Chile condena el acoso callejero hasta con 540 días de cárcel
La mayoría de las mujeres latinas son víctimas de acoso callejero: desde una frase obscena hasta roces en el transporte público.
En Chile, desde hace dos meses las leyes condenan este tipo de actos con penas de 61 a 540 días de cárcel y multas de 5 a 10 unidades tributarias mensuales (UTM).
En Ecuador, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) estableció en su último censo (2012) que 60,6% de la población ha experimentado algún tipo de violencia de género.
En Guayaquil, el 62% de mujeres dicen tener una mala experiencia, más que nada en la Metrovía, según publicó un estudio de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL). Mientras que en Quito un 68% de mujeres fueron víctimas de acoso, de acuerdo con cifras de su Municipio.
Durante 2018, el servicio de metro en Santiago de Chile, por su parte, reportó 121 denuncias por acoso sexual, mientras que durante el primer trimestre de 2019 registró 18 casos. La ley se aprobó en abril.
Chile era el país sudamericano con la mayor tasa de denuncias de acoso callejero (85%). Solo en Santiago (capital), 9 de cada 10 mujeres se sienten inseguras al usar transporte público.
El acoso callejero son prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semipúblicos (centro comerciales, universidad o parques) que generan malestar en la víctima.
Es decir, estas acciones son unidireccionales o no consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la agredida.
La feminista Catalina Ruiz-Navarro explicó en la CNN que la diferencia entre un piropo y el acoso callejero es que el cumplido tiene como objetivo que la persona se sienta bien, mientras que las malas frases las intimida.
La psicóloga Dayana Eras explicó que en Guayaquil es común que las mujeres caminen por la calle y que en algún momento del día escuchen un comentario sobre su cuerpo. En algunas ocasiones no son ofensivos, pero la gran parte de los hombres acosadores llegan a lo vulgar.
Alexis Mendiburo indicó que ha sido víctima de acoso en varias ocasiones, pero narró la experiencia más frustrante. “Iba rumbo a la universidad cuando escuché que me llamaban. Miré y era un hombre que ‘lanzaba piropos’. Lo ignoré, pero el sujeto empezó a seguirme. Al final me insultó y se fue”, denunció.
Andrea Dela, de 26 años, agregó que siempre se encuentra con tipos que le dicen “patanadas”. Estas “malas experiencias” las acumula desde los 12 años, cuando su cuerpo se desarrolló.
Dela, quien ahora es madre de dos niños, agregó que es un problema social y que para erradicarlo la familia cumple un rol fundamental. “Hay que fomentar el respeto desde la infancia”. (I)