Tras ocho años del caso Fybeca, aún piden justicia
Ocho años han transcurrido desde que se registró el cruce de balas entre los agentes policiales y miembros de una presunta banda de delincuentes que intentaba asaltar la farmacia Fybeca, ubicada en la ciudadela Alborada, al norte de Guayaquil. En la balacera fallecieron 8 personas y tras el operativo, en el que participaron 19 efectivos policiales, desaparecieron otras 3, entre ellas Johnny Gómez Balda.
El sonado caso Fybeca hasta hoy permanece en la impunidad, no obstante, la esposa de Johnny Gómez Balda, María Dolores Guerra, indicó que mantiene la esperanza en que así como ha puesto interés en el caso Restrepo, al buscar diversas fórmulas para intentar esclarecerlo, incluso pagar recompensa para obtener información, etc., el Mandatario también ponga énfasis para conocer el paradero de los restos de su esposo.
“Contemplo todos los días una trágica foto que refleja el abuso policial -cuando Gómez Balda era llevado por el ex agente Erick Salinas Aquiles Monje con la cabeza cubierta con su camiseta- necesito saber qué le pasó, si lo mataron y lo enterraron en una fosa común, o si lo quemaron”, señaló la mujer, quien agregó que no hay mayor demostración que los 8 años que han pasado si saber de su existencia.
Otra de las afectadas es Dolores Vélez, quien perdió a su esposo Carlos Andrade Almeida, en el tiroteo. El hombre era pastor evangélico y había acudido al local para comprar pañales para su hija recién nacida.
Evidentemente molesta y con mucha tristeza señaló que, pese al tiempo transcurrido, todavía hay secuelas dejadas por el asesinato de su esposo, porque cada vez que se vuelve a tratar este tema “levantan de la tumba” los hechos pasados “y eso es un dolor muy grande”.
“Quisiera que se le dé el valor adecuado a este caso, hemos luchado durante 8 años y estoy muy triste, porque no se han dado resoluciones. Todo se queda sobre papeles y nosotras las viudas que estamos sufriendo con nuestros hijos nunca hemos recibido ayuda”, dijo.
Dolores Briones, esposa de Guime Córdova, quien era mensajero de la farmacia y murió también en la balacera, manifestó que les resultó decepcionante los resultados de la Comisión de la Verdad, la misma que fue conformada con la esperanza de que la investigación arroje una solución y nunca se dio.
Guerra desvirtuó, además, las declaraciones de la Comisión de la Verdad referentes a que Gómez Balda había sufragado en el proceso electoral de 2007. Dijo que solicitó a la comisión que le mostraran el acta, pero no lo hicieron.
“Es extraño que solo ellos lo hayan visto ir a sufragar, pero tampoco me causa admiración saber eso, ya que en las elecciones siempre van a votar los muertos, personas que no están empadronadas y después aparece que sí se presentaron, etc. Es muy probable que las mismas personas que tuvieron las manos metidas en el caso, las que tienen los documentos originales, como cédula y licencia de mi esposo, lo hayan manipulado a su antojo”, acotó.
Rafael Esteves, abogado patrocinador de “Las Dolores”, indicó que el caso está en estudio de requisitos de admisibilidad en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y ya cuenta con un número peticionario (similar a la nomenclatura de un expediente).
Esteves resaltó el hecho de que el ex defensor del Pueblo, Claudio Mueckay, dictó una resolución de censura pública, en la que señalaba que en el caso Fybeca se cometieron dos delitos de lesa humanidad: la ejecución extrajudicial de Carlos Andrade Almeida y de Guime Córdova; y la desaparición forzada por la Policía de Johnny Gómez Balda.
Tras esa resolución, Mueckay había ordenado abrir expedientes defensoriales contra los jueces y fiscales que conocieron el caso Fybeca, los ministros jueces y los jueces de la corte policial, puesto que en aquella época (2003) aún había fuero de la Policía.
Sin embargo, lamentó el abogado que esas disposiciones no se hayan cumplido y manifestó que el caso Fybeca “está inmerso en una repugnante impunidad y que esa no debe ser la respuesta al delito”.
“Las Dolores”, pese a su decepción, se mantienen en pie de lucha y guardan todavía las esperanzas de que se haga justicia.