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Bolsonaro y Haddad tienen tres semanas para captar más votos

Jair Messias Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal , y  Fernando Haddad  Candidato del Partido de los Trabajadores.
Jair Messias Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal , y Fernando Haddad Candidato del Partido de los Trabajadores.
Fotos: AFP / EFE
09 de octubre de 2018 - 00:00 - Redacción AFP y Efe

Jair Messias Bolsonaro, de 63 años, que consiguió el domingo el 46,03% de los votos en las elecciones presidenciales de Brasil, se definió ayer de centro derecha y dijo tener la firme confianza de que ganará la segunda vuelta del próximo 28 de octubre.

Desde su casa, el candidato ultraderechista se dirigió a sus seguidores, a través de un video, donde les dijo que en la primera vuelta ganó en cuatro regiones.

Bolsonaro, militar de reserva, explicó que su candidatura mejorará y que ampliará su victoria en la segunda vuelta. “Saldremos victoriosos”.

En su discurso mencionó la importancia de los valores familiares, además nombró a Dios y dijo que su candidatura era de centro derecha.

El político brasileño, que se casó tres veces y tiene cinco hijos, cuatro hombres y una mujer, es considerado un candidato polémico por su defensa de la dictadura militar (1964-1985) y por sus declaraciones racistas, machistas y homofóbicas.

La erradicación de la violencia en Brasil fue su gran tema de campaña en uno de los países más peligrosos del mundo.

Bolsonaro sedujo a decenas de millones de electores con propuestas simples y radicales. La más polémica de ellas: liberar el porte de armas.

De hecho, en la primera foto que apareció este diputado, excapitán del Ejército, luego de ser operado por una puñalada recibida en el abdomen durante un mitin, imitaba la forma de un revólver con sus manos.

El gesto se convirtió en su marca registrada y muchos brasileños lo imitaron durante actos electorales, sonriendo junto a sus hijos.
La violencia es un flagelo para los 208 millones de brasileños. El año pasado hubo 63.800 homicidios, un récord. En siete años fueron asesinadas más personas que durante la guerra en Siria.

Sara Winter, una exmilitante del grupo feminista Femen que ahora es candidata de derecha al Parlamento, encuentra positivo que Bolsonaro quiera “armar a las mujeres para que puedan defenderse, aumentar las penas a los violadores e instaurar la castración química”.
Bolsonaro asegura que “las armas por sí solas no generan la guerra”.

El riesgo es que “las redes de extrema derecha brasileñas (se lancen) contra las minorías negras, homosexuales, transgénero o incluso contra los militantes de izquierda”, asegura el sociólogo Glauber Sezerino, copresidente del grupo de estudios Autres Brésil.

En el Parlamento, la bancada que apoya la liberalización del porte de armas ya dio su bendición al diputado ultraderechista del pequeño Partido Social Liberal (PSL).

La policía brasileña ya es conocida por su gatillo fácil, y tampoco rinde cuentas, como deploró Amnistía Internacional: el año pasado mató a 5.144 personas en sus operativos, una cifra que no para de crecer y que fue en 2017 un 20% superior a la de 2016.

“Ahora lo que parece primordial para la campaña de Bolsonaro es evitar cualquier tipo de error, hacer algo que pueda perjudicarlo, sacar- le votos.

Tiene que tratar de mantener perfil bajo, no tener ninguna sorpresa negativa”, dijo Fernando Meireles, politólogo de la Universidad Federal de Minas Geráis (UFMG).

Entre los planes de gobierno del candidato del Partido Social Liberal se menciona la reducción del número de ministerios, eliminación y privatización de empresas estatales, (...) descentralización del poder dando más fuerza económica a los estados y municipios.

“Aparte de profundizar nuestra integración con todos los hermanos latinoamericanos libres de dictaduras, tenemos que reorientar nuestro eje de asociaciones”. No menciona al Mercosur.

El líder ultraderechista y vicepresidente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, celebró ayer el éxito del candidato brasileño Jair Bolsonaro.
“¡También Brasil cambia! La izquierda derrotada y aire fresco”, escribió en Twitter.

