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Las ‘Miradas’ del pájaro incompleto

Las ‘Miradas’ del pájaro incompleto
20 de enero de 2014 - 00:00

“En la casa del tiempo está el pasado / debajo de tu pie” (Dibaxu), indiscutiblemente esta y otras obras lo apisonan en el suelo de los literatos notables.

En 2013 visitó el Ecuador y se convirtió en Huésped Ilustre de Quito  -los premios no escasearon-. Algún escritor lo presentó creyendo que se trataba del “hombre más triste de la Tierra”. A lo mejor, esa apreciación errónea obedezca a la capacidad de resistencia que tiene de sí mismo. A muchos, tal vez, les habría vencido la catalepsia antes de soportar los azares de Juan Gelman, pero el dolor fue la laya con la que él fabricó poemas memorables.

Llevaba el cabello cano y cimarrón, una chaqueta oliva y sobresalían sus dedos; de pronto, mezcló su voz de rompiente y ojos intimidantes para compartir anécdotas adobadas con una dosis de iluminación, humor e ingenio.  Por ejemplo, “... la poesía existe desde el fondo de los siglos, nada ha destruido su continuidad. Todo el mundo habla de la utilidad de lo útil y nadie menciona la utilidad de lo inútil”, largó sobre el futuro de ese arte, y agregó “es necesaria, descubre territorios interiores que no sabía que tenía y por eso mismo no tenía”.

 A la vez, destacóel ciclo en que la vida depura al arte, “Katsushika Hokusai quería  llegar a los 100 años para depurar su técnica, luego a los 110 para entender los misterios de la naturaleza y, finalmente, a los 120 para  pintarlos”. Y recordó a Bolaño con el afecto de un trabajador de las letras que reconoce a un portento.

Su cavilar de tono metafísico que diseña una realidad camuflada en la realidad, muy bien puede apreciarse en Miradas, la publicación que quizás reúne el conjunto de herramientas con las que forjó su talento. Ese libro es un álbum de historias que van del racismo a la censura en la literatura, de Nietzsche a Virginia Woolf, de los hermanos Wright al vínculo entre Hemingway y Fitzgerald.

Un prodigioso poeta contemporáneo estampó: “La mirada es una lengua extranjera”. Encajemos este verso al caso del argentino y agreguemos que la mirada también rescata a aquellos lenguajes impropios y por tales, incomprensibles, que circundan a las experiencias.

En fin, dentro de esas inspecciones existe un tramo donde atiende el simbolismo de Robinson Crusoe, de Defoe, en el mundo capitalista, del cual toma la frase: “En la escuela de la desgracia aprendí más filosofía que en la academia, y más criterio de la divinidad que el que baja desde el púlpito”.

Resulta ineludible asociar la cita con la manera en que encaró las vicisitudes  y, por un lado, se podría insinuar que, en un mundo desolado, solo se puede luchar individualmente... Para él ningún infortunio fue mordaza, y en la composición poética Límites lo enuncia: “¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor, hasta aquí el odio? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,  hasta aquí no? Solo la esperanza tiene las rodillas nítidas. Sangran.”

Por otro lado, al revisar su biografía parece que la mala fortuna se obsesionó con él, quien apostó por la reflexión poética de su tiempo,  destellos y desafíos. En los setenta sus hijos desaparecieron durante la dictadura militar argentina, residió fuera de su país natal,  era un momento crucial, y supeditó la escritura para acercarse a los poetas místicos, porque “después de todo, la gente alcanza la poesía en los momentos  claves de sus vidas” (Paul Muldoon).

Posteriormente, Gelman rehuyó de la poesía para entrenar la comprensión de su mundo interior, y, por medio de la filosofía y la reflexión de las vidas de varios artistas, caló en el “no ser”, cuyo ritmo reviste los actos. Entonces logró abordar las heridas con la inteligencia de las palabras.

Así, “hoy llueve mucho, mucho,  / y pareciera que están lavando el mundo” describe en el poema ‘Lluvia’. ¿Pareciera que se lava o está implícito un deseo del sujeto poético? Gran parte de sus versos refiere a un afán de libertad y honra para los procesos inconclusos, que son sesgados por la imposición y el poder humanos, esa invención capaz de sublimarse y derogar el género a la animalidad, ergo de esclavizar.

No es casual que en su prolífico trabajo abundenexperimentaciones formales, aproximaciones filosóficas y ribeteen golondrinas, suspensión de pájaros, pájaros que vienen del sur,  pájaros nevados, pájaros que llaman al crepúsculo, pájaros que suben de la nada al vacío.  Y, resuenan como los latidos, pianos y violines. 

Para John Stuart Mill, la poesía representa un sentimiento, es una descripción de las operaciones más profundas y secretas de la emoción humana; describe el alma tal cual es. Esto está manifiesto en el trabajo de Gelman, quien lejos de ser un defensor de los derechos humanos como lo han etiquetado, canta sobre la imposibilidady el lanzarse a contracorriente para alcanzar un estado regido por órdenes supranaturales. Por ello, recurre al idealismo para dotarle de una continuidad a la paradoja del ser, “es lo que no es todavía” o “eres mi única palabra  / no sé tu nombre”, esgrimió en las páginas.

Pese a que ciertos intelectuales le cuestionan el silencio autoimpuesto frente a las convulsiones sociales de México, donde vivió sus últimos momentos, es irreprochable que él fue un vate valiente. Y no se trata de un desaire ni incoherencia de su parte, sino que fue tal su resistencia durante los tiempos nublados que ahora lo ven como el epítome en cuyos hombros debió sujetarse el pesar.

Hay artistas con facultades de conseguir gradaciones sublimes en sus trabajos. Sin embargo, no debemos separar la producción de la praxis, pues son lo mismo, pero dispuestas en contextos distintos. Gelman, bien lo expuso: “En cuanto al compromiso social de la poesía hay que entender que ella obedece a otras leyes, nadie sabe si Shakespeare fue derechista o comunista, esa es su obra; incluso Louis Ferdinand Celine, que denunció a la pobreza en el ‘Viaje al fin de la noche’, también es autor de muchos textos racistas y antisemitas”.

Este poeta acuñó “no verse es mirar un árbol que olvidó” (Mundar), que evoca a la autoconsciencia e interroga quién ampara a uno mismo. Junto a este legado dejó un pergamino que el Instituto Cervantes develará en 36 años;  “espero no estar para entonces”, dijo sobre sus palabras para los poetas futuros.

 

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