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El largo brazo de Israel alcanza el caso AMIA

El largo brazo de Israel alcanza el caso AMIA
09 de enero de 2014 - 00:00

¿Ficción o realidad? Como en la película Munich, de Steven Spielberg, en la que un agente del Mossad recibe la orden de encontrar y asesinar a 11 palestinos acusados de la masacre de atletas judíos en las Olimpiadas de 1972, Israel ejecutó a la gran mayoría de los autores del atentado terrorista contra la mutual judía-argentina AMIA, perpetrado hace 20 años, según su entonces embajador en Buenos Aires, Itzjak Aviran.

El  exembajador israelí en Argentina entre 1993 y 2000 fue contundente: “la gran mayoría de los culpables (del ataque con coche-bomba que el 18 de julio de 1994 causó 85 muertos y 300 heridos) ya está en el otro mundo, y eso lo hicimos nosotros”.

Aviran no fue sacado de contexto. Sus declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN) no hicieron más que reinstalar –pese a la desmentida de Israel- una sospecha que sobrevuela la causa AMIA hace varios años y que actualmente se centra en la llamada pista iraní.

“Es un secreto a voces en el mundillo paralelo de la inteligencia antiterrorista mundial que el militante del Hezbolá, Imad Mugniyah, señalado como autor ideológico del atentado a la AMIA de 1994 y de la Embajada de Israel (en Buenos Aires) de 1992, fue ejecutado ilegalmente por un comando israelí en febrero de 2008”, dice a EL TELÉGRAFO el periodista y escritor Roberto Caballero, exdirector del diario Tiempo Argentino y autor del libro “AMIA, la verdad imposible”.

“Lo de Aviran
–señala Caballero-
es un aporte a la verdad, tardío, cruel
e ilícito”.
Mugniyah, jefe de inteligencia de ese movimiento islámico libanés aliado de Irán, murió por la explosión de un coche-bomba en Damasco, el 12 de febrero del 2008. Hezbolá acusó entonces del atentado a Israel, que negó su responsabilidad. “Lo que Aviran hace –prosiguió Caballero- es admitirlo públicamente después de que el Estado de Israel, de manera oficial, en su momento, lo negó. Aviran es un diplomático prolijo y experimentado. Suponer que lo dijo por azar es un error”.

La confesión del exembajador retumbó en los gobiernos argentino e israelí. Las relaciones bilaterales, históricamente amistosas, se debilitaron después de la firma, hace un año, de un memorándum de entendimiento entre Buenos Aires y Teherán para que la justicia argentina pueda tomar testimonios en su país de origen a iraníes involucrados en la causa.

De nada sirvió la desmentida inmediata de Israel. “Las declaraciones del exembajador Aviran, jubilado hace aproximadamente 15 años, están completamente desconectadas de la realidad.  Son pura fantasía y de ningún modo reflejan acontecimientos o hechos como los que él pretende describir”, afirmó la Cancillería israelí, pero el daño ya estaba hecho.

Para el canciller Héctor Timerman, miembro de la comunidad judía-argentina, las declaraciones del exembajador demuestran que Israel no compartió información con la Justicia argentina. “Sin duda, si se hubiese cooperado, como indican los tratados internacionales, tal vez los culpables ya estarían purgando por sus crímenes”,  afirmó el canciller y agregó: de todo esto “se pueden deducir las razones por las cuales el Estado de Israel se ha opuesto con tanta vehemencia al memorándum de entendimiento entre Argentina e Irán”.

Ese acuerdo, al que Israel y un sector importante de la comunidad judía-argentina se oponen, abre las puertas a que un juez argentino interrogue en Teherán a ocho iraníes  acusados de estar detrás del atentado, entre ellos Mohsen Rabbani, exconsejero cultural en la embajada de Irán en Buenos Aires; el exministro de Defensa Ahmah Vahidi: el expresidente Ali Rafsanjani; el exministro de Inteligencia Ali Fallahijan y el excanciller Ali Akbar Velayati, así como el colombiano-libanés Samuel Salman El Reda, un miembro de la colectividad musulmana que, se cree, realizó inteligencia previa y recibió al grupo operativo que perpetró el atentado en Buenos Aires.

Caballero aseguró que “Israel no colaboró con la verdad, siempre la subordinó a sus necesidades políticas. No creyó en la justicia argentina, sino en el largo brazo de Israel como ejecutor de venganza extraterritorial”.

“Me parece –prosiguió- que la polémica abierta con los dichos de Aviran busca impactar de algún modo en el memorándum de entendimiento celebrado entre Argentina e Irán. No descarto que las palabras del exembajador sean un mensaje a la dirigencia comunitaria judía de la Argentina, que se opuso rabiosamente al memorándum, como diciéndoles: “Tranquilos, no hubo impunidad. Esto es política exterior. Irán era un estado terrorista, pero si se sienta a negociar con (Barack) Obama, debemos revisar la calificación”.

Para Julio Schlosser, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), las declaraciones del exembajador “embarran la cancha. No suman en absoluto y se deberían manejar con suma prudencia”.      

“Estamos tan asombrados como el resto de la comunidad judía. Nos sucede a todos lo mismo. No tenemos ninguna noticia oficial ni rumor que nos hubiera hecho presumir este tipo de declaración”, aseveró.

Pero “lo de Aviran –concluyó Caballero- es un aporte a la verdad, tardío, cruel e ilícito. Intenta ser un epitafio, quizá lo sea, pero nunca será la sentencia definitiva basada en la memoria, la verdad y la justicia que los familiares de las víctimas reclaman hace ya dos décadas”.

UNA HERIDA ABIERTA QUE SIGUE IMPUNE

La causa AMIA es una herida abierta en la conciencia de los argentinos. Veinte años después no hay un solo condenado. En el atentado del 18 de julio de 1994, considerado el peor ataque  terrorista en suelo argentino, murieron 85 personas y 300 resultaron heridas. El ataque sucedió dos años después de un atentado similar contra la embajada de Israel en Buenos Aires, el 17 de marzo de 1992.

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