Diversos sectores de la sociedad venezolana continúan marchado en rechazo y apoyo a la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el Ejecutivo.

Un grupo de opositores al presidente Nicolás Maduro se concentraban este sábado en una de las principales arterias de Caracas en el marco de una protesta que se ha extendido por casi dos meses dejando 47 muertos, cientos de heridos y unos 2.200 detenidos.

"Hay que mantenerse en las calles 50 o 1.000 días más, lo que haga falta hasta que Maduro acepte hacer elecciones o se vaya", señaló Antonio Moreno, un estudiante de 21 años, en medio de barricadas armadas con troncos, piedras y un gigantesco tanque de metal.

En otra parte de la ciudad, Maduro recibió en el Palacio presidencial de Miraflores a un grupo de trabajadores de la alimentación vestidos de rojo que, a través del canto y el baile, respaldaron a la Asamblea Constituyente como una forma de proponer el diálogo y consolidar la paz en la nación suramericana.

La noche del viernes Maduro Expresó que "estamos derrotando a los violentos, a los guarimberos (opositores que cierran calles) y llevar la paz a todo el país. La paz social, con la Constituyente, para reencontrarnos y construir la patria de todos y todas", dijo.

La Comisión Presidencial para la activación de la Asamblea Nacional Constituyente se ha reunido con 22 sectores de la sociedad venezolana: comuneros, empresarios, campesinos, pescadores, estudiantes, jóvenes, personas con discapacidad, tercera edad, líderes religiosos y con representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana.

El país atraviesa una disputa de percepción de la realidad respecto a la causa de los problemas económicos, en donde la oposición culpa al modelo socialista mientras que el oficialismo señala la caída de los precios internacionales del petróleo, el sabotaje intencionado por ciertos grupos económicos como Polar en la escasez de alimentos y medicinas.

Asimismo, los opositores denuncian una "salvaje represión" del gobierno, en tanto que los oficialistas acusan a estos grupos de apelar al "terrorismo" para asestarle un golpe de Estado financiado por Estados Unidos. (I)