió su política de atacar a las FARC. El escenario de seguridad en la frontera norte cambió”, dijo.
“Al ver tanta desatención en las FF.AA. nos vimos obligados a pedir ayuda. ¿A quién? Al grupo militar de EE.UU. porque supuestamente hay un interés común de combatir al narcotráfico. ¿Cuál es el interés de EE.UU.? Combatir el narcotráfico con su aliada Colombia y el interés nuestro era tener recursos para evitar problemas. Ahí entra el coronel Mario Pazmiño, al que siempre consideré un oficial recto, muy profesional en el área de inteligencia. Era él quien tenía contacto con ellos y el que tenía que compartir información porque los norteamericanos no nos van a dar lanchas, medios de comunicación o pagar informantes así nomás, ellos también exigían algo a cambio, el objetivo era combatir la narcoguerrilla”.
Pese a la oposición de González, Pazmiño al final dejó el Ejército y se convirtió en opositor y candidato por el Partido Social Cristiano.
DATOS
El libro ‘Testimonio de un comandante’, según Ernesto González, está dirigido a la juventud militar y a la población en general para que conozca la vida castrense.
Cuando fue el bombardeo en Angostura, González cuenta que las Fuerzas Armadas solo tenían un helicóptero para el transporte del personal, el cual estaba en Pastaza y no podía despegar por el mal tiempo.
Si el Ejército hubiera estado correctamente equipado, asegura González, se habría podido interceptar a la patrulla colombiana que se internó en el territorio ecuatoriana y que retiró el cuerpo de Raúl Reyes y sus computadoras.
El uniformado criticó la reforma legal, adoptada el año pasado sobre el rol de las Fuerzas Armadas y la enmienda constitucional que ahora se debate. Para él, atribuirle a los uniformados la “seguridad integral” del país abarca muchos conceptos.