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El Telégrafo
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La calidad de los productos no es negociable

La calidad de los productos no es negociable
20 de enero de 2014 - 00:00

Garantizar la calidad de la producción tanto nacional como extranjera es una de las tareas del Instituto Ecuatoriano de Normalización (INEN), pero por falta de la normativa suficiente y hasta de voluntad política el tema de la calidad estuvo relegado por mucho tiempo. Lo que no se hizo en 20 años en el establecimiento de reglamentos técnicos y nuevas normas se realizó en menos de 5 meses, lo que ha generado expectativa en la población y preocupación en algunos sectores importadores. El director del Instituto, Agustín Ortiz, detalla lo que implica exigir más calidad en el mercado nacional.

 

¿Qué busca el INEN con la expedición de nuevos reglamentos y normas que rigen desde diciembre?

La nueva normativa busca velar por la calidad de los productos tanto nacionales como importados, y está en consonancia con lo adoptado a escala internacional. Se realizó un trabajo muy fuerte en estos últimos meses para incluir esas normas mundiales en nuestro catálogo. Próximamente, el ministro de Industrias, Ramiro González, anunciará al país que contaremos con 6 600 normas, actualmente son 3 300. A parte de eso hemos trabajado en la reglamentación técnica, que quiere decir, establecer normas para un producto puntual, por ejemplo, para cosméticos, perfumes, etcétera. En ese aspecto el Ecuador se encontraba totalmente desprotegido, tanto así que al país estaban llegando importaciones de muy mala calidad. Importadores me han dicho que cuando se compra en China, por ejemplo, se adquieren productos denominados de categoría C y D, es decir, de menores costos y de menor calidad; eso es lo que está ingresando al país. ¿Por qué? Creo que, principalmente, por la falta de controles. Deberíamos haber tenido muchos más reglamentos desde hace 20 o 30 años. Desde los setenta empezó en el mundo la protección frente a la calidad de los productos y Ecuador se quedó atrás.

EN BREVE: 

Agustín Ortiz, director del INEN, es economista con mención en Gestión Empresarial por la Universidad Politécnica del Litoral. Tiene estudios de cuarto nivel en Gobernabilidad y Gerencia Política (Ecuador) y en Gestión de Sistemas de Seguridad Social (España).

 

A mediados de 2013 contábamos con 70 reglamentos del INEN no tan exigentes y sin mayores controles, mientras México, Brasil, Corea del Sur y Estados Unidos tienen más de 700. Sin esa normativa se deja un camino abierto para que ingrese cualquier producto sin las debidas certificaciones de calidad. Nuestro primer objetivo es darle seguridad al ecuatoriano de que los productos que va a consumir son de calidad.

Algunos sectores han dicho que están incrementando el papeleo y la burocracia. ¿Qué opina?

Si a la exigencia de calidad le quieren llamar burocracia, bienvenido sea.

 

¿Qué implica hablar de calidad?

La calidad se relaciona con la salud, que es fundamental, hasta con que el dinero valga más, que con una inversión tengan productos que duren mucho más. Es la exigencia para que no ocurran cosas como vajillas que puedan envenenar; refrigeradoras que en vez de durar 10 años, duren 5 años, consuman el doble de energía y cuesten lo mismo que una que es de calidad; focos que, por ejemplo, dicen durar 24 meses cuando duran 3 y de todo tipo de marcas desde las importantes hasta las no tan conocidas. Hemos trabajado durante 5 meses, de agosto a diciembre, en un plan de reglamentación bastante estricto en el que revisamos los 70 reglamentos que teníamos, los mejoramos, los hicimos más exigentes y, además, creamos unos 60 más. Actualmente tenemos entre 120 y 130 reglamentos nuevos vigentes. Hasta diciembre de 2014 vamos a tener entre 200 y 300 reglamentos que van a controlar el 80% de los productos que ingresan al país y también van a controlar la calidad en la producción local. Esto es para todos.

El consumidor ecuatoriano se guía primero por el precio, pese a que no es el mejor de los indicadores. Es un tema cultural. Existe desinformación sobre lo importante que es consumir productos de calidad.

¿A través de estas medidas están buscando restringir importaciones?

Buscamos controlar la calidad, pero quieren distorsionar las medidas llevándolas a un tema netamente económico. Obviamente, hay una malintención de por medio, pero si hay una disminución de las importaciones será porque de 100 productos que lleguen al Ecuador, el 80% que cumpla con las normas de calidad ingresará, y el 20% no lo hará. Ese 20% irá directamente a un reducción de importaciones, y esto tendrá un impacto en la balanza comercial, en especial en la no petrolera. Pero lo interesante de la medida es que le dará oportunidades al productor nacional, pues ese 20% o 30% que no ingrese al país, podría ser suplido con productos nacionales de buena calidad. En ese caso se producirá la real sustitución de importaciones de la que todo el mundo habla. La manera más evidente y real para lograrla es dándole una oportunidad a los productores nacionales. Ahora el productor nacional no puede fallarle al consumidor local.

Evidentemente, las medidas tienen un efecto secundario que es disminuir las importaciones de mala calidad. Dicen que es restricción, pero no estamos restringiendo, no está prohibida la importación, eso es una distorsión de la información; al contrario, queremos que venga importación, pero de la mejor calidad. Nada se ha prohibido, nada se prohibirá; solamente tienen que probarnos que el producto que importan es de calidad. Tienen que buscar un laboratorio en el país de origen que certifique que el producto cumple con las normas de calidad.

 

¿Qué tipo de problemas relacionados con la mala calidad han detectado en el Ecuador?

