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Leslie Lee: el último de los ‘beat’

Leslie Lee: el último de los ‘beat’
13 de enero de 2014 - 00:00

Años después de que Allen Ginsberg visitara Perú, Leslie Lee recibió una carta de autoría del mítico poeta estadounidense. En ella, Ginsberg le enviaba un cheque por 2 dólares, cantidad que Lee le había facilitado entre tragos y cafés al autor de Aullido, y que Lee ni siquiera recordaba. “Lo hubiera guardado para cobrarlo”, dice, entre risas, uno de los pintores limeños más destacados del siglo XX.

Lee, descendiente de un ballenero llegado de Estados Unidos a Ecuador, cree que la labor del artista es resistencia por naturaleza. Así lo expresa en su pintura y su poesía. Aquí su testimonio.

Hildebrando Pérez, poeta peruano, recuerda que cuando averiguó por su nombre, hace varios años en los patios de San Marcos, todas las referencias lo señalaban a usted como el último de los beats, aquel que se había quedado a vivir en Lima.

Seguro me reconocían así por mi relación con Allen Ginsberg: yo lo frecuenté en el poco tiempo que estuvo acá. Mi ventaja fue ser bilingüe: podía conversar de forma fluida con él, hurgar en el personaje, no solo en el mito que lo perseguía. Más allá de su homosexualidad, por ejemplo, yo pude conocer sus intereses más personales.

Juntos realizamos un viaje a Chancay, él se impresionó profundamente cuando encontramos momias con sus cabelleras largas, intactas en aquel sitio. Eso está registrado en el poema que Ginsber le dedicaría después a Martín Adán, a quien también frecuentaba: se encontraban por las noches y tenían algún tipo de diálogo. Los 2 eran homosexuales; los 2, poetas; los 2, hombres de gran talento.

Sin embargo pienso que Hildebrando lo sigue recordando como un beat por las metáforas que ello implica: desafío a las normas, sentido de rebeldía. ¿Eso está presente en su trabajo?

Sí. Yo lo asocio, por ejemplo, con mi posición política. No he estado comprometido con un partido, pero siempre me he identificado con todos los movimientos de izquierda y me he comprometido con las marchas de la CGTP (Concentración General de los Trabajadores del Perú). Han sido parte de mi posición como persona.

De todos modos, su obra no tiene un tinte social ni político. Parecería como si su posición antisistema hubiese hallado otras formas de expresar su inconformidad.

Mi camino por la pintura ha sido sobre todo una búsqueda aprendida. En ello tiene mucha influencia la presencia del maestro Ricardo Grau, quien fue mi profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ahí supe que la pintura era una forma de investigación y de conocimiento: buscar en diversas partes los inicios, procesos, resultados y conocimientos producidos por los distintos movimientos pictóricos del siglo XX. Ese ha sido mi camino.

Para mí, el arte ha sido por naturaleza adverso al sistema, por eso he buscado otros caminos, porque pienso que las cosas están más allá de la formalidad y de lo establecido.

Antonin Artaud propone que el trabajo del artista consiste en “mostrar el hueso”, es decir, exteriorizar la herida vital. Eso podría ser leído como poner, también sobre el lienzo, la experiencia personal. ¿Usted lo ha hecho?

Creo que sí, aunque en ese aspecto mi mayor referencia, con toda la modestia del caso, siempre será César Vallejo: él precisamente tiene esa exploración personal y social para explotar al hueso, mostrando una profundidad que por la formalidad muchos poetas no alcanzan. Ese es un poeta universal, capaz de hablarnos de nosotros mismos y de sí mismo en una forma abierta y hasta lacerante.

Pienso que ese dolor a veces puede tener como única respuesta el silencio. Usted mismo parece haber elegido ese silencio como una forma de vida: las pistas para encontrarlo son muy escasas. ¿De dónde viene ese silencio?

Creo que viene de mi nombre, el mismo que obedece a un poema inglés en el que se narra la vida de una casa, bañada por el bienestar, hasta el momento en que se rompe la armonía: mis padres se separan cuando tengo 9 años y eso determina un cambio redondo en mi vida.

Yo era hijo de un inglés y de una peruana: los hijos de ingleses nos educábamos como en Inglaterra. Íbamos al Lima Cricket Football Club, asistíamos a colegios bilingües, etc. Pero esa ruptura me obligó a salir a la calle y ahí encontré mi primera confrontación con Perú: yo era un híbrido nacido en este país. En la calle me formé y descubrí la persona que verdaderamente era, pues nunca me sentí conforme con mi lado británico.

Por el lado de mi madre, que es de apellido Crosby, descendemos de norteamericanos: mi tatarabuelo fue ballenero y viajó con toda su familia a Guayaquil, Ecuador, y luego a Lima.

¿En medio de esas rupturas cómo eligió ser artista?

Elegí muy joven. Mi padre era un hombre de negocios y tenía sensibilidad, pero le parecía que el arte no dejaba de ser un adorno, no lo veía como una forma de vida. Por eso cuando le propuse 2 opciones para mis estudios, pintura o literatura, él consiguió que viajara a Canadá a estudiar Periodismo, como si de esa forma se comercializara la literatura.

