La angustia volvió a oprimir el pecho de María Choloquinga en la oficina del fiscal Vicente Reinoso, quien le informó que el examen de ADN determinó que las osamentas encontradas en un terreno baldío atrás de la terminal terrestre de Quitumbe, eran de Néstor, el último de sus tres hijos que desaparecieron el 20 de agosto de su casa en el sector de la Nueva Aurora.

A pesar de estar preparada para recibir la noticia, la confirmación la hizo derrumbarse en la silla del despacho del sexto piso donde funciona la Fiscalía, en el centro norte de la ciudad, al tiempo que las lágrimas inundaban sus ojos mientras recogía sus manos en oración.

La Policía Judicial de Pichincha tomó el caso,  ya que se evidenció que se trata de un triple crimen.

Como si no entendiera, uno de sus familiares le explicaba en kichwa lo que le decía el fiscal Reinoso. “Cómo hago, quiero llevarme a mis hijitos”, exclamó con la voz quebrada.

La secretaria de la oficina la asesoró indicándole que para hoy temprano en la mañana estaría listo el documento que necesitan para reclamar los restos de sus dos hijos, Néstor y Luis, que están en los laboratorios de ADN de la Fiscalía.

Los dos familiares con los que acudió al despacho conversaban en una mezcla de español con kichwa y le ayudaban a entender a María las recomendaciones de la autoridad, luego de lo cual salieron a la calle.

“Estamos coordinando con autoridades que están ayudando”, indicó el cuñado de la mujer, que se sentó en la vereda y empezó a llorar desconsolada.

El pariente señaló que apenas retiren los huesos los llevarán hasta la comuna a la que pertenecen en Saquisilí, provincia del Cotopaxi. “Cuando den guagüitos los llevaremos al cementerio de nuestra tierra”, comentó.

Los padres llevarán las osamentas a la comuna de Salamag Tambur Urco, a 30 minutos de Saquisilí, donde ya sepultaron a la hermana mayor, Juana, de 7 años, cuyo cadáver fue el primero en aparecer, dentro de una caja, el 10 de septiembre de este año, con signos de violencia física y sexual, entre unos matorrales en la ciudadela Ejército.

Trece días después de ese hallazgo, la Policía encontró osamentas de un menor de edad en el costado de una acequia, en las calles Amaruñan y Quitumbiñan, atrás del Cuartel de Policía de Quitumbe, al sur de Quito.

Según los vecinos del sector, un jornalero encontró los restos en una caja de cartón, los cuales resultaron ser del pequeño de 3 años.

Finalmente, el 31 de octubre encontraron restos de huesos que el laboratorio de ADN de la Fiscalía confirmó que eran de Néstor, el niño de 5 años.

El coronel Ramiro Ortega, jefe de la Policía Judicial de Pichincha, señaló que ahora el caso se investiga como un triple crimen, ya que tanto el cuerpo de la niña como los huesos de los otros menores hallados en la misma zona donde residían fueron colocados dentro de sacos de yute, lo cual hace presumir que fueron asesinados por la misma persona a las pocas horas de que los secuestraron.

Este hecho sigue conmoviendo a la capital por la saña con la que al parecer actuaron los criminales, motivo por el que el fiscal del caso ordenó la realización de varias diligencias y la toma de testimonios que se harán en el transcurso de la presente semana.

La madre de los tres menores manifestó que solo quiere que le devuelvan los restos.

“Queremos a nuestros hijos para que descansen en la casita”, alcanzó a decir, antes de que el llanto ahogara sus palabras.