Hemos encontrado refrigeradoras de muy buen nombre que no son para climas subtropicales como el nuestro y que no vienen con las medidas que dicen las etiquetas. Es probable que esa refrigeradora en lugar de durar 10 años, dure 5 años.

Otro ejemplo es el etiquetado de la ropa. Los componentes de la tela no corresponden a la etiqueta y no informan cómo hay que lavarla para mantenerla. En focos estamos haciendo pruebas de duración porque hay algunos que no llegan ni a la tercera parte del tiempo que señalan. También hemos encontrado vajillas cuyos diseños o dibujos tienen altos niveles de plomo y cadmio, metales pesados que pueden ser dañinos; lo tolerable es 2%, pero en muchos casos tienen niveles de 40%. Ni hablar de los alimentos, que no están cumpliendo con los requisitos mínimos de calidad. La identificación de este tipo de cosas debió ocurrir hace 20 años, por lo tanto, no hay tiempo que esperar. Lo que no se hizo en 20 años ya lo hicimos en 5 meses, y lo que vamos a hacer en el resto de 2014 es completar nuestro catalógo de controles en el tema de la calidad

La industria cosmética ecuatoriana crece 8% al año, según datos de la asociación nacional Procosméticos

¿Cómo está el proceso de socialización de las medidas y en cuánto tiempo deben ser aplicadas?

El 90% de los reglamentos tiene los tiempos que nos piden entidades internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), es decir, 3 meses para sugerencias e inquietudes; luego está en manos del país si se otorga de 1 a 6 meses adicionales para que los importadores se adapten. El 10% de los reglamentos está en categoría de emergentes, tiene 48 horas de aplicación, ahí no hay mucho tiempo de adaptación. En ese caso, los importadores tendrían que suspender la importación por un tiempo prudencial para que conozcan bien la normativa, vigente desde diciembre, e importar nuevamente, pero con el reglamento que exigimos.

 

¿En este momento hay productos detenidos en Aduana por la normativa?

Sí, pero eso ha ocurrido debido a descoordinación o desconocimiento (de los importadores).

 

Usted habla de los importadores, pero del lado de los consumidores, ¿cómo está la exigencia de la calidad?

Es un tema cultural. El consumidor ecuatoriano se guía primero por el precio, pese a que no es el mejor de los indicadores. Todas las instituciones que estamos dentro del Sistema de Calidad tenemos que apoyar la parte de comunicación para informar lo importante que es comprar un producto de buena calidad. Existe mucha desinformación en el consumidor, porque muchas veces lo barato sale más caro.

 

Cuando se habla de identificar productos de mejor calidad, ¿qué debe hacer el consumidor que no sabe nada de temas técnicos ni normativos?

Primero hay que investigar un poco más sobre el producto que se va a comprar. La mayoría de los consumidores no revisa las etiquetas que están en productos alimenticios o en refrigeradoras. Y segundo, investigar un poco en Internet.

Además, vamos a iniciar una campaña mucho más agresiva para posicionar el sello INEN, que todavía llega a muy pocos productos. Con ese sello aseguramos que un producto ha cumplido 12 meses de auditorías constantes para poder certificar que es de alta calidad. Cuando el producto sea importado debe decir que ha cumplido el reglamento técnico INEN. Hace unos 15 o 20 años, el sello INEN era muy importante, la gente buscaba ese distintivo y queremos retomar eso.

 

La mayor parte de los gastos de consumo en los hogares ecuatorianos, un 24,4%, está destinada para alimentos y bebidas (INEC)

Desde que entraron en vigencia las exigencias para importar hay malestar en algunos empresarios e importadores, ¿qué les dice a ellos?

No es algo opcional. Tenemos que controlar la calidad porque el que defiende los intereses del consumidor es el INEN. Estamos para hacer ese trabajo.

Con mucha pena veo que el Ecuador ha estado en un proceso de desindustrialización desde hace unos 20 o 25 años. Existen buenos industriales, pero también existen otros que no son tan industriales, son seudoindustriales. Ellos importan el 70% de lo que producen, en realidad son grandes importadores y no grandes industriales. Es más fácil importar que producir, pues el riesgo de un productor es mayor que el de un importador. Ese facilismo dio paso a un problema muy grave. Cuando se investiga a profundidad por ejemplo, el tema de pasta de dientes llegamos a la conclusión de que producimos muy poca cantidad, y ni hablar de productos que requieren de un mayor avance tecnológico.

Después de estos reclamos de importadores y sectores seudoinsdustriales también hemos visto reacciones positivas. Han venido industriales que les gusta correr riesgos y aman el país, a decir: “Yo puedo producir eso que están importando”. Y no es solo un caso, son centenares de casos que nos dan un gran aliento. Por ejemplo, no puede ser que una tapa plástica o de lata no se produzca aquí. Esas ya son aberraciones, pero ocurren.

Por eso el Presidente (Rafael Correa) hace una apuesta muy fuerte con el cambio de la matriz productiva, de la matriz energética, para que esa situación cambie. A esto se suman nuestros controles de calidad y creo que el país está entrando en una fase de generación de nuevas industrias. Como lo de las bicicletas hechas en el país, se habla de industria de cables, de fibra óptica, de software. Por ejemplo, hay una propuesta del sector cosméticos. Ellos prometen aumentar su producción nacional este año de $ 10 millones a $ 50 millones.

La calidad no es negociable. Lo que sí podemos es sentarnos a consensuar cómo cumplir la calidad en tiempos prudenciales y, por otro lado, hay que tratar de ayudar a los sectores que están siendo propositivos. Una cosa es hablar con un sector que solamente se queja y otra es tener contacto con un sector totalmente propositivo que le interesa el diálogo.

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