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La premio nobel rechaza hablar de los rohingyas

Myanmar se apresta a un cambio de la mano de Suu Kyi

Un hombre camina cerca de un retrato de Aung San Suu Kyi, ubicado fuera de la sede de la Liga Nacional para la Democracia en Rangún. AFP
Un hombre camina cerca de un retrato de Aung San Suu Kyi, ubicado fuera de la sede de la Liga Nacional para la Democracia en Rangún. AFP
14 de noviembre de 2015 - 00:00 - AFP y Prensa Latina

La opositora y Nobel de la Paz birmana, Aung San Suu Kyi, alcanzó al fin las puertas del poder tras décadas de lucha en las que sacrificó su vida privada como disidente política.

En las últimas elecciones libres de Myanmar, antigua Birmania, Suu Kyi estaba bajo arresto domiciliario, pero 25 años después, su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), acaba de obtener la mayoría absoluta en el Parlamento.

Desde las regiones más remotas del norte hasta Rangún, la diputada, de 70 años, atrajo a multitudes de birmanos. La última actualización del organismo indica que el LND alcanzó 348 escaños en ambas cámaras del Parlamento. Con ello superó los 329 necesarios para tener la mayoría absoluta y la capacidad para llevar adelante las reformas que propuso en su programa electoral. Con la mayoría parlamentaria el LND podrá proponer dos de los tres candidatos a jefe de Estado. El tercero lo propondrán los militares, a quienes por Constitución corresponde el 25% de los escaños.

Suu Kyi no podrá ser uno de los dos candidatos del LND. Se lo impide una disposición de la Constitución, redactada por los militares y que muchos consideran hecho a medida justamente para vetarla. Esta prohíbe a cualquier candidato con esposo o descendientes extranjeros acceder a la presidencia. Y ese es el caso de la premio Nobel: sus 2 hijos tienen pasaporte británico.

Una población oprimida

En todo caso, la hija del héroe de la independencia está a punto de lograr su sueño de ver cómo Birmania pasa definitivamente la página de un régimen militar que dejó al país en ruinas, oprimió a la población durante décadas y le impuso un arresto domiciliario durante 15 años.

“Esta elección es una gran oportunidad de cambio para nuestro país. El tipo de oportunidad que solo llega una o dos veces en la historia”, aseguró Suu Kyi días antes de los comicios, durante un gran mitin en Rangún.

Suu Kyi encarna la esperanza para los birmanos que sufrieron bajo la junta militar. El país con una población de 53,4 millones de habitantes, es catalogado de ingresos bajos y la esperanza de vida no sobrepasa los 65 años. Los índices de pobreza y analfabetismo llegan al 25% y 7,3% respectivamente, según cifras del Banco Mundial.

Birmania ha experimentado grandes cambios desde la apertura del país en 2011, pero “dos grandes factores no han cambiado: el aura carismática de Suu Kyi y la influencia duradera de la élite militar”, explicó el politólogo Nicholas Farrelly.

“Para muchos electores de Birmania, ella es la figura de la lucha contra el autoritarismo en su país. Ellos imaginan que el destino democrático interrumpido en los años 1990 está ahora al alcance de la mano”.

Su llegada al Parlamento en 2012 durante las elecciones legislativas parciales empañó, su reputación de símbolo de los derechos humanos, especialmente en el extranjero.

De carácter pragmático, Suu Kyi evita pronunciarse sobre la suerte de los rohingyas, una minoría musulmana perseguida en Birmania, sin derechos políticos y que vive desplazada en una zona apartada.

La entrada en política de Suu Kyi no estaba programada. Tras la muerte de su padre, el general Aung San, héroe de la independencia asesinado en 1947 cuando ella tenía 2 años, la primera parte de su vida la pasó en el exilio, primero en la India y después en Reino Unido.

Allí, llevó una vida de ama de casa modelo, esposa de un profesor universitario especialista del Tíbet en Oxford y madre de dos pequeños.

En 1988, cuando viaja a Birmania para estar junto a su madre, llega en pleno levantamiento contra la junta, cuya represión se convirtió en un baño de sangre, y decide implicarse en el destino de su país.

“No podía, como hija de mi padre, mantenerme indiferente a todo lo que pasaba”, dijo durante su primer discurso, en la pagoda de Shwedagon en 1988. En ese momento nace el símbolo Suu Kyi.

Aunque la junta la autoriza a formar la LND, rápidamente le imponen el arresto domiciliario. A distancia, asiste a la victoria de su partido en las elecciones de 1990, cuyos resultados la junta rechaza.

Así transcurren los años encerrada en su casa situada al borde de un lago en pleno Rangún, donde recibía la visita de pocas personas autorizadas, así como de sus hijos que viven en Inglaterra con su padre. Este último murió de cáncer sin que su ella pudiera darle el último adiós, por temor a no poder regresar a Birmania.

El 13 de noviembre de 2010, hace 5 años, Suu Kyi fue liberada tras 15 años bajo arresto domiciliario, 7 de ellos consecutivos, durante los cuales mostró siempre una firme determinación de gobernar Birmania. (I)

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