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Las primeras policías abrieron el camino

Las mujeres policías que cumplen también el rol de madres han sufrido, en varias ocasiones, los prejuicios de hombres que aún quieren tenerlas en casa.
Las mujeres policías que cumplen también el rol de madres han sufrido, en varias ocasiones, los prejuicios de hombres que aún quieren tenerlas en casa.
Foto: Archivo/ ET
19 de enero de 2020 - 00:00 - Redacción Justicia

La Policía Nacional fue la primera institución uniformada y jerarquizada que abrió espacio a las jóvenes, implementándose la inclusión de género como una política.

En 1966 ingresó a las filas María de Lourdes Landeta. Llegó a ser la pionera en la policía de servicios. En 1968, Emma Cifuentes continuó con el legado y se convirtió en la primera oficial de servicios.

En diciembre de 1975 se abrió el primer curso de policías de línea para mujeres. A la convocatoria acudieron siete damas; en 1979 se graduó la promoción 40 de oficiales, en la cual destacaron tres mujeres: la subteniente Rosario Vega, la teniente Mónica Calero y la coronel Teresa

Carranza, siendo las primeras oficiales de línea graduadas en Chile.
En 1983 se creó la Escuela de Detectives de la Policía Nacional, que forma parte del Servicio de Investigación Criminal de Pichincha, de la cual se graduó la primera promoción que contó con las dos primeras policías investigadoras en el país.

Tuvieron que pasar siete promociones más para que un nuevo grupo de chicas se enrolara. Fue así que en 1986 se incorporó la promoción 48 de oficiales de línea con 26 mujeres, las primeras que se graduaron en Ecuador. De esa promoción salieron las primeras generales de la Policía Nacional: María Fernanda Tamayo Rivera e Ivonne Daza Anchundia.

Patricio Carrillo, comandante General de la Policía, se remontó a la década de los años 80, cuando se permitió el ingreso de las oficiales de línea a la institucionalidad. “La visión de ese entonces, hoy se refleja con las mujeres que están al mando de la Policía”, señaló.

En la actualidad, la institución cuenta con “mujeres comando” que forman parte de unidades de élite como el Grupo de Operaciones Especiales (GOE), del Grupo Especial Móvil Antinarcóticos (GEMA) y el Servicio de Aeropolicial.

Una de ellas es la teniente Johana Salazar, quien -desde hace tres años- es piloto de helicóptero en Aeropolicial.

En el área de Ala Rotatoria hay 30 pilotos varones y tres pilotos mujeres, mientras que en la de Ala Fija hay siete hombres varones y dos mujeres.

Johana reflexionó sobre su rol en la institución. Reconoció que las primeras agentes de la historia tuvieron que sufrir para llegar a sus puestos, pero se destacaron porque demostraron con esfuerzo que son capaces de cumplir las labores y los retos que se propongan.

Similar criterio compartió Diana Margarita Carrión, instructora de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) desde hace seis meses.

Ella fue una de las primeras agentes que formó parte de esta unidad. Actualmente, en la Zona 9, hay alrededor de 40 mujeres.

Ella aseguró que sus compañeros han sido solidarios.

La teniente Johana Almeida, en cambio, mencionó que en las calles se ha topado con “caballeros” que han proferido frases groseras.

Sin embargo, dijo, esas opiniones las dejan a un lado porque están convencidas de su labor.

La agente se graduó en la Escuela de Cadetes y también trabajó en Guayaquil en Servicio Urbano y en la Unidad de Investigación de Muertes Violentas de la Dinased.

Ahora es agente del GOE, pero también está orgullosa de otros roles que cumple, ya que es esposa y madre de un bebé de tres meses. “Nosotras tenemos esa capacidad: cumplir con el trabajo y después ir a atender el hogar y a los hijos”, reflexionó.

El Gral. Carrillo dijo que la presencia de ellas es fundamental, sobre todo en temas de violencia intrafamiliar, lucha contra la corrupción, Inteligencia, investigación y en el trabajo de policía preventiva. (I) 

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Las normas que apoyan la equidad de género 

Ecuador se ha sumado a leyes y declaraciones internacionales que dieron paso a la reivindicación de los derechos de las mujeres. Este fue uno de los factores para que la fuerza pública abriera espacios de formación para ellas.

Eso ocurrió con la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, firmada en 1979 y ratificada por Ecuador en 1982.

También se contempla la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia contra la Mujer, suscrita en 1994 y ratificada en 1995.

Según lo recoge “Mujer Policía: Historia, Lucha y vocación”, estas declaraciones les otorgaron una condición de igualdad que fue reforzada por normas como la Ley de Amparo Laboral de la Mujer (1996) y de otras acciones a favor del género como la creación de Comisarías de la Mujer, la transformación de la Dirección Nacional de la Mujer en Consejo Nacional de las Mujeres (1997).

Además, la Constitución de 1998 amplió los derechos de las mujeres e incorporó normativas internacionales que garantizaban mayor fuerza a determinados aspectos, entre otros, la no discriminación, y abrió oportunidades en lo público.

Así, por ejemplo, el artículo 41 disponía que el “Estado formulará y ejecutará políticas para alcanzar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, a través de un organismo especializado que funcione en la forma que determine la ley, e incorporará el enfoque de género en planes, programas y brindará asistencia técnica para su obligatoria aplicación en el sector público”.

De esta forma, la incorporación de la mujer a la institución policial inició en el área administrativa (intendencias y comisarías), donde laboraban como amanuenses (secretarias) para luego ascender por sus méritos.

En la Policía, el 22 de septiembre de 1983, el Comando General dispuso crear una sección femenina en la Escuela de Formación de Oficiales “General Alberto Enríquez Gallo”, centro que -desde su creación en 1938- había admitido a cadetes varones. El 24 de octubre de 1983, 32 mujeres recibieron el alta como cadetes de planta. (I) 





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