Eduardo y Flavio Bolsonaro, diputado y senador, hijos del candidato presidencial, confían en que su padre gane la segunda vuelta. 

Fernando Haddad, de 55 años, académico y político brasileño del Partido de los Trabajadores, corre también por la segunda vuelta presidencial al conseguir 29,28% de las votaciones el domingo.

Pese a la diferencia de votos, el exalcalde de Sao Paulo se mostró satisfecho con su frenética carrera iniciada el 11 de septiembre, cuando tomó el relevo de Lula una vez que la candidatura del expresidente fue impugnada.

“Creo que fue un logro colocar, con 22 días de campaña, a un candidato con casi 30% de los votos válidos”, afirmó en Curitiba.
Haddad, como todos los lunes, visitó ayer a Lula en la cárcel de Curitiba (sur), donde el líder histórico de la izquierda purga una pena de 12 años de cárcel por corrupción, para definir una estrategia que le ayude a ganar la segunda vuelta.

Para Haddad, la distancia hasta la mayoría absoluta parece insalvable. Su identificación total con Lula le permitió ganarse rápidamente a sectores carentes que identifican al exmandatario con una época de progreso.

Pero puede comprometer su acercamiento a grupos y partidos que ven al líder de la izquierda como sinónimo de corrupción y de políticas estatistas a las que acusan de haber sumido a Brasil en una recesión de dos años de la que empezó a emerger penosamente en 2017.

Una de las llaves para acortar distancias con Bolsonaro puede procurársela el centroizquierdista Ciro Gomes, del Partido Democrático Trabalhista (PDT), que fue ministro de Integración Nacional de Lula y consiguió 12,5% de los votos.

Gomes dijo que discutiría con los líderes del PDT la posición para la segunda vuelta, pero adelantó un posible apoyo: “Haré lo que hice toda mi vida, que es luchar por la democracia y contra el fascismo”.

El candidato, nacido en Sao Paulo Brasil, y que desde 1983 está afiliado al Partido de los Trabajadores, recordó que como ministro de Educación de Lula trabajó junto a la ecologista Marina Silva y al centroderechista Henrique Meirelles, que presidió durante esa época el Banco Central.

Ambos obtuvieron en torno a 1% de los votos, que a la hora de sumar pueden ser importantes.

Esos esbozos de acercamiento podrían ser tardíos, dado que durante la campaña de la primera vuelta, “Haddad se olvidó mucho del centro, que es fundamental”, apuntó André César, de la consultora Hold en Brasilia.

“Sin el centro no se gana una elección y menos aún se gobierna, entonces (Haddad) precisa esos apoyos ya. Son tres semanas, una campaña cortísima, y más aún tiene que pensar en la gobernabilidad, estableciendo compromisos con esos sectores”, agregó César.

Entre los planes de gobierno de Haddad se menciona revocar la congelación del gasto público y la flexibilización de la legislación laboral, aprobadas durante el actual gobierno. “Interrumpir las privatizaciones” y volver a imponer la participación de Petrobras en proyectos petroleros en aguas profundas (presal) es su meta, además, equilibrar las cuentas del sistema de jubilaciones “a partir del retorno del empleo” y de medidas contra la evasión fiscal.

A diferencia de Bolsonaro, el candidato del PDT piensa que la política de control de armas y municiones tiene que ser mejorada, reforzando el rastreo del armamento.

Además, “la política actual de represión de las drogas es errónea”. “Brasil tiene que examinar las experiencias internacionales (...) de despenalización y regulación del comercio” de alcaloides.

Haddad buscará garantizar “una transparencia cada vez mayor y la prevención de la corrupción (...). El combate contra la corrupción no puede servir para criminalizar la política”.

Según Haddad, en la segunda vuelta los brasileños elegirán entre dos modelos: “El neoliberalismo que ellos defienden y el estado del bienestar que proponemos, con derechos para los trabajadores”. El esposo y padre de dos hijos volverá a los espacios en televisión, en donde la propaganda electoral regresará el próximo fin de semana, con 10 minutos por día para cada uno. (I)

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