Uno de los objetivos emblemáticos del Gobierno es disminuir la pobreza y la extrema pobreza y los resultados en esa materia son alentadores. Aunque no existen “niveles aceptables” de pobreza, las cifras con las que cerró 2013, divulgadas a finales de la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), muestran una caída constante de los indicadores desde que se inició la gestión de Rafael Correa.

Entre diciembre de 2012 y diciembre de 2013 la pobreza a nivel nacional cayó 1,76 puntos y se ubicó en 25,55% mientras la extrema pobreza bajó 2,57 puntos y llegó a 8,61%. Esas cifras no encuentran parangón en la historia nacional, y evidencian que el trabajo del Gobierno en varias áreas ha dado resultados, pero un análisis desagregado de los datos deja ver que todavía existen fenómenos preocupantes. Las diferencias entre poblaciones urbanas y rurales son evidentes, es decir, la gente del campo sigue teniendo condiciones menos favorables que la de la ciudad y por mucho. La extrema pobreza en el área rural se ubicó a diciembre del año anterior en 17,39% (en 2012 fue 23,30%). En los sectores urbanos fue 4,39% en 2013 y 4,96% en 2012. El objetivo de la administración Correa es lograr hasta 2017 la erradicación de la miseria (que técnicamente significa reducirla al 3% o menos) y uno de los aspectos claves para conseguir eso tiene que ver con la cobertura de agua potable y alcantarillado, que es mucho más baja en los sectores rurales. A medida que las cifras se reducen exigen más esfuerzo de las autoridades para enfocar las políticas públicas en determinados sectores y poblaciones. Un ejemplo son las “comunidades del mileno”, la segunda de ellas que fue recientemente inaugurada fue la de Pañacocha, en la Amazonía. Esa zona, antes abandonada, hoy cuenta con mejores condiciones que cualquier barrio urbano y está previsto que ese tipo de iniciativas siga replicándose.

De otro lado, las cifras de empleo presentadas por el INEC también dan cuenta de niveles de desocupación considerados como un indicador de “pleno empleo”, a diciembre de 2013 fue 4,15%. La pregunta es qué pasa con el subempleo (52,49%) que todavía supera a la ocupación plena (43,15%). Revertir ese panorama es un desafío del país.