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¿Se terminó el ciclo del PT en Brasil?

¿Se terminó el ciclo  del PT en Brasil?
03 de febrero de 2014 - 00:00

La versión vuelve a cada elección en Brasil. En 2006 ni era preciso, porque el ciclo del PT en el gobierno sería cortado ya en sus inicios, si las previsiones de la oposición, de que con la campaña mediática de denuncias de corrupción en contra del PT y la asfixia de recursos para el gobierno desde el Congreso, resultaran. Lula no lograría reeligirse, la izquierda brasileña estaría derrotada por décadas.

Pero no contaban con la astucia del gobierno de Lula, que ya podía contabilizar los resultados de su política de prioridad de lo social, y pudo así derrotar de nuevo a la oposición en 2006. En 2010 los que teorizaban que el éxito del gobierno se debía al carisma de Lula, pronosticaban que él no lograría eligir a su sucesora.

La elección de Dilma permitió demostrar que el esquema del gobierno iba más allá del “lulismo”, manteniéndose e intensificándose el modelo económico-social heredado de Lula. En estas elecciones la falta de ánimo de parte de los candidatos de la oposición apela para un supuesto “fin del ciclo del PT” – al que también apresuradamente han apelado críticos de fuera de Brasil en las manifestaciones de junio del 2013. Es lo que alentaría la oposición a tener alguna esperanza de impedir la victoria del PT por la cuarta vez seguida, en la que aparenta ser la más fácil de todas.

Dilma mantiene un alto respaldo... los índices sociales son todavía mejores que los de Lula.El coro neoliberal en la mídia dice que el modelo de crecimiento económico inducido por el consumo, por la distribución de renta, se habría agotado. Hace terrorismo para presionar la continuidad de la elevación de la tasa de interés, con un supuesto descontrol inflacionario. Propone el abandono del modelo económico y el retorno a la centralidad del ajuste fiscal, que ha llevado Brasil a una profunda y prolongada recesión que el gobierno de Cardoso ha dejado como herencia a Lula.

Los brasileños conocen lo que es un fin de ciclo, con el corto ciclo del PSDB de Cardoso, a pesar de sus amenazas de que se mantendría por 20 años en el poder. En aquel momento estaba claro que el modelo económico neoliberal de Cardoso se había agotado. Así que logró reelegirse, en 2008, vino otra crisis, que llevó el gobierno a elevar la tasa de interés a 49%, en el intento desesperado de frenar la huida de capitales. Pero no impidió la recesión, que solo fue superada en el gobierno Lula.

El apoyo del gobierno de Cardoso bajó a su nivel mínimo, él no logró elegir a su sucesor y posteriormente su partido solo enfrentó derrotas electorales. Su partido no tiene nada que proponer hoy, salvo el retorno del mismo equipo económico que en los 1990 llevó el país al quiebre por tres veces, en medio de la intensificación de la desigualdad  y la exclusión social. En estas elecciones, el PSDB corre el riesgo de, además de ver a Dilma reeligirse en primera vuelta, llegar en tercer lugar, llevando el partido a una crisis terminal. El final del gobierno de Cardoso sí fue un fin de ciclo.

Dilma mantiene un alto respaldo popular, es la favorita para reelegirse este año, los índices sociales son todavía mejores que los de Lula, cuando la economía crecía más; Lula sigue siendo el más grande líder político de Brasil, el PT tiene buenas posibilidades de hacer su mejor elección, también para gobernadores de provincia y el Parlamento.

Los problemas que el gobierno de Dilma enfrenta solo pueden ser superados no por el abandono del modelo que ha permitido el país crecer y distribuir renta, simultáneamente, como nunca antes en su historia. Sino por su profundización, por el quiebre del capital especulativo, por un rol todavía más activo del Estado en la economía, por la extensión y profundización de las políticas sociales. Y no por su abandono, para el retorno de paquetes de ajuste prometidos por los candidatos de oposición, con las duras consecuencias que los brasileños conocen.

No hay fin de ciclo del PT en Brasil. Dilma y Lula tienen la popularidad que ha faltado a Cardoso. El país no ha entrado en recesión, como con el PSDB, con la exclusión social que ha caracterizado el gobierno de Cardoso. La mayoría de la población claramente prefiere la continuidad del gobierno del PT a las propuestas regresivas de la oposición. Brasil se prepara para su segunda década de gobiernos posneoliberales.

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