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El músico porteño le sigue cantando a la dignidad

Víctor Heredia, cantautor argentino.
Víctor Heredia, cantautor argentino.
Foto: Bonzon
28 de mayo de 2017 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

Más de 40 años después del fin de la dictadura militar argentina, Víctor Heredia le sigue cantando a la dignidad. Luchador incansable por ‘Memoria, Verdad y Justicia’, los 3 pilares que sustentaron la política de derechos humanos de los últimos años en el país austral, el músico porteño, de 70 años, es uno de los artistas latinoamericanos más comprometidos con su tiempo.

Su firme testimonio social le ha permitido crear canciones devenidas en verdaderos himnos populares como sus recordadas ‘Sobreviviendo’ o ‘Todavía cantamos’ que han traspasado todas las fronteras. Hoy Víctor Heredia no se calla y “pese al macartismo existente y a la persecución evidente contra muchos”, se rebela contra el gobierno de Mauricio Macri porque a su juicio la “democracia no se merece gobernantes de esa calaña”.

“Las condiciones sociales son abrumadoras y las excusas que emplea el actual Gobierno son cada vez menos creíbles”, afirma en una entrevista con diario EL TELÉGRAFO, este músico perseguido por la dictadura, que sufrió censura, desapariciones de seres queridos y marchó al exilio en el momento más oscuro de su país. Cuatro décadas después, renueva su compromiso artístico y militante.

¿Cómo está hoy la música en Argentina? ¿Ha surgido en este último año y medio, en especial tras la asunción del presidente Mauricio Macri, algún movimiento... no me animaría a llamarlo de protesta, pero sí que le cante a la difícil situación social que vive hoy el país? 

No precisamente, pero nuestro colectivo de artistas reclama siempre por derechos y libertades desde sus obras y también desde sus sindicatos. En general ya existe en nosotros una mirada crítica de esta realidad y es costumbre arraigada acompañar a nuestro pueblo en su accionar. Los nuevos artistas sabrán qué camino asumir frente a ese ejemplo.

¿Si tuviera que ponerle un título a una canción que hable de este presente, ¿cuál sería?... si es que ya no la escribió

‘Informe de la situación’. La escribí en 1978, durante la dictadura (su primera estrofa dice: “Paso a detallar a continuación/ el sucinto informe que usted demandó;/ duele a mi persona tener que expresar/ que aquí no ha quedado casi nada en pie./ Mas no desespere, le quiero aclarar/ que —aunque el daño es  grave—. Bien pudiera ser/ que podamos salvar/ todo el trigo joven/ si actuamos con fe y celeridad”. 

¿El artista hoy debe estar más comprometido que nunca?

El artista siempre debe estar comprometido con la realidad, no tiene otro remedio. Porque aun tratando de esquivar una posición cívica asume un rol que inmediatamente se difunde y se lee críticamente. El arte es exactamente eso, un reflejo del entorno, una pincelada de aquello que nos impulsa a pertenecer, aun a pesar nuestro.

¿Cómo plasman ese compromiso los artistas argentinos en un escenario de regreso al neoliberalismo?

De la misma manera con que se enfrentaron a situaciones similares en el pasado.  Acompañamos la protesta por el pretendido 2 x 1 que impulsó la Corte Suprema de Justicia (Un fallo que liberó al represor Luis Muiña beneficiado por una ley que contemplaba 2 años por cada uno pasado en prisión sin condena a partir del segundo año en la cárcel y que dejó al borde de la impunidad a cientos de torturadores y asesinos. ndr)  intentando favorecer a genocidas. Marchamos junto a los organismos de derechos humanos y junto a nuestro pueblo conseguimos que el Congreso vote una ley en contra de semejante aberración jurídica (poniendo un candado al fallo judicial, ndr).  

Ha sufrido en carne propia la dictadura y tiene un compromiso militante por la verdad, la memoria y la justicia. ¿Qué opina de la política de derechos humanos del Gobierno y precisamente de ese fallo de la Corte Suprema?