Tres años después renuncié a la carrera y regresé a Perú a trabajar en la pintura. Desde niño tuve ese propósito: escribía poesía que aun ahora recuerdo, es una lástima, no se me quita de la cabeza, podría recitarla ahora mismo aunque preferiría haberla olvidado.

En el camino de la creación, ¿cuál ha sido su búsqueda?

Ha estado orientada sobre todo a los valores propios de la pintura, intrínsecos, los significantes, sus representaciones. Y con ello he querido buscar principalmente una asociación entre la pintura y la música, la misma que tiene la virtud de acompañarnos sin pedirnos, en la forma o el fondo, una referencia a lo real o a lo paisajístico, pues cuando esto sucede se empobrece porque en realidad pierde su razón de ser, es decir, el lenguaje puramente musical. Lo mismo sucede en la pintura.

→Mi camino por la pintura ha sido sobre todo una búsqueda aprendida. En ello tiene mucha influencia la presencia del maestro
Ricardo Grau, quien fue mi profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ahí supe que la pintura era una forma de investigación y de conocimiento: buscar en diversas partes los inicios, procesos...
Quizá por eso se asume a la pintura como otra forma de sonido, vibraciones visuales.

Claro. Aunque el defecto de mi profesión viene por ese mismo lado: se materializa en un cuadro y eso es lo que determina su función en el mercado, la pintura se convierte en un valor y muchas veces está depositada en los bancos, para cuidar ese valor. Si esa es la razón de ser de un cuadro, hay un problema.

Además, nuestra sociedad es cada vez menos contemplativa porque para mirar un paisaje, un animal o lo que sea necesitamos ser contemplativos, ir a una exposición, tener tiempo para meditar, para pensar... Ahora, probablemente, un cuadro de Klee pase desapercibido si se lo expone en Lima porque tiene un tamaño pequeño. La obra en la actualidad tiene que ser grande para que las personas sigan adelante y no se detengan a mirar.

Una característica del arte es la producción de discursos de difícil consumo en el mercado, casi inconsumibles. Sin embargo, cada vez más, es el mercado el que define qué se produce, qué es lo que vende. ¿Esta condición sabotea la creación?

Sabogal fue retirado del cargo de Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes por el presidente Prado, descendiente de la aristocracia limeña, pues lo acusaban de pintar temas indígenas. Hace poco se hizo una retrospectiva gigante de Sabogal en el MALI (Museo de Arte de Lima) y ya no hay problema, ahora Sabogal tiene un nombre, consumidores de su pintura y un mercado. Ya no es el enemigo. Es como funciona el mercado.

¿Y los que están afuera? ¿Tienen que aprender a resistir?

Claro que sí, a ir en contra del sentido que se le quiere dar a la cultura, a los artistas les toca una gran responsabilidad frente a eso porque no basta esa tendencia a enfrentar el formalismo oficialista, el deseo de amaestrar la pintura para que sirva a un propósito decorativo. Los artistas deben ser severos porque de nada sirve que una persona se manifieste con una actitud rebelde, enfrentada a la sociedad, si su obra no tiene los valores que le corresponden.

¿Por eso ha elegido el silencio?

Sí, mi sentimiento hacia las personas va más allá de la pintura. Además, siempre digo que si a un pintor le compran un cuadro, en Lima, la gente se siente con derecho de invitarlo a comer, se van haciendo dueños del pintor. Por eso elijo otra forma de expresarme, a través del cariño y la honestidad, que siempre tienen un valor especial.

Hildebrando Pérez lo recuerda a usted como el artista que siempre fue un adolescente. ¿Qué quedó de eso?

Eso está ahí, siempre, ahora no ando muy bien, estoy un poco debilitado por un tratamiento de salud, pero si recupero mi fuerza seré igual que antes y lo que deseo es eso. Ese riesgo del arte sigue vigente: he estado escribiendo, tengo un libro en imprenta y uno más listo, y tengo proyectos en pintura esperando, no tengo la fuerza para mover una tela de un sitio a otro, estoy condicionado por eso, pero cuando logre salir lo retomaré.

¿Ha valido la pena apostar por el arte?

Sí. Creo que es uno de los pocos terrenos de transparencia, de honestidad, de sentimiento que nos quedan. El arte es una forma de ser libre, la libertad que puede asir una persona que finalmente no soporta más las cosas y enloquece, según los demás, pero que en realidad no quiere andar por los carriles que le ofrece la sociedad. La vocación para ser artista es un camino difícil, una exigencia grande de manejar, pues hay que decir qué es lo que uno está sintiendo ante el mundo y qué es lo que su vida va expresando a nivel del sentimiento.

Perfil

Nacido en el Pasaje de Los Desamparados ubicado en el centro de Lima, en 1932, Leslie Lee ha recibido, entre otros, el premio Ignacio Merino al Fomento a la Cultura.

Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, en el Slade School of Fine Arts en Londres y en París, gracias a la Beca de la Mairie de París de un Studio en la Cité, logrando el dominio de una técnica y un lenguaje particular con los que retrata al mundo. Ha sido invitado especial en las Bienales de La Habana y Trujillo.

Muestra del trabajo del pintor y poeta peruano Leslie Lee.

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