Ojo al medio
¿Cuál es el lío de fondo: la casa o la causa indígena?
Las relaciones interculturales no están exentas de disputas y conflictos. Obvio. Y ellas, en nuestro país, en los últimos 500 años, tuvieron una variedad de tensiones y expresiones. Pero la disputa política (tal como lo plantea la Conaie a propósito de dar por finalizado el comodato de su sede) no tiene que ver con las relaciones interculturales y sus complejidades.
Si evaluamos la realidad del movimiento indígena ecuatoriano y sus instrumentos políticos (Conaie, Pachakutik, Feine, Fei, Fenocin, entre los principales) tendremos que medir su rol dentro del proceso de la Revolución Ciudadana y analizar si efectivamente han incidido de manera directa en el bienestar de sus representados, si sus propuestas, leyes o políticas han tenido o no respuesta efectiva del Gobierno. Por lo visto, no hay una sola demanda de todo el movimiento indígena que no se haya plasmado en la Constitución y en varias leyes. Habrá alguna excepción, pero no la de fondo, por lo que me dicen dos dirigentes históricos. ¿Y entonces cuál es el fondo de la disputa política (y no intercultural)? ¿La casa o la causa indígena? ¿La reivindicación histórica de un conglomerado humano excluido, marginado y desplazado a la pobreza por su origen étnico? Si es por la casa (que para algunos parecería ser la razón de vida o muerte del movimiento indígena), la Conaie tiene una deuda con el resto de los grupos, organizaciones y representaciones étnicas porque no ha sido solidaria con ellos al no ofrecerles sus amplias instalaciones cuando no han tenido muchas veces ni siquiera dónde reunirse. Si es por sostener ese espacio habría que pedir una explicación real, transparente y muy política de su uso efectivo a favor de todos los indígenas y no solo de sus afiliados o allegados.
Y si es por la causa indígena, la evaluación real y política pasa por algo más de fondo: hasta dónde el movimiento indígena está respondiendo a las demandas de todos los indígenas, por la construcción de un verdadero Estado plurinacional e intercultural o solo se está quedando en una disputa (¿proselitista?) con todos los gobiernos de turno. Es evidente que la distancia crece entre las mismas bases de la Conaie y su dirigencia y no es extraño decir que entre los líderes históricos, los actuales y aquellos que sueñan con el control de esa organización desde algunos grupos como ya ocurrió con la Junta de Beneficencia, las cámaras y algunas ONG extranjeras con claros afanes políticos, a través del ‘desinteresado’ financiamiento. Entonces, lo que en realidad está en juego es la causa y no la casa. Y si ese es el asunto, hasta el diálogo que exigen algunos dirigentes indígenas a la Conaie y el gobierno deberá apuntalar una agenda política para todo el siglo XXI.