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Rousseff, en alza, en el año más crítico

Rousseff, en alza, en el año más crítico
02 de diciembre de 2013 - 00:00

En el peor de sus tres años al frente del gobierno, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tocó el fondo de su popularidad con las megaprotestas de junio pasado, pero este fin de año, a menos de 11 meses de las elecciones, es cada vez más favorita para obtener el segundo mandato sin necesidad de balotaje, de acuerdo a las encuestas.

Sin embargo, la mayoría del electorado, dos tercios, reclama cambios en la política del país. El tenor de estos cambios marcará la agenda electoral hacia los comicios de octubre de 2014, apenas tres meses después del efecto que generará el Mundial de Fútbol que organizará Brasil.

Ni la cárcel para dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) por corrupción determinada por el ascendente en popularidad Joaquim Barbosa, el primer negro en comandar la máxima corte del país, ni la marea humana de las protestas que llevaron a más de tres millones de personas a las calles en junio fueron capitalizados por la oposición para ser alternativa a la primera presidente mujer del gigante sudamericano.

Una encuesta del instituto Datafolha, del diario más vendido del país, Folha de Sao Paulo, aparecida este domingo indicó que Rousseff se impondría sin necesidad de segunda vuelta a todos sus posibles rivales. La victoria, según Datafolha, sería más holgada aún si el candidato del oficialismo fuera el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).

Dilma Rousseff tiene entre el 41% y 47% de intención de voto de acuerdo a diferentes adversarios. En el escenario más realista de la actualidad, la mandataria tiene el 47% de intención de voto contra el 19% del senador Aecio Neves, exgobernador del estado de Minas Gerais y presidente del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1994-2002). Con 11 puntos aparece el exaliado Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño (PSB) y gobernador del estado de Pernambuco. En octubre Rousseff tenía 41% y Neves 22%.

La encuesta se realizó la semana pasada en la gran agenda nacional impuesta por los medios sobre la prisión que comenzaron a cumplir 11 de los 25 condenados por el escándalo del ‘mensalao’, la red de corrupción montada por el PT para abastecer de dinero a sus aliados entre  2003 y  2005. Dos importantes expresidentes del PT, como José Genoino y José Dirceu (exmano derecha de Lula da Silva), están entre los presos.

Los únicos que podrían amenazar la victoria en primera vuelta son la exministra de Ambiente de Lula da Silva y flamante militante del PSB de Campos, la ambientalista Marina Silva, y el juez Barbosa, convertido en bandera opositora por los medios más críticos del gobierno al que  presionan para que en marzo abandone la toga y levante, como candidato, la bandera de la ética en la política, como uno de los efectos del ‘mensalao’.

Contra Marina Silva, que tiene pese a su perfil ecologista mayor preferencia en las clases medias urbanas, Rousseff vencería 41% a 24% en la primera vuelta. Frente a Barbosa  sería un 44% contra 15%.

El sondeo marca la continuidad de recuperación popular de Rousseff. Antes de las protestas de junio que colmaron las calles en medio de la Copa de las Confederaciones de la FIFA en reclamo de mejores servicios públicos, la presidenta tenía más del 60% de respaldo popular. Luego de las protestas la cifra cayó a 23%. “La población está sabiendo diferenciar temas como el ‘mensalao’ como la marcha del gobierno de Dilma”, evaluó el senador Valdir Raupp, presidente de la principal fuerza aliada del gobierno, el Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB, centro).

Desde el fin de las protestas, la presidenta, por sugerecia de su jefe político, Lula da Silva, impulsó una reforma política que es boicoteada por aliados y opositores, que determina el fin de la financiación privada de las campañas electorales y el reparto de dinero público para ello, en partes iguales. Pero logró imponer dos temas de su agenda de izquierda que antes estaban trabados: destinar el 100% de la riqueza petrolera al presupuesto educativo e implementar el programa Màs Médicos, que incorporó a extranjeros -la mayoría de cubanos- al sistema público de salud en lugares que los brasileños no querían trabajar.

Con el desempleo en un piso récord (5,2% en octubre) pero con un crecimiento cercano a un magro 2% del PIB, los analistas estiman que la popularidad y favoritismo de Rousseff no se limita a los aciertos del gobierno en haber evitado que las manifestaciones se convirtieran en una crisis de gobernabilidad.  

“El escenario es marcado también por la ineficiencia de la oposición en la formulación de un discurso adecuado a las demandas de la población. Sumados, los opositores cayeron en la misma proporción en la que subió Dilma”, dijo José Paulinho, director de Datafolha.

En ese sentido se apunta hacia Aecio Neves, que todavía no logró reunir el gusto de los opositores. Neves, al contrario de otros contendientes del PSDB que enfrentaron a Lula da Silva y Rousseff, como José Serra y Geraldo Alckmin, reivindica abiertamente la era de las privatizaciones de los gobiernos de Fernando Collor de Mello y Cardoso y plantea una agenda liberal y más cercana a Estados Unidos. “El Mercosur es una atadura para Brasil porque no podemos hacer alianzas de libre comercio”, dijo el sábado Neves en un acto en Sao Paulo.

Para defender la herencia de Cardoso, Aecio Neves apuesta, en algunas de sus líneas a la militancia puerta a puerta copiada del modelo del opositor antichavista en Venezuela.

Para ello contrató a Renato Pereira, publicista del opositor venezolano Henrique Capriles en la campaña contra Hugo Chávez y Nicolás Maduro. “La campaña tiene el slogan ‘quien cambia a Brasil eres tú’. Por dos razones. El gran cambio de los últimos años en reducción de desigualdad y el ascenso de millones se debe en gran parte al esfuerzo personal, conquistaron lugares por mérito propio”, dijo Pereira.

Si Aecio Neves llega a la presidencia, Brasil, la primera economía latinoamericana retomará “una agenda más liberal de la economía, una visión en la cual el agente de cambio no esencialmente el Estado, sino los individuos, las empresas, la sociedad civil”.

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