Caracas, en ebullición electoral
Los caraqueños siempre han considerado a su ciudad como vertiginosa. Con aires de nostalgia, Julio, un taxista de más de 20 años de experiencia en las calles, recuerda que hasta hace dos décadas Caracas era “un ejemplo para seguir”, sobre todo por lo avanzado de su sistema de transporte y su elemento “estrella”: el metro subterráneo. “Pero todo eso ha cambiado, ahora vas apretujado en el metro, no se puede manejar un auto porque para un trayecto de 2 kilómetros te tardas una hora. Cada vez es más insoportable transitar”, comenta claramente desilusionado el caraqueño que, entre comentario y comentario, saca a relucir su afinidad por Henrique Capriles, candidato de la oposición venezolano por el Partido Justicia Primero.
Las palabras del chofer tienen mucho de razón. En estos días, Caracas es una ciudad que vive a kilómetros por hora. En realidad siempre ha sido así, confiesa Manuel, un “perrero” (persona que expende hot dog) en el sector Las Dos Caminos, al este de la capital. Pero de la misma manera, el comerciante de comida rápida afirma que desde que empezó la campaña con miras a las elecciones del próximo 7 de octubre (7-O) “esto es desquiciante”.
La “locura” a la que se refiere Manuel se palpa en cada esquina, literalmente. No hay calle, avenida, herradura o callejón en los que no se perciba el ambiente electoral. Hay dos frases que dominan el panorama visual en Caracas: “Corazón de mi pueblo” y “Hay un camino”, los eslóganes de campaña de Hugo Chávez y Henrique Capriles, respectivamente.
Un campo de batalla electoral
Aquella frase cliché en la que se afirma que “en la guerra y el amor todo se vale” amerita una inclusión en el caso venezolano. “Y en la campaña para el 7-O, también”, se debería agregar con todas sus letras.
El clima de la tarde caraqueña de la última semana ha sido extraño. Si bien no es época de lluvias aún, el cielo está perennemente nublado y hasta se han registrado garúas acompañadas de tormentas eléctricas. Pero esto, ni de cerca, ha sido un impedimento para los comandos de campaña de Chávez y Capriles.
En plena intersección de las avenidas Campo Claro Petare y la Carlota Santa Cecilia (arterías viales con alta actividad comercial en Caracas) un puñado de seguidores del postulante de Primero Justicia arman una carpa con seis parlantes para invitar a los conductores –que para las 18:00 se cuentan por miles- “a buscar un futuro mejor, sin crímenes en las calles, con libertad y empleo”.
Con un sigilo propio de estructura militar, varias camisetas rojas empiezan a dejarse ver en las esquinas circundantes. En menos de cinco minutos, un camión con parlantes y forrado con pósters del presidente venezolano se coloca frente a los caprilistas y los invisibiliza del escenario. Los improperios no tardan. Unos y otros se acusan por unos diez minutos de “campaña sucia”, pero, sorpredentemente, en menos de veinte minutos llegan a un acuerdo para compartir la esquina sin agresiones físicas, aunque las verbales seguirán.
Abraham Aparicio, “chavista desde las entrañas”, es quien lidera esta célula que apareció en la Campo Claro Petare para promocionar a su candidato. “Todas las encuestas, escúchame bien, todas las encuestas dan como ganador a Chávez. No hay escenario posible para la victoria de la burguesía, así que nos estamos preparando para defender el triunfo popular”, grita Aparicio al verse opacado por la estridente música proselitista que retumba en las calles.
“Si ves, si escuchaste chico. Ese es el plan que tienen ellos, no aceptarán si es que no ganan. Cómo no estar preocupados”, expresa Gilliana Magallanes, una señora de no más de 40 años, que ataviada con una camiseta amarilla (distintivo de la campaña de Capriles), denuncia “planes secretos” para negarle el triunfo de la oposición.
Esta acusación caldea los ánimos en la esquina, pero después de unos cuantos “cariños” enviados entre bando y bando, cada quien vuelve a lo suyo. La campaña debe continuar, caer en la tentación del otro es perder tiempo y es justo lo que menos tenemos ahora, aclara Aparicio.
Agendas distintas
Mientras Capriles se ha dedicado en esta semana a recorrer 8 de los 24 estados venezolanos, el presidente Chávez ha enfocado su atención a consolidar sus bases en territorios “rojos”, como la Portuguesa.
El candidato opositor está por estos días en cierre de campañas en estados en los que su imagen no está bien posicionada. El jueves anterior, a altas horas de la noche, cerró su maratónico recorrido por el estado de Carabobo. Ahí, en un estadio de béisbol de la ciudad de Valencia, Capriles insistió que él “es el camino para un cambio” del país.
El ex gobernador de Miranda prometió a los presentes en el mitin que subirá el sueldo mínimo en sus primeros 100 días en caso de llegar a Miraflores. En la actualidad esta remuneración es de 2.047 (cerca de 476 dólares al cambio oficial de 4,3 bolívares).
Mientras que el presidente Chávez ayer aprovechó la suscripción de ocho proyectos energéticos con la empresa rusa Rosneft para afirmar que la tendencia a su favor para el 7-O no se podrá modificar. “Por ahí he escuchado que algunas encuestas dizque le dan la victoria al partido de la burguesía. Pero eso es falso. Data Análisis, que no es del gobierno y ha dado muestras de que la tendencia no puede cambiar. Lo mismo pasó en 2006, cuando decían que el candidato Manuel Rosales, de la oposición, nos iba a ganar, y ya vieron que no fue así”, dijo Chávez. En 2006, el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ganó los comicios con el 62% de los votos.
“Así que lo único que les puedo asegurar es que Chávez gana el 7 de octubre”, afirmó el mandatario quien tenía previsto liderar anoche un acto público en el Parque de los Museos, en el centro de Caracas, una vez que a las 23:47 locales (23:17 de Ecuador) se pusiera en órbita el satélite venezolano bautizado como Miranda. El despegue sería desde un campo en China y estaría seguido por miles en la concentración organizada por el Estado venezolano.