Las fuerzas sirias atacaron ayer Alepo con helicópteros artillados para desalojar a los insurgentes de la mayor ciudad del país en una de las batallas más importantes desde que comenzó el alzamiento popular hace 17 meses, que ha causado 20.000 muertes, dijeron activistas.

El temor de la comunidad internacional ha aumentado ante lo que los activistas consideran que puede ser una masacre que se avecina después de que las tropas sirias bombardearon la ciudad, la última semana, tanto con artillería como desde el aire. Además, el gobierno envió más refuerzos.

Rusia, que ha sido una fuente crucial de apoyo para Siria, también se mostró preocupada ayer y dijo que sobre Alepo se cierne una “tragedia”.

Pero el canciller ruso, Sergei Lavrov, reconoció que no es realista esperar que el Ejército sirio se mantenga de brazos cruzados mientras los insurgentes intentan ocupar las principales ciudades.

Lavrov subrayó que su país trata de convencer al Gobierno sirio de que dé el primer paso hacia el cese del fuego, con la condición de que no sea aprovechado por las bandas armadas para ganar terreno en Alepo, donde habitan unos tres millones de personas.