Hace pocos días se realizó en Quito el Foro Regional de Juventudes 2014. Uno de los temas que se debatió fue el trabajo para los jóvenes. En una entrevista publicada por EL TELÉGRAFO el 18 de mayo, una de las participantes, Daniela Gutiérrez, indicaba la dificultad que enfrentan los jóvenes para conseguir empleo, particularmente por el requisito de contar con experiencia. Manifestó, además, que los jóvenes que logran emplearse reciben bajas remuneraciones y tienen horarios extensos, mientras que los que acceden a pasantías son explotados en prácticas no reconocidas como experiencias laborales.

Llama la atención el creciente y rápido envejecimiento de la población de agricultores y el desinterés de los jóvenes del campo en la agricultura, lo que sería un factor de riesgo para la seguridad alimentaria.

En la parte propositiva, planteó que los jóvenes necesitan trabajos dignos con garantía de derechos laborales y afiliación a la seguridad social; que el modelo educativo fomente el emprendimiento; que el Estado brinde asistencia legal, técnica y financiera para apoyar nuevos proyectos; que se impulse la asociatividad y el cooperativismo; y, que las fuentes de empleo se descentralicen —especialmente para crear oportunidades de empleo para los jóvenes rurales—.

También hace pocos meses, Rob Vos, un economista holandés, funcionario de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en Roma, publicó en el periódico británico The Guardian, el artículo ‘Is global food security jeopardised by an old age timebomb?), en el que llama la atención sobre el creciente y rápido envejecimiento de la población de agricultores y el desinterés de la población joven del campo por permanecer en la agricultura, lo que sería un factor de riesgo para la seguridad alimentaria en el futuro.

Vos sugiere que para atraer y alentar a los jóvenes rurales se requiere de programas que promuevan oportunidades para ellos en el campo, tales como granjas agrícolas y apoyo a emprendimientos juveniles que mejoren sus actitudes de vida y sus destrezas para iniciar sus propios negocios tanto agrícolas como no agrícolas.

Estas reflexiones plantean varios problemas sociales que enfrentan los jóvenes en Ecuador, la región y el mundo, incluidos los jóvenes de países desarrollados, especialmente, luego de la crisis financiera global. Por ejemplo, en América Latina la tasa de desempleo de los jóvenes entre 15 y 24 años es 3 veces mayor que la tasa de los adultos de 25 años o más, como lo muestra este gráfico:

Los jóvenes desempleados entre 15 y 24 años representan más del 40% del total de personas sin trabajo en América Latina (OIT)

Tanto los jóvenes urbanos que no pueden conseguir empleo como los jóvenes rurales, expuestos a actividades de baja productividad y bajos ingresos en el campo y que deciden migrar a las ciudades en busca de mejores oportunidades, requieren respuestas efectivas de política pública. 

La Estrategia para el Cambio de la Matriz Productiva tiene el desafío de incluir a los jóvenes urbanos y rurales, para lo cual es clave pensar en la relación entre los procesos de urbanización e industrialización; los vínculos entre agricultura e industria, entre campo y ciudad, entre formalidad e informalidad; en la necesidad de seguridad y soberanía alimentaria; y la vinculación entre educación, tecnología, innovación y mundo del trabajo.

Asimismo, se deben impulsar políticas públicas específicas dirigidas a los jóvenes, especialmente a aquellos que provienen de grupos excluidos, para que mejoren su empleabilidad, el acceso al mercado de trabajo y emprendimiento, de tal forma que puedan aprovechar las oportunidades económicas que genere la transformación productiva que se está llevando adelante.