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Hacia una política suramericana de ciencia y tecnología

Hacia una política suramericana de ciencia y tecnología
10 de diciembre de 2013 - 00:00

América del Sur cuenta con grandes riquezas naturales, que podrían ayudar de manera significativa a superar la pobreza -que aún afecta a unos 100 millones de personas- y contribuir al vivir bien de los pueblos de la región. Poder aprovecharlas adecuadamente, a la vez que minimizar el consecuente impacto ambiental, requiere del desarrollo de capacidades propias en ciencia y tecnología. Tal fue una de las premisas centrales del Foro de la Unasur ‘Ciencia, Tecnología, Innovación e Industrialización’, que se desarrolló del 2 al 4 de diciembre en Río de Janeiro, Brasil. La región cuenta con un importante acumulado de conocimientos, tradicionales y nuevos, y una gran diversidad de producción teórica, pero se encuentran dispersos, por lo que el foro acordó en la necesidad de elaborar una visión común entre países suramericanos respecto a las posibles estrategias para el desarrollo, y más específicamente, una estrategia común en el ámbito de la ciencia y la tecnología.

La relevancia de partir de políticas propias para orientar la investigación en ciencia y tecnología fue colocada por el académico Enrique Dussel que desmitificó la teoría clásica, según la cual sería el desarrollo de la ciencia lo que permite producir tecnología, que al aplicarse en el proceso productivo conlleva a generar riqueza. Lo que ocurre es más bien al revés, dijo: es la voluntad política de impulsar un campo económico dado, en las condiciones particulares de un país, lo que determina las necesidades en tecnología y así motiva la inversión en la investigación científica respectiva.

La ‘gran ciencia’ mundial se ha orientado a la guerra, generando una enorme capacidad para destruir la vida, señalaron algunos ponentes. Por lo demás, el desarrollo de ciencia y tecnología ha servido principalmente para aumentar la rentabilidad de los grandes capitales. De allí que en el foro se destacó la importancia de enmarcar las políticas de ciencia y tecnología en una cultura de paz y de defensa de la vida, lo cual implica también romper con las tendencias dominantes donde las decisiones políticas suelen ser demasiado influenciadas por instituciones internacionales y, generalmente, con un sesgo exagerado en proyectos cooperativos entre universidades y empresas.

Estamos hablando de “un cambio de paradigma en ciencia y tecnología”, recalcó, al respecto, Alí Rodríguez, secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

En el foro participaron mayoritariamente investigadores e investigadoras, pero también representantes de gobierno y de los consejos de la Unasur. Entre sus recomendaciones específicas se contempla el impulso de intercambios de profesores e investigadores con miras a compartir conocimiento e información sobre lo que se investiga en cada país.

La Unasur ya tiene un directorio de unos 600 centros de investigación en sectores estratégicos, pero constata que la poca coordinación entre ellos resulta en una duplicación de esfuerzos, por lo que se plantea promover redes.

Se destacó, por ejemplo, el enorme potencial de la Amazonía para la investigación científica de los bienes genéticos, que podrían prestarse para el desarrollo de una industria farmacéutica propia, que responda a problemas de salud de la región, particularmente el tratamiento de enfermedades que las empresas farmacéuticas transnacionales tienen poco interés en explorar por no representar un mercado rentable. Ello sería más factible con proyectos de investigación conjuntos entre países amazónicos.

Se propuso también crear un programa de becas en Suramérica como parte de una iniciativa de ‘ciencias sin fronteras’, para facilitar la movilidad de investigadores y alumnos de posgrado. Además, se habló de la necesidad de abrir espacios para la discusión de ciencia y tecnología con una multiplicidad de actores, más allá del público técnico especializado. Se enfatizó también en que una de las condiciones para el desarrollo científico propio es mejorar la educación básica, con miras a formar jóvenes capaces de entrar a la formación universitaria con una sólida base humanista y científica.

Varios ponentes resaltaron la importancia de rescatar y valorizar el conocimiento tradicional y de promover un diálogo de saberes, como un elemento clave del desarrollo del pensamiento propio de la región.

En este marco se resaltó la relevancia de propuestas como el buen vivir o vivir bien como principio orientador de las políticas públicas, que en Ecuador y Bolivia ya tiene fuerza constitucional.

El seguimiento de este segundo debate en la Unasur (el primero, sobre Recursos Naturales para el Desarrollo Integral de la Región, tuvo lugar en Caracas en mayo pasado), le corresponde asumir al Consejo de Ciencia y Tecnología de la Unasur, cuyo presidente es René Ramírez, secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de Ecuador.

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