‘Tea Party Movement’: ultrismo liberal-conservador
Hacia finales del siglo XVIII, en Boston, Estados Unidos, ante trabas arancelarias e impositivas aprobadas por la corona británica -a espaldas de la colonias-, las élites criollas ejecutaron adelante un acto de protesta, en una suerte de desobediencia civil, orientada a defender los intereses económicos de los productores de té; convirtiéndose esta acción en una fuerte medida anticolonialista y antiproteccionista que da rienda suelta a la libertad absoluta de comercio.
Desde entonces (1776, pocos años antes del nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica) la ideología ultraliberal-conservadora ha gozado de buena salud, tanto entre demócratas como entre republicanos, así como en los grupos ubicados en la ortodoxia liberal-conservadora (liberal en lo económico y conservador en lo social y político). Cada vez que surgían con fuerza las crisis cíclicas, se retomaban las tesis del “Tea Party” que, en lo fundamental, reduce a la mínima expresión la presencia del Estado y deja la responsabilidad de la injusticia social a cada individuo: “Cada persona es culpable de su éxito o de su desgracia”.
Entre los años 2008 y 2009, durante los gobiernos de Bush y de Obama, cuando la crisis social y financiera azotó con mucha fuerza, se despiertan las tesis del Partido o Movimiento del Té, tesis que se difundían global y peligrosamente desde hace rato en varios países. Hay que destacar que el ‘macrosalvataje bancario’ molestó -al menos en apariencia- a la militancia ‘teapartydista’, aunque también molestó el ‘microsalvataje social en materia de salud pública’.
En esencia, los planteamientos, de las distintas versiones del ‘Partido del Té’ (España, Argentina, Chile, Estados Unidos) se oponen a la presencia del Estado en la economía, en la política social y en la política ambiental y recomiendan, entre otras cosas: drástica reducción y simplificación tributaria, equilibrio presupuestario con fuerte contracción del gasto público, cambio de la matriz energética petrolera (aumentando considerablemente la producción doméstica y eliminando el mercado de emisiones contaminantes). A más de la referencia de la historia anticolonialista-liberal, expresada del ‘Motín del Té’, el contenido original de la Constitución norteamericana expresado en las 4.543 palabras del texto constitucional, la ideología ‘teapartydista’ lucha por el tratamiento de la Carta Magna como si estuviera escrita en piedra.
En nuestro Ecuador, en pro del libre mercado y la insolidaridad social, ¿habrá sentimientos orientados a recuperar la Constitución floreana o la Carta de la Esclavitud?
