El anuncio de que las conversaciones entre el Gobierno de Hong Kong y los manifestantes prodemocracia fueron suspendidas confirmó el escepticismo inicial de los analistas.

El jefe del Gobierno hongkonés, Leung Chun-ying, propuso ese diálogo el jueves por la noche, media hora antes de que expirara a medianoche el ultimátum de los manifestantes, que exigían su dimisión.

El anuncio de la negociación entre la número 2 de Leung, Carrie Lam, y la Federación de Estudiantes de Hong Kong (HKFS) finalmente no se concretó tras episodios de violencia en las calles.

Los líderes estudiantiles suspendieron las conversaciones después de acusar al gobierno de provocar esos incidentes. “Lo que la gente quiere es una repuesta concreta respecto a lo que el gobierno puede ofrecernos”, declaró la dirigente estudiantil Yvonne Leung, resumiendo el estado de ánimo general.

El asunto de discordia es la elección del líder del ejecutivo local en 2017, que no  se efectuará por sufragio universal y sino a través de un comité de electores.

Pekín afirma que solo los candidatos aprobados por un comité partidario del régimen serán autorizados a presentarse a las elecciones. La decisión es inaceptable para los manifestantes, que reclaman un sufragio universal sin limitaciones.

Los analistas están convencidos de que es improbable que Pekín modifique su posición, anunciada en agosto pasado. “Pekín ya fijó los límites legales y políticos (...) y las negociaciones deben someterse a dichos parámetros”, sostuvo el analista político Sonny Lo, del Instituto de Educación de Hong Kong.

Hong Kong es una región administrativa especial de China que goza de más libertades y derechos que el resto del país. Sin censura sobre internet y con más independencia judicial, los medios gozan de una relativa libertad y pueden ser más críticos. Por su parte, la administración también goza de cierta independencia menos en defensa y asuntos exteriores, pero la última palabra sobre los asuntos importantes la tiene el Gobierno chino.