El área social avala trabajo de Berenice Cordero
Para Berenice Cordero, el trabajo en áreas sociales no es nuevo. Lo realiza desde hace más de 37 años. Por eso su nombramiento como Ministra de Inclusión Económica y Social (MIES) lo calificó como una oportunidad para consolidar las políticas sociales del Ministerio al que considera el corazón del plan Toda una Vida, que impulsa el presidente de la República, Lenín Moreno.
Si bien se posesionó hace 2 días, afirma que tiene claro el camino que seguirá. “Lo más importante es el acompañamiento (como ha dicho Lenín desde el inicio de su gobierno) al ser humano desde que nace hasta el fin de sus días”.
Por eso sostiene que está empecinada en reducir la desnutrición infantil que se mantiene como un problema que afecta a los hogares más desfavorecidos.
Esa labor por la niñez es lo que le acercó al Mandatario en el año 2007, cuando este se desempeñaba como Vicepresidente de la República.
Berenice recuerda que su labor en programas como consultora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) la ayudó a llegar con una propuesta fundamental. “Nos dimos cuenta de que no había un registro adecuado de recién nacidos, lo cual era un problema gigantesco, ya que había un promedio de 200 mil infantes que no estaban debidamente anotados en el Registro Civil, lo cual se agravaba cada año”.
Entonces se encargó de solucionar el problema, para lo cual impulsó la creación de brigadas móviles que recorrieron el país para encontrar a los ciudadanos. “Hallamos adultos y ancianos que nunca se habían registrado; para el Estado ellos no existían”.
Además Cordero conformó el programa de Registro Temprano en hospitales y casas de salud, lo cual fue de la mano con la modernización del Registro Civil que en la actualidad es una institución de vanguardia.
Este proceso sirvió como ejemplo a nivel internacional para mejorar las prácticas de inscripciones.
La Ministra remarca sus palabras con el movimiento de sus manos; su voz es suave y evita la estridencia. “Lo que más me impresionó de trabajar con ella fue que nunca estuvo estresada, a pesar de las circunstancias, y su trato amable es algo que nunca olvidaré, además de que siempre estaba ocupada, dirigiendo o planificando; era incansable”, rememoró Mayté Gavilanes, del departamento de Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y que acompañó a la funcionaria en 2004 cuando integraba la Unicef en Quito.
Esa actividad de preocupación por los demás la cultivó desde joven, asegura, lo que le acarreó incluso la expulsión del colegio Americano de la capital donde estudiaba, luego de que las autoridades del plantel se percataron de que había salido a una protesta callejera con estudiantes del colegio Fiscal Fernández Madrid.
La baja calificación que le pusieron en conducta le cerró las puertas de la mayoría de establecimientos secundarios, pero logró un cupo en el colegio católico Santo Domingo de Guzmán, donde finalmente se graduó con honores.
Después se inscribió en la carrera de Historia en la Universidad Católica y apenas egresó se vinculó a la Unicef, donde participó en el desarrollo de un programa para atender a niños de la calle.
Al mismo tiempo se casó y los hijos vinieron, pero eso no fue impedimento para continuar con su labor.
La experiencia que acumuló en sus inicios motivó en 1986 a la entonces esposa de León Febres Cordero (María Eugenia Cordovez) a llamarla para que colaborara en el Instituto del Niño y la Familia (Innfa). Su aporte fue requerido por gobiernos posteriores hasta que en 1996 llegó a ser directora ejecutiva del organismo.
Para 1999 regresó a la Unicef como oficial especialista de protección de los derechos de la niñez. “Fuimos apoyo técnico en diferentes programas de protección a niños y adolescentes, colaboramos con las primeras reformas al Código de la Niñez y abrimos el camino al cambio de políticas con respecto a menores infractores”, señaló.
El empeño en el área motivó que fuera nombrada representante de Unicef en Venezuela y luego asesora en temas de la niñez y adolescencia en 12 países de Latinoamérica. Además trabajó con el Municipio de Quito en el 2014 como secretaria de educación.
Cordero reafirma convencida que el plan Toda una Vida es realizable.
“Tenemos que ir pensando en lo que sería un sistema nacional de cuidados a todas las personas, donde participen los sectores público, privado y comunitario, en los que, por ejemplo, la mujer cada vez tenga más oportunidades de inserción social y laboral, así como en la erradicación de la desnutrición infantil. Esto lo vamos a lograr”, puntualizó. (I)