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El Telégrafo
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“Al cuarto poder no le gusta que lo controlen”

“Al cuarto poder no le gusta que lo controlen”
27 de enero de 2014 - 00:00

La democratización y regularización de contenidos en los medios de comunicación masiva  son dos de  los temas más controversiales en la última década en América Latina.
En una entrevista publicada por  diario Tiempo Argentino,  el  investigador brasileño y experto en temas de comunicación y cultura, Dênis de Moraes, trató varios de los puntos más álgidos del  debate.

El experto tomó como punto de referencia lo que  considera un hecho: “Los compromisos éticos del periodismo están en conflicto con la práctica de la mayoría de las grandes empresas periodísticas. El cuarto poder también está en crisis porque perdió su capacidad de criticar y de ser una fiscalía de los demás. Porque hay una complicidad cada vez mayor de los medios”.

Para plantear su argumento, De Moraes se apoya en su colega, el periodista español Ignacio Ramonet, quien sostiene que “siempre se pensó que el cuarto poder iba a ser moderador en la sociedad capitalista, pero, por el contrario, se transformó en un poder que acentúa las desigualdades y los dominios monopólicos. Eso tiene que ver con que los medios tienen un doble rol en la sociedad contemporánea: por un lado son agentes retóricos, ideológicos y políticos que defienden al neoliberalismo y al capital; y por el otro, son agentes económicos importantísimos. Entre las 200 mayores empresas no financieras del mundo, están las veinte primeras del ranking de los medios. ¡El 10% de las empresas más importantes es mediático!”.

Con este argumento se  abre otra disyuntiva. Para el analista brasileño, a ese ‘cuarto poder’ al que Ramonet se refiere, si bien  pretende asumir el papel controlador,  no le gusta ser controlado, por lo que las corporaciones mediáticas ven en esa regulación  una manera de coartar  su libertad de expresión.   

“Regular democráticamente el funcionamiento de los medios no es una agresión a la libertad de expresión. Porque el punto central, que no está claro para la opinión pública y que los medios monopólicos intentan por todos los medios ocultar, es que su defensa no es por la libertad de expresión, sino por la libertad de empresa. Por eso no admiten cualquier forma democrática de control social sobre sus actividades y funciones. Los medios se creen intérpretes de la voluntad general. Claro que hay una mistificación, una mentira, son intérpretes de sus propias voluntades que tienen que ver con sus intereses, sobre todo de naturaleza económica, pero también política e ideológica. Porque quieren permanecer por la eternidad ejerciendo influencia en la conformación del imaginario social”, expresó el analista. 

Esto, para muchos otros  investigadores de la comunicación, al igual que De Moraes,  es clave, puesto que la concentración monopólica pone en riesgo no solamente la libertad de expresión, sino la propia democracia; excluyendo la diversidad de  voces sociales.

“Hay una idea de que todo lo que no coincide con las posiciones editoriales de los medios está en oposición a la sociedad y a la democracia. Un ejemplo de eso son las campañas violentas de los grandes grupos monopólicos contra los gobiernos progresistas que están enfrentando el problema de la democratización de los medios. No pasa solo en  Argentina. Pasa en Venezuela, Bolivia y Ecuador de manera dramática. Entonces, el derecho humano a la comunicación es fundamental porque preserva los intereses colectivos de las ambiciones lucrativas de la iniciativa privada. No es posible imaginar una base democrática consistente sin un sistema de comunicación que preserve la pluralidad”.

Otro de los temas abordados por el especialista fue el de   ubicar a internet como parte de la  construcción de un contrapoder al sistema de medios actual, tema que   incluye en su  libro Medios, poder y contrapoder (en coautoría con Ignacio Ramonet y Pascual Serrano.)

“Internet es un ecosistema comunicacional complementario que tiene ventajas importantes en relación al sistema tradicional de comunicación: bajo costo, descentralización de fuentes, posibilidad de acceso sin subordinación a los controles de los medios monopólicos. Un nuevo periodismo está surgiendo en los nodos de internet. Un periodismo que se manifiesta incluso en las redes sociales, que no son solamente un espacio de sociabilidad, sino también de producción informativa, de debates, intercambios culturales, que se manifiesta, por ejemplo, en la encantadora multiplicación de agencias alternativas de noticias”.

Sin embargo, hay quienes todavía apuntan a la contrapartida comunicacional desde los medios alternativos con soportes tradicionales, cuyo problema principal es su sostenibilidad.
“Los medios alternativos siempre se han enfrentado a la discriminación en las inversiones publicitarias oficiales y a la desconfianza de los patrocinadores privados. El problema es que su alcance es mucho menor que el de los grandes medios y que sus posiciones críticas siempre molestan a los poderosos, las élites y los sectores sociales más conservadores. Hay otra posibilidad de sostenibilidad que son los fondos de contribución pública para proyectos (crowdfounding), para que la gente contribuya de manera voluntaria a la financiación. Pero hay problemas que dificultan bastante, como la necesidad de equipos y de otros costos fijos que generalmente no cubren estas donaciones voluntarias.  Por eso creo que el Estado tiene un papel crucial para que fuentes alternativas de financiamiento y apoyo se ofrezcan a esos medios. Y hay que reconocer que en los últimos años, por cuenta de los gobiernos progresistas, están surgiendo otras formas de cooperación que tendencialmente favorecen a los medios comunitarios con intensidades diferentes”.

Finalmente,  De Moraes hizo énfasis en la visibilización de voces sociales para que un medio de comunicación sea legítimo.   
“¿Dónde están las clases obreras en los noticieros y en los grandes diarios latinoamericanos? Están ocultas, ignoradas, silenciadas. Solamente en los momentos cruciales o en las tragedias aparecen en las tapas. Pero el cotidiano de las clases populares está fuera de las agendas de los medios y aquello ocasiona   pérdida de credibilidad, porque se confunden los intereses empresariales con los informativos”, reflexionó el investigador brasileño.

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