¿70 años con tropas foráneas?
Casi nunca se discute en el ámbito político acerca de los miles de soldados extranjeros estacionados en Gran Bretaña por más de 70 años. No existe otro antecedente desde 1066 para la presencia de soldados y bases militares estadounidenses. (…) Llegaron en 1942 para pelear contra la Alemania nazi, pero no se retiraron en 1945; en su lugar se quedaron por los casi 40 años de la guerra fría, supuestamente para repeler la invasión soviética. (…) Pero tampoco se han ido después de su colapso, sino que han sido invitados a quedarse como eje de la alianza antisoviética de la OTAN. (…) Quedan todavía 10.000 soldados estadounidenses en Gran Bretaña estacionados en docenas de bases secretas. (…)¿Qué hacen aquí?, ¿de qué nos están defendiendo? (…) La ansiedad de la élite política y militar de Londres con respecto a ganarse el disgusto o abandono de los estadounidenses se choca con el creciente temor que el pueblo británico deje de tolerar las interminables guerras a las que Estados Unidos nos ha arrastrado en los últimos 15 años. (…) No es una sorpresa que el pueblo británico -al igual que el pueblo estadounidense y de otras naciones miembros de la OTAN- se haya endurecido contra el belicismo de occidente, debido a su historial de miserables fracasos. (…) Desde que la posguerra fría dio paso la guerra contra el terrorismo, Gran Bretaña se ha unido a EE.UU. en una guerra de agresión tras otra -Afganistán, Irak y Libia- con resultados desastrosos. (…) La OTAN se ha transformado en una alianza auto-declarada de defensa, en una fuerza colonial expedicionaria bajo la ya desacreditada retórica de fines humanitarios. (…) Gran Bretaña no es la única anfitriona de bases estadounidenses. Es parte del archipiélago global de bastiones militares estadounidenses. (…) Es un moderno imperio con otro nombre. (…) Quienes se benefician de esto son sin duda los contratistas y fabricantes de armamentos, pero no se puede decir lo mismo del pueblo británico, mucho menos los pueblos que son agredidos. (…) No hay duda que sería difícil desarticular los nexos militares y de inteligencia con EE.UU. y no hay escasez de presión para disuadir la menor insinuación de desarticulación. La idea de tener un Rafael Correa británico -el presidente ecuatoriano que cerró la base estadounidense en Manta en 2007, diciendo que reconsideraría la decisión si los estadounidenses le dejarían tener una base en Miami- es todavía ciencia-ficción política. (…) No existe ningún argumento para mantener las bases militares foráneas como defensa del país contra un enemigo inexistente. Deberían cerrarse en lugar de celebrar “asociaciones” cobardes con un imperio que aunque todavía es poderoso, ya está en declive. (…) Gran Bretaña podría comenzar a tener una relación independiente con el resto del mundo.
