Rusia lanzó una lluvia de misiles contra los yihadistas en la ciudad siria de raqqa
El cerebro de los ataques de París nació en un barrio marginal de Bruselas
Las unidades del grupo antiterrorista de Francia tomaron una vivienda del barrio parisino de Saint Denis por la madrugada en busca de Abdelhamid Abaaoud, considerado el cabecilla de la matanza del pasado viernes en París, con el saldo de 2 muertos y 5 heridos.
El operativo comenzó a las 04:30 horas de la mañana y concluyó hasta el mediodía. En el departamento, situado en una barriada obrera próxima al Stade de France de fútbol, entre la calle République y la Rue de Corbillon, se encontraban 5 individuos de origen árabe que respondieron al acoso policial con disparos y granadas.
Uno de los sospechosos fue abatido a tiros por los agentes. A su lado, una mujer se inmoló para evitar su detención y detonó el cinturón con explosivos que tenía adherido al cuerpo. El balance final de esta operación se completó con cinco heridos, cuatro de ellos policías y un civil que caminaba por la calle. También fueron arrestadas siete personas, pero ninguna de ellas era Abdelhamid Abaaoud.
Se trata del segundo episodio de la ‘batalla contra Daesh (Estado Islámico)’ anunciada por el presidente de Francia, Françoise Hollande, que ya advirtió que su país “no hará ninguna distinción entre quienes perpetraron el acto de guerra y aquellos que los protegen”. El lunes ordenó bombardear un centro de mando y un campo de entrenamiento del EI cerca de Raqqa, el bastión de los yihadistas en Siria.
Durante las últimas y vertiginosas horas, Hollande ha logrado lo que nadie había conseguido hasta la fecha: que a partir de ahora Rusia coordine sus operaciones militares en Siria. Así, Moscú, herido tras el atentado terrorista de hace unos días contra un avión de pasajeros en el Sinaí, lanzó ayer una lluvia de misiles de crucero contra posiciones del EI en Raqqa, Alepo e Idlib, otro enclave sirio conquistado en marzo por los radicales.
Pero Francia no se conforma y sigue presionando a sus socios europeos para crear una gran coalición que obligue a los yihadistas a ‘vivir como fugitivos’ y no puedan planear atentados porque ya no tienen dónde esconderse. España, como el resto de países de la UE, mantiene desde el sábado una vigilancia especial en sus principales nudos de comunicaciones ferroviarias, aeropuertos y carreteras.
El objetivo es detener cuanto antes a Abdelhamid Abaaoud, considerado el cerebro de la célula yihadista que organizó los atentados del viernes y el ataque al semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado kosher de París en enero. De origen marroquí, Abaaoud nació hace 28 años en Bélgica, en Molenbeek, un distrito marginal de Bruselas señalado como el epicentro del islamismo radical en Europa.
La frialdad y sincronización con la que ejecutaron a 129 personas en París no solo han quedado grabadas en las retinas de muchos ciudadanos como la última expresión del terror global, sino que han hecho trizas el papel contemporizador que se ha esforzado por mantener Francia en Oriente Medio. Desde 2011 solo había participado en bombardeos en Irak y Siria aunque ha liderado operaciones militares en países musulmanes como Libia, Mali y República Centroafricana con resultados catastróficos para la población.
Por el momento, los efectos de la matanza sobre la sociedad civil europea son un tema secundario. Los servicios de inteligencia, que con sus miles de antenas y satélites filtran cada hora decenas de millones de mensajes entre ordenadores, teléfonos y otras vías, aseguran que nuevas células terroristas que permanecían dormidas podrían estar despertando para actuar en cualquier ciudad. Si lo que pretendía el EI con el derramamiento de sangre del viernes era que ningún europeo se sienta ya seguro en ninguna parte, parece que lo está logrando.
Hasta ahora, Europa veía el conflicto sirio como una guerra lejana. Pero todas las televisiones y los grandes diarios del continente llevan cinco días recordando que “estamos en guerra y el enemigo está entre nosotros”. Ahora, el respaldo a infringir un severo castigo al EI en su propia guarida es tan extraordinario que son pocos los que han manifestado alguna objeción. Las primeras críticas han empezado a asomar desde la izquierda como el líder del Frente de Izquierda francés, Jean-Luc Melenchón, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, o el lingüista estadounidense, Noam Chomsky, quienes alertaron sobre la necesidad de atender “con la misma ferocidad de la guerra” los motivos que empujan a muchos jóvenes europeos de origen árabe, casi todos desarraigados y arrinconados en humildes barriadas, a abrazar una ideología cuya única base es el odio y la destrucción.
Hollande convocó el martes a una sesión conjunta excepcional del Senado y la Asamblea Nacional en el Palacio de Versalles como un acto de unión patriótica, aprovechó el momento para anunciar que el estado de emergencia será prolongado durante tres meses. También pidió una reforma de la Constitución para combatir con menos obstáculos legales al terrorismo dentro y fuera de sus fronteras. El debate es cómo se aplicarían esas “excepciones medidas” de seguridad sin colisionar con las libertades. Por el momento ya han sido detenidas 60 personas en 414 registros practicados. (I)