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El Primer Ministro galo, Manuel Valls, suspendió la visita a Ecuador por los hechos en su país

Tres países, en alerta por ataques del Estado Islámico

Soldados patrullan bajo la Torre Eiffel, como parte del sistema de alerta de seguridad implementado en París tras el atentado del grupo armado. Foto: AFP
Soldados patrullan bajo la Torre Eiffel, como parte del sistema de alerta de seguridad implementado en París tras el atentado del grupo armado. Foto: AFP
27 de junio de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

El islamismo radical desató ayer su furia al perpetrar 3 atentados en cadena en Francia, Túnez y Kuwait que dejaron un saldo de casi 60 muertos. El primero de ellos sucedió sobre las 10:00, hora local en la localidad francesa de Saint-Quentin-Fallavier (entre Lyon y Grenoble), al sureste del país, cuando un hombre lanzó su vehículo contra las bombonas de una planta de gases industriales propiedad de la firma estadounidense Air Products.

La explosión provocó heridas a una decena de trabajadores. El autor del atentado salió ileso, pero fue detenido por uno de los bomberos de la empresa y puesto a disposición de la gendarmería francesa que lo identificó como Yassine Salhi, un ciudadano galo de 35 años, casado y con tres hijos, que formó parte de grupos salafistas hasta 2008 pero sin causas pendientes con la justicia. Tras varios minutos de tensión, la policía descubrió el cuerpo de un hombre decapitado. A varios metros del cadáver estaba su cabeza. Según indicaron fuentes del ministerio del Interior podría tratarse del jefe de la fábrica.

Debido al impacto que ha causado este nuevo atentado, el primer ministro galo, Manuel Valls, que tenía prevista su llegada a Ecuador en la noche de ayer decidió cancelar su visita oficial.

En una entrevista concedida en exclusiva a EL TELÉGRAFO esta misma semana, Valls recordaba el trance que supuso para su país el atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdó en el que 17 personas fueron asesinadas por islamistas radicales. “Francia se levantó. ¡Dijo ‘no’! Mandó un mensaje de una gran fuerza y recordó su determinación para luchar contra la barbarie y el oscurantismo. La amenaza yihadista pesa mucho y para mucho tiempo. Francia llevará este combate en su territorio y en el extranjero, tal cual como lo hace en Sáhel o en Irak, pues es una guerra global que no tiene fronteras. La haremos. Y la ganaremos”, asegura en la entrevista.                      

Pese a que las investigaciones siguen abiertas, todo indica que, de nuevo, la mano del radicalismo salafista (movimiento yihadista del Islam) se encuentra detrás del ataque.

El salafismo es una de las fuerzas que inspiran a jóvenes europeos a viajar a Siria o Irak para sumarse al Estado Islámico (EI).

Los franceses comienzan a temer que cualquiera puede llegar a convertirse en víctima de quienes piensan que la vida no vale nada y la compasión es un lastre. “Para qué le voy a mentir, me temo que habrá desconfianza hacia los ciudadanos de origen magrebí, injusta, pero creo aumentará la desconfianza”, relataba ayer entre sollozos una ciudadana anónima de Saint-Quentin-Fallavier al canal de televisión France2. El Gobierno de Francoise Hollande ha prometido nuevas y excepcionales medidas policiales para reforzar la seguridad en las calles.

Pocas horas después de este atentado, dos comandos probablemente adscritos al Estado Islámico (EI) que opera en Irak y Siria accedían a un complejo hotelero de lujo ubicado en la localidad tunecina de Susa y asesinaban a 37 personas, la mayoría turistas europeos, que podrían aumentar ante el estado crítico en el que se encuentran las decenas de heridos registrados.

Uno de los terroristas fue abatido por la policía. El ministro del Interior de Túnez indicó que se trata de un joven estudiante sin antecedentes, originario de la ciudad santa de Qairaouán, en el centro del país, y que vestía como un turista del hotel. Uno de sus acompañantes fue arrestado horas después, según informan algunos medios. Aunque las versiones de los hechos son confusas, un portavoz del Gobierno de Túnez indicó que el comando detonó primero una bomba para, a continuación, ametrallar a los aturdidos bañistas que se encontraban en la playa.

El escenario que dejaron grabado con los móviles algunos de los supervivientes era dantesco: cuerpos inertes sobre la arena, cadáveres sentados bajo una sombrilla y algunos junto a la orilla de un mar Mediterráneo que ayer era de un color azul intenso. Triste metáfora ante tanta muerte. Este es el segundo atentado yihadista que sufre Túnez en poco más de tres meses. El pasado 21 de marzo fueron asesinadas 21 personas en el interior del Museo del Bardo, uno de los referentes mundiales en arte romano. Desde entonces, nada es lo mismo en el único país decidido a asentar los valores originarios de las denominadas ‘primaveras árabes’. El turismo, su principal fuente de ingresos, cayó de manera inexorable y el miedo comenzó a echar raíces.                    

España, que aunque no reportó víctimas propias es propietaria de uno de los hoteles donde se produjo el atentado y ha sido señalada como objetivo del ISIS, elevó el nivel de alerta por amenaza terrorista al nivel 4 de los 5 que contempla su protocolo de seguridad y que solo se ha activado con motivo de otra matanza, la que sufrió Madrid el 11 de marzo de 2004.

Pero en Túnez no acabó todo. Horas después llegó la última acción descarnada del terrorismo global en un día difícil de olvidar. El lugar elegido fue una mezquita chií de Kuwait, atestada de gente en el día de oración y fiesta para los musulmanes, y en pleno Ramadán, el mes santo de su ayuno. Un desconocido cargado de explosivos se inmoló en medio de la muchedumbre causando la muerte de, al menos, 25 personas fieles.

A falta de verificar la autoría, el EI ha asumido la organización del atentado, mediante un comunicado grabado a uno de los portavoces del grupo, Abu Mohamed Al Adnani, donde pide a sus seguidores y simpatizantes suníes perpetrar más atentados mientras dure el Ramadán contra los ‘enemigos’ del Islam. Y los chiíes les han declarado la guerra.

Kuwait es un pequeño emirato del Golfo Pérsico rico en petróleo cuya invasión por Irak en 1990 originó la primera intervención militar de EE.UU. en la región. Organizado por tribus, como todos sus vecinos, tiene una población mixta de chiíes y suníes que hasta ahora convivían sin problemas bajo el férreo gobierno del emir Sabah Al-Ahmad Al Yaber Al Sabah.

La convulsión regional y este sangriento atentado podrían generar tensiones entre los seguidores de las 2 ramas del Islam. El resto de los países del Golfo viven guerras más o menos declaradas entre las dos ramas del Islam. (I)

REACCIONES

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó de ‘terroristas’ y ‘espantosos’ los ataques, y pidió que los responsables sean ‘presentados ante la justicia’.

En Italia, que elevó la alerta antiterrorista, el primer ministro, Matteo Renzi, expresó por su parte ‘su gran dolor’ tras los ataques en Túnez, país situado en la costa mediterránea justo al sur de Italia.    

España también elevó a ‘alto’ su nivel de vigilancia ante el riesgo de otros ataques de los yihadistas.

Brasil indicó que las agresiones son hechos ‘criminales perpetrados por extremistas en nombre de ideas incompatibles con las reglas más elementales de convivencia y respeto a los derechos humanos’.

Argentina expresó también su ‘profunda consternación y su más enérgico repudio’.

Según la Casa Blanca el Estado Islámico tendría 31.500 miembros en el mundo.

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