Opiné desde una nota que se viralizó en las redes sociales y que decía: ¿Dos por uno? Estoy de acuerdo, pero quiero lo mismo para los míos, mis queridos. Esa conmutación de pena, de dolores, de picana, de disparo fatal y feroz escalofrío. Quiero la mitad del recorrido de la bala que los asesinó, que el cañón con que violaron a Cristina (su hermana detenida, desaparecida) se quede a mitad de camino, que la trompada no llegue a destino, que la dejen amamantar a su hijo un poco más, para que esa ternura tape el olor a carne quemada que percibo cuando entro hoy a Capucha o Capuchita en la ex-ESMA (como se llamaba a los lugares de alojamiento de los detenidos de la Escuela Mecánica de la Armada, el mayor centro de exterminio de la dictadura hoy convertido en Museo de la Memoria, ndr). Quiero exactamente la mitad de todo lo que padecieron. Es decir que, de tanto conmutar padecimientos, al fin me los devuelvan con vida. Quiero al nieto de mi madre, a mi sobrino nacido en cautiverio, ese que por razones inconmutables nunca pudimos abrazar. Sí, quiero a mi hermana y a mi padre, los quiero aquí de nuevo como hace 40 años. ¿No les parece justo? Un 2 x 1 que retire ese océano de llanto que nos ahogó día a día en la desesperada espera. ¡Quiero ahora mismo la mitad de mi dolor, de mis temores, de mi exilio! ¿No pueden? ¿Cómo que no pueden? ¿Acaso no son capaces de torcer nuestra memoria? ¿De pretender que un asesino ya no lo es más porque se puso viejo? ¿Los devuelven a casa? Muy bien: ¿dónde están mis amigos?, ¿dónde están nuestros hijos, nuestros padres y hermanos? Les recuerdo una cosa: todavía cantamos. Todavía pedimos. Todavía soñamos. Todavía esperamos.

Cuando uno prende la televisión pareciera que esa realidad queda opacada por programas de chismes, noticieros que le dan preponderancia a escándalos en el espectáculo o programas políticos donde la verdad a veces queda oculta detrás de intereses corporativos o mediáticos. ¿Cómo se rompe ese esquema perverso?

Es una jugada difícil y se necesita la colaboración de todo el espectro político para imponer un pensamiento acorde con la verdad. El poder hegemónico de esos medios corporativos se adueñó de los principales canales de difusión y le cerró el paso a leyes promulgadas incluso desde el propio Congreso de la Nación (Ley de Medios), que impulsara el gobierno de Néstor Kirchner. Sin embargo, confiamos en que la lucha cotidiana y la fuerza popular serán capaces de revertir esta situación. Las condiciones sociales son abrumadoras y las excusas que emplea el actual Gobierno son cada vez menos creíbles.

Ha pasado un año y medio de gobierno de Macri y bastante agua ha corrido bajo el puente con políticas marcadamente neoliberales. ¿Los argentinos todavía cantamos?

Sin duda alguna. La impresionante y multitudinaria marcha por el 2 x 1 demostró que la memoria sobre la tragedia de nuestros desaparecidos está viva, en más del 80% de nuestro pueblo.

En el pasado reciente, artistas se encolumnaron públicamente con el gobierno de Cristina Fernández o han respaldado muchas de sus políticas. ¿Usted ha sido uno de ellos? A muchos hoy se los señala como ‘artistas kirchneristas’ como un mote despectivo.

Estoy acostumbrado a esos intentos para estigmatizarnos. Antes me trataban de ‘comunista’ o ‘subversivo’, nos ponían en listas negras y censuraban nuestras canciones en las radios y la televisión. ¿Cómo me siento? Entristecido porque la democracia no se merece gobernantes de esa calaña, mucho menos esta democracia que erigimos en el marco de la justicia y el respeto por el prójimo. Es lamentable que se intente demostrar que nuestras obras conllevan algún interés específico y partidario. Soy lo que soy desde que tengo uso de razón y acompaño desde allí todo accionar político que mejore las vidas de nuestros pueblos, esa es mi única bandera, más allá de las simpatías que me despiertan algunos gobernantes con sus propuestas sociales.

¿A qué le canta hoy Víctor Heredia? 

A lo mismo que hace 50 años, a nuestra dignidad. (I)

*ndr (nota del reportero)

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