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El servicio de transporte del Metro en Chile atiende a unas 2,4 millones de personas al día.

Bachelet: “No vamos a permitir que un grupo de terroristas nos asuste” (Galería)

El servicio de transporte del Metro en Chile atiende a unas 2,4 millones de personas al día. Foto: AFP
El servicio de transporte del Metro en Chile atiende a unas 2,4 millones de personas al día. Foto: AFP
10 de septiembre de 2014 - 00:00 - Por Alejandro Tapia, corresponsal en Chile

Los chilenos amanecieron ayer intentando comprender la magnitud y las consecuencias del atentado en una estación del Metro de Santiago, que dejó 14 heridos y que se convirtió en el hecho más grave de estas características tras la recuperación de la democracia en 1990. El bombazo ha generado un mar de incertidumbre y preguntas aún sin respuesta. Pero lo más grave y dramático es que el ataque, calificado de “terrorista” por el gobierno, golpeó al corazón de uno de los logros clave del Chile pos- Pinochet: la seguridad.

“Estas acciones no nos van a atemorizar”, recalcó ayer la presidenta Michelle Bachelet, quien ha intentado transmitir un mensaje de tranquilidad a los chilenos, que quedaron bastante asustados con el ataque, inédito en su tipo. “No vamos a permitir que un grupo reducido de terroristas y cobardes asuste a la mayoría que quiere un país en paz; este es el momento de la unidad para el país”, agregó la mandataria tras el Consejo Operativo de Seguridad realizado en La Moneda.

Bachelet exigió “detener y castigar a los responsables”. Para ello invocó la controvertida Ley Antiterrorista, que data de la dictadura de Pinochet y que hasta ahora la Presidenta se había negado a aplicar, tanto en el marco del conflicto mapuche en el sur de Chile, como por los otros 28 bombazos que se han registrado en el transcurso de 2014. Hasta la tarde de ayer, ningún grupo se había adjudicado el ataque, pero se piensa que se trataría de una banda de anarquistas que ha estado colocando bombas a lo largo y ancho de Santiago, incluida una iglesia y recientemente en otra estación del Metro.

Los autores del ataque serían tres personas, mientras que durante la tarde hubo dos alertas de bombas, en el Juzgado Civil y la Universidad Adolfo Ibáñez. Todo este clima, en la misma semana del aniversario 41 del golpe contra Salvador Allende en 1973.

Lo más preocupante de este atentado es que por primera vez tuvo víctimas y ocurrió en un horario de gran tránsito (14:00). También los chilenos temen que este no sea el último, ya que no es un bombazo aislado ni improvisado. La bomba, escondida en un basurero, explotó a través de un mecanismo accionado por reloj. La preocupación se percibía ayer en el mismo Metro, ya que fueron retirados los basureros de las estaciones como medida de precaución.

El atentado, además, ha revelado la fragilidad del sistema de inteligencia chileno y de los recursos asignados a la preparación de los fiscales que deben investigar este tipo de delitos. “Faltó mayor coordinación y conocimiento de los recursos disponibles”, reconoció el fiscal nacional Alberto Ayala. Para la mayoría de los chilenos el tema del trabajo de los aparatos de inteligencia es muy sensible, debido al recuerdo de la represión política de la era de Pinochet.

Madre de Bachelet

Bachelet se ha involucrado personalmente en todo lo relacionado con el ataque, que pudo costarle caro a su propia madre, Ángela Jeria, ya que se encontraba muy cerca del lugar cuando explotó la bomba. La Presidenta convocó para horas de la tarde a una reunión con todos los líderes de los partidos políticos, en una señal de unidad.

Lo que más se discutía en Chile es que desde hace años se estaban produciendo bombazos. Mientras parte de la alianza oficialista Nueva Mayoría minimizó en su momento estos ataques, el gobierno de centroderecha de Sebastián Piñera (2010-2014) los utilizó políticamente, sin llegar a resultados concretos para aplicar condenas de cárcel para los responsables. Hace algunas semanas, países como Reino Unido habían advertido de que en Chile “hay una amenaza de terrorismo latente”.

El bombazo en el Metro mantenía ayer atemorizados a algunos usuarios de este masivo sistema de transporte (2,4 millones de usuarios diarios), que está siendo resguardado por la policía, y la presión para evitar un nuevo atentado y detener a los culpables era cada vez más fuerte, tanto de la oposición política como por parte de la opinión pública.

“No podía ocurrir nada peor: cuando el gobierno se encontraba con su agenda literalmente ‘tomada’ por la desaceleración económica y sus efectos sobre las expectativas de los ciudadanos y los agentes económicos, un atentado terrorista en el Metro de Santiago agrega un elemento brutal de incertidumbre sobre el clima político y de opinión pública”, afirmó el columnista del diario La Tercera, Max Colodro.

Para el analista político Ascanio Cavallo, los autores del atentado “obviamente, no están en los partidos que compiten por el voto, el gobierno y la escena pública. Son contrarios a este gobierno, al anterior y probablemente a todos los gobiernos. La matriz anarquista, vecina del ultraizquierdismo, tiene una larga historia en Chile y ha producido tanto intelectuales de fuste como anchas pandillas de coeficiente cero”.

Precisamente, hay consenso en Chile de que el atentado ha tenido como objetivo generar pánico y miedo, en un momento especialmente sensible debido a la desaceleración económica, pero también en medio de las discusiones sobre la reforma tributaria y la reforma educacional. “No nos va a temblar la mano”, aseguró la Presidenta Bachelet, cuestionada por la oposición de derecha, que exige “mano firme”. No obstante, parte importante de los chilenos sabe que el problema del terrorismo no solo se combate con “mano firme”